OPINIÓN | Por León Repetur (Gestor cultural)

La pregunta recorre el subsuelo de la Mendoza nacional y popular. Y también las respuestas simplificadas y los lugares comunes.

Aquí van algunas:

-La culpa es de los mendocinos que son gansos (o perogansos en el caso de los dirigentes del PJ)

-Mendoza es montañesa y el habitante cordillerano es solitario, huraño e individualista.

-Todos se creen bodegueros porque tienen una parra en el patio y hacen vino patero para consumo de la casa como nos enseñó Feliz Dardo Palorma. (Entre paréntesis: es el autor de Póngale por las hileras y también de la cueca La viña nueva, por si acaso para el próximo debate).

-Somos un pueblo criado en la cultura del trabajo (Bordón dixit) y no bancamos a los planeros.

-Descendemos de gringos, tanos, turcos y rusos, sabemos del esfuerzo propio y no dependemos del Estado para crecer. (Salvo algunos subsidios para acarreo de cosecha, manga de  piedra, tela antigranizo, compra de vino por el Estado para mantener el precio, riego por goteo, polilla de la vid y no sé cuántas plagas más.)

-No nos bancamos a Cristina porque nos quiere dar cátedra y porque de a poco El Calafate se está convirtiendo en el destino turístico más requerido por el mundo. (Y el Aconcagua no se lo banca tampoco)

-Podríamos seguir agregando otros, pero ya lo del ejemplo de Chile no corre y menos lo de incorporarnos a La Nueva Capitanía de Chile con el Pilo de adelantado (Esta la pudrió Piñera, el Macri trasandino)

Al margen de otras elucubraciones desopilantes, puestas de moda por lo más sensato de nuestra clase dirigente como el Mendoxit, algunas reflexiones merecen respeto y sonrisas sobradoras.

Pero también es preciso ver más en profundidad para entender porque Mendoza es un mangrullo en medio de sus parrales (Y otra vez se nos aparece don Félix con su cueca Llegando a Cuyo)

La Wikipedia nos dice que “El mangrullo es una atalaya rústica usada en tiempos de la colonia en las pampas y otras zonas de Argentina para vigilar el acercamiento de indios y extraños, y de esta forma poder tomar acciones preventivas con tiempo”.

¿Significará esto, que rodeada por el Este por Rodríguez Saa en San Luis y por el Norte por Gioja y Uñac en San Juan, Mendoza se defiende de la invasión salvaje y federal que la acosa en sus flancos? Puede ser una razón a tener en cuenta, aunque el bienestar y el crecimiento logrado por esas dos vecinas sea superior al de la Mendoza volcada sobre sí misma, disminuye ese posicionamiento defensivo a la antigua.

O puede ser también porque nos quedamos en la época de la colonia, arriba del mangrullo,  pensando que con los odres de vino y el Tropero Sosa llevándolos a Buenos Aires alcanzaría para construir un futuro venturoso.

Esta visión pueblerina y antiindustrialista ha ido consolidando una fisonomía agraria, paternalista y antimoderna en nuestra sociedad, llena, otrora de cotudos y  hoy de self made man que navegan en la autoexplotación y de una gran masa de subocupados o de repartidores de pedidos. Con esa conformación social  y  con dos canales de aire y sus radios asociadas que bombardean sobre las bonanzas del terruño y de lo que nos diferencia de los salvajes bonaerenses, norteños y patagónicos, la subjetividad de los menducos tira a mimetizarse con los bodegueros grandes, con los triunfadores de la especulación inmobiliaria o de las cadenas chilenas de supermercados o farmacéuticas que han destruido el comercio minorista y los emprendimientos pequeños o medianos locales.

El tomero o el contratista se mantienen como símbolos de la Mendoza finquera y no latifundista, mientras la realidad te tira con la mayor emergencia hídrica de todos los tiempos y la concentración más brutal de la tierra en manos extranjeras. Pero el pastor del agua, el que toma y da, como nos dicen Armando Tejada Gomez y Daniel Talquenca en la Cueca del Tomero, ya dejaron de ser los referentes del ciclo agrícola, desplazados por los sommeliers y los wine seller, figuras menos negras y con manos no tan callosas, ideales para que el mendocino de nuevo cuño señorial y globalizado pueda identificarse con mayor clase.

