Besos con condenas a prisión, capitalismo rosa, arcoiris atractivos y vacíos de mensaje. Este año decidimos en las urnas si defendemos nuestras conquistas, como el derecho a besarnos libremente en las calles.

Foto: Coco Yañez

Basta con abrir cualquier navegador de internet y tipear: “la golpearon por lesbiana”, “lo desfiguraron por ser gay”, “linchan a joven transexual”, “la echaron de su trabajo por su orientación sexual”. Google arroja cerca de 159.000 resultados que en su mayoría linkean a noticias de Argentina sobre golpizas y maltratos a personas por su orientación sexual.

Si existiera alguna duda acerca de la discriminación y violencia que sufren las diversidades sexuales hoy en día, en pleno siglo XXI,  solo basta con abrir las noticias para enterarnos de que sigue ganando el patriarcado. El pasado 28 de junio, Día Internacional del Orgullo Gay, Mariana Gómez fue condenada a un año de prisión por besar a su esposa en la estación de Constitución, en Buenos Aires, durante el 2017.

Mariana y su esposa Rocío Foto: Bernardino Ávila para Página/12

El 15 de julio de 2010 se convirtió en ley el Matrimonio Igualitario en Argentina, el 9 de mayo de 2012 se sancionó la Ley de Identidad de Género. Como ocurre con toda legislación, estas sanciones no solo significaron el reconocimiento de relaciones legales de parejas entre personas del mismo sexo o un DNI, sino también la institucionalización de cientos de derechos de la comunidad LGBTIQ de nuestro país. Hay que admitirlo, cuando algo tan importante es receptado por el Poder Legislativo y se visibiliza una lucha de siglos, se siente como si fuera una victoria irrevocable. Con esas leyes se saborearon la libertad, la justicia, la verdadera felicidad. Hechos como esos son los que nos devuelven la perdida “fe en la humanidad”.

Lo que solemos olvidar cuando conquistamos por ley un derecho, es que una vez adquirido hay que sostenerlo, defenderlo a capa y espada, reivindicarlo. Los últimos años de la alianza PRO-UCR nos han demostrado que la letra de la ley no asegura por sí misma el ejercicio de nuestros derechos, sobre todo cuando son amenazados por los mismos poderes del Estado que debieran garantizarlos. Es de las cosas que pasan cuando al gobierno lo toman de rehén los dueños de empresas.

Foto: Fabián Sepúlveda

Desde 2015 hasta el día de hoy se ha hecho evidente la pérdida de derechos ya adquiridos en manos del gobierno de Cambiemos. No solo a nivel país, a nivel provincial también. En Mendoza se observaron clarísimos ejemplos de cómo el Estado rompió sus propias leyes: la designación del juez misógino Valerio como miembro de la Corte, la falta de representación femenina en el gobierno de Cornejo y en sus candidatos a estas elecciones, el nombramiento y permanencia de funcionarios implicados en casos de violencia machista, sumando al castigo que reciben de parte de autoridades del Ejecutivo provincial las personas que intentan cambiar el sistema heteronormado, como es el caso de la docente Carolina Gutiérrez, que fue trasladada de su escuela por la DGE por utilizar lenguaje inclusivo.

Capitalismo Rosa

Foto: Coco Yañez

Además hay un condimento que ayuda mucho a que en el año 2019, tras casi 36 años de democracia ininterrumpida, tengamos que lamentar la condena a una mujer por besar a su esposa. Es algo que trae consigo este gobierno nacional junto con sus representantes a nivel provincial, una estrategia más con la que buscan naturalizar el desenfreno empresario: el denominado Capitalismo Rosa.

Se trata de la incorporación de los discursos del movimiento LGBTIQ y la diversidad sexual al capitalismo y a la economía de mercado, incluyendo especialmente al modelo de hombre gay, cis género, occidental, blanco y de clase media-alta. Es decir, se intenta convertir una lucha por los derechos humanos en un objeto de consumo más, vaciándola de sentido y contenido.

Foto: Prensa Gob. de Mza. En 2018 Cornejo, junto a la vicegobernadora Montero y el juez Valerio, izaron la Bandera del Orgullo en Casa de Gobierno.

Desde su época de campaña, Cambiemos mostró “cercanía” a la comunidad LGBTIQ a través de referentes políticos como Piter Robledo, joven PRO y homosexual que recorrió el país mostrando su fortaleza dentro del gobierno de Macri, pero que hoy está lejos de ser uno de los referentes protagonistas, a punto tal que ya anunció su salida del Instituto Nacional de la Juventud. Justamente se trata de un varón blanco, de clase media alta, representantes de una homosexualidad “limpia” (capitalista) y aceptable para el macrismo.

El capitalismo rosa toma el discurso por el reconocimiento de la diversidad sexual y lo capitaliza: productos de todo tipo se presentan en su formato color arcoiris y comprando una pulsera, una remera con dos monjas besándose, o tiñéndonos el pelo de todos colores sentimos que acompañamos a la comunidad LGBTIQ en su lucha por no ser asesinades por sus elecciones sexuales.

Foto: Prensa Gob. Mza. Este año Cornejo y Suárez inauguraron una "senda de la diversidad" en Capital.

Todo el merchandising y la espectacularización del movimiento por la diversidad sexual es una forma más de narcotizar a la población que el neoliberalismo tiene muy bien aprendida y que utilizan con la idea de hacernos creer que luchan por los derechos LGBTIQ. Este gobierno ganó las elecciones mostrando que la homosexualidad es algo colorido, divertido y glamoroso; que para ser gay hay que ser hombre, blanco, vestirse como jugador de golf y ser amable. Y detrás de eso hay un aparato represivo del Estado listo para atacar cuando las cosas no salen del modo previsto, como cuando Mariana y su esposa se besaron en Constitución.

En el año 2017, el Ministerio de Seguridad presidido por Patricia Bullrich, aprobó el denominado “Protocolo General de Actuación de Registros Personales y Detención para Personas Pertenecientes al Colectivo L.G.B.T” que se aplica para todas las fuerzas represivas. La Resolución 1149-E/2017, que fue publicada en el Boletín Oficial con la firma de la ministra, es una forma más de segregar y perseguir al colectivo de diversidades sexuales que se presenta como una amable pantalla de reconocimiento de la diversidad.

Foto: Coco Yañez

La semana pasada, el día del Orgullo Gay, una mujer fue condenada a un año de prisión en suspenso por “resistencia a la autoridad” tras haberse besado con su esposa en un espacio público. Ningún representante del gobierno de turno se pronunció en repudio de este fallo de la Justicia, ni en solidaridad con las mujeres afectadas.

En octubre, somos nosotrxs quienes tenemos el poder de decidir qué tipo de Estado queremos: el del gobierno del Capitalismo Rosa o representantes de la voluntad popular que cuiden los derechos que por ley son nuestros y nos acompañen en la pelea por conquistar muchos derechos más.

No dejemos que el neoliberalismo le ponga precio a nuestros besos.

Foto: Fabián Sepúlveda

 

 

“No hay que pensar que a Cornejo hay que dejarlo 4 años más porque se tiene que deconstruir”

Todes no, McDonald’s sí

Marito Vargas. El hijo marica que toda madre quisiera tener