El médico oncólogo Marcelo Álvarez fue despedido del Hospital Central por la gestión de Cornejo y del PAMI por el macrismo. Las causas: su militancia peronista y las críticas hacia las políticas de ajuste del gobierno. Frente al ensañamiento político de Cambiemos, pacientes y trabajadores apoyan al profesional de la salud.

Fotos: Cristian Martínez

Marcelo Álvarez empezó a trabajar en el área de cuidados paliativos del Hospital Central, como oncólogo, en 2006. Néstor Kirchner, presidente entonces, miraba con agrado al gobernador de Mendoza, Julio César Cleto Cobos.

En esa gestión radical que se aproximaba a un acuerdo programático con el peronismo, Álvarez coordinaba un grupo de médicos encargados de “acompañar a las personas en sus últimos días”.

Tiempo después, en 2013, sus estudios y experiencia como profesional de la salud le valieron el crédito para tomar las riendas del PAMI en Mendoza, en el marco de las políticas públicas del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. La agrupación política La Cámpora lo promovió, y el aceptó el desafío.

Álvarez planteó desde aquellos momentos sus claras posiciones políticas e ideológicas y, desde su pertenencia partidaria, nunca dejó de confrontar a las clínicas que más “cápitas se llevaban del PAMI”, al tiempo que redistribuyó los medicamentos y las atenciones en esos centros asistenciales privados.

Te echo y te vuelvo a echar

En diciembre de 2015, Mauricio Macri y Alfredo Cornejo asumieron la presidencia del país y la gobernación de Mendoza, respectivamente, promoviendo el diálogo y la “unidad de los argentinos”.

Con esos valores cívicos, no resultaba esperable que un prestigioso oncólogo como Álvarez, especializado en cuidados paliativos, y con un currículum sin manchas, fuese atacado por la expresión de sus ideas y las críticas frontales hacia las políticas de ajuste del frente Cambiemos.

Sin embargo, al poco tiempo de calzarse la banda, el mandatario provincial, batiendo el parche de los “ñoquis K en el Estado”, ordenó despedir al Dr. Álvarez de su cargo de planta permanente en el Hospital Central, sin más causa que su filiación peronista.

Luego de esto, Álvarez, según relató a EL OTRO, comenzó a sentir que cualquier definición que publicara en las redes sociales, sobre la realidad social, económica o política, podía representar un peligro para el trabajo que le quedaba.

El tiempo demostró que el miedo no es sonso. En la delegación mendocina del PAMI, su titular y médico personal Cornejo, Carlos Valcarcel, con un historial en la medicina privada vinculada a las obras sociales, intentó convencer a Álvarez de que “le hacían un favor al dejarlo trabajar en el PAMI, dadas sus ideas políticas”.

Carlos Valcarcel. Foto: Coco Yañez

“Tenés que dejar de decir lo que pensás. No podés morder la mano del que te da de comer”, advirtió Valcarcel a Álvarez, días antes de despedirlo del PAMI “sin justificación legal”, tal como reza la carta documento que recibió, hace dos semanas, mientras se tomaba vacaciones que le debían.

Así, en apenas siete meses los gobiernos provincial y nacional expulsaron de la salud pública a Álvarez de dos cargos de planta. El ensañamiento provocó no solo una injusta estigmatización ideológica del profesional sino, además, perjuicios a él, su familia, y sus pacientes.

Apoyo de jubilados y trabajadores

El pasado 18 de julio, medio centenar de pacientes, compañeros de trabajo, amigos, colegas y familiares, se pararon en la puerta de la sede del PAMI de la Ciudad de Mendoza para pedir por la reincorporación del doctor Álvarez. Pero las autoridades se refugiaron en el silencio.

Es por eso que este lunes se reiteró la protesta. Quienes respaldan al médico regresaron a la obra social de jubilados y pensionados, acompañados de referentes de los principales sindicatos de CTA y CGT, con la exigencia de la reincorporación inmediata de Álvarez. Nuevamente, el mutismo de Valcarcel fue la única respuesta.

La persecución ideológica hacia el oncólogo, y el intento de disciplinamiento dirigido a los trabajadores del Estado críticos de las políticas neoliberales, trasciende las fronteras comunicacionales de Mendoza. Medios colegas de todo el país informaron sobre esta vergüenza de una provincia donde el autoritarismo oficial es una marca de gestión.


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