El otro ícono de los mendocinos es un San Martín lavado, con angustia (Macri dixit) por tener que liberarse de España. Héroe embalsamado en el bronce, que los mendocinos le  vienen negando desde hace años un espacio adecuado para rendirle homenaje a la mayor epopeya independentista del mundo. Y esta falsificación (por ausencia de memoria) hace que algunos renieguen del legado unificador de las Provincias de América del Sur por las que bregó el Libertador y aparezcan algunos retardados a hablar de ¡¡secesión de Mendoza de la República Argentina!! Y así claro que no gana el peronismo, que es la antítesis de todas estas nuevas zonceras. (¡Gracias Arturo Jauretche!)

Pero quizás lo más pesado y duro sea hablar del peronismo vernáculo. Desde la recuperación de la democracia en 1983 que el peronismo local curtió la onda socialdemócrata europea, con sus versos de la democracia acotada y de la alternancia entre fuerzas más a la derecha o más a la izquierda. Hemos vivido, Uds. recordarán, campañas electorales, en las cuales estaba vedada la Marcha y los bombos. O la negación de los principios básicos del Movimiento: primero la Patria, luego el Movimiento y por último los hombres (hoy deberíamos decir TODES).

Y sufrido la violación de varias de las 20 verdades del Movimiento. Les recuerdo solo 10, sin desmerecer las otras 10:

1 – La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo.

2- El peronismo es esencialmente popular. Todo círculo político es antipopular y, por lo tanto, no peronista.

3- El peronista trabaja para el Movimiento. El que, en su nombre, sirve a un círculo o a un caudillo, lo es sólo de nombre.

4- No existe para el peronismo más que una sola clase de personas: los que trabajan.

5- En la nueva Argentina de Perón, el trabajo es un derecho que crea la dignidad del Hombre y es un deber, porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume.

6- Para un peronista de bien, no puede haber nada mejor que otro peronista. En 1973, Perón sostuvo que esta verdad debía ser reformulada por la siguiente: “Para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino”.

7- Ningún peronista debe sentirse más de lo que es ni menos de lo que debe ser. Cuando un peronista comienza a sentirse más de lo que es, empieza a convertirse en oligarca.

8- En la acción política, la escala de valores de todo peronista es la siguiente: primero la Patria, después el Movimiento y luego los hombres.

9- La política no es para nosotros un fin, sino sólo el medio para el bien de la Patria, que es la felicidad de sus hijos y la grandeza nacional.

10- El peronismo anhela la unidad nacional y no la lucha. Desea héroes, pero no mártires.

El escaso cumplimiento de estas Verdades nos viene llevando a una situación de aislamiento y derrota en las urnas. Y aquí nadie puede hacerse el distraído.

Muchos compañeros siguen afirmando que las urnas han marcado el castigo a tanto chorro y garca que nos ha representado. Y te largan nombres: Lobos, Salgado y López Puelles, pero también se hace extensivo a otros dirigentes que se reciclan en cada elección y vuelven para evitarnos volver en serio. Ni que hablar de los que se pasan con armas y municiones al otro bando por unos denarios. Cuando el rechazo popular es tan grande, la especulación acerca del poder territorial y de sumar para las internas o PASO no va más. Y para ejemplo está lo de Axel Kicillof en Bs As. Es hora de terminar con las viejas figuras desgastadas o repudiadas y dar paso a nuevas dirigencias y representantes reales de la sociedad, no del aparato.

Otro tema que nos descuenta votos es la bronca que algunos dirigentes locales peronistas manifestaron o manifiestan para con Cristina. Tanto durante el ejercicio de sus dos mandatos como presidenta, como ahora como candidata a la vicepresidencia con Alberto. Y eso se traduce en el desgano manifiesto en la campaña electoral y que se expresa concretamente en los resultados negativos en algunos departamentos tradicionalmente peronistas. En estos casos la violación a la Verdad 3 es palpable.

Por ambos lados, por el lado de la cultura hegemónica y por el lado de la contracultura del peronismo, venimos mal. Tenemos por delante un gran desafío, desafío de la creatividad, el conocimiento, la sensibilidad y la gestión política. Seguir con lo mismo es seguir fracasando.

Como decía el gran Simón Rodríguez: “¿Dónde iremos a buscar modelos?  La América Española es original.  Original han de ser sus Instituciones y su Gobierno. Y originales los medios de fundar unas y otro. O inventamos o erramos.”

Mucho más para analizar queda en el tintero. Dejo paso a otros, para seguir pensando y analizando lo que tenemos que hacer si verdaderamente queremos volver a gobernar Mendoza.