Por Marito Vargas

Este domingo volví a sentirme un mutante, con lo malo y lo bueno que implica eso, volví a sentirme un X-men. De chico me pasaba , y era mi mundo imaginario, entre historietas y dibujitos que me daban un toque “especial”, entre tanto rechazo del mundo heterosexual que me rodeaba y me marcaba el camino correcto con insultos, burlas y algún que otro cachetazo.

Pensaba en un mundo secreto, donde los putos formábamos una gran hermandad contra un estado totalitario y policial que nos quería identificar, marcar e individualizar para eliminarnos. Ser descubierto por ellos me aterraba.

Foto: Seba Heras

Hoy, el estado provincial y sus vocerxs anuncian por los medios la creación de un registro único de putos, tortas, travas, trans, bisexuales y todo el arco de lo que se denomina “diversidad o disidencia sexual”.

El futuro, ya llegó… Hace rato.

Tuvimos que hasta medir nuestros gestos, nuestra forma de caminar, de hablar, de mover las manos desde pequeñxs, incluso cuando aún no descubríamos cuál iba a ser nuestro deseo futuro.

Aún me sorprende la crueldad de las miradas adultas que obligan a un niño o una niña a tener esas preocupaciones en el momento cuando el mundo se está descubriendo y debería ser solo una posibilidad de mil maravillas.

Foto: Coco Yañez

Así crecimos, así, con lxs nuestrxs borradxs de los manuales de historia, de los relatos dignos de ser aprendidos en los colegios. La sociedad nos dejaba lugar solamente en los cuadros sensacionalistas de la crónica roja de la prensa local, “matan a una marica”, “asesinan a un travesti”, “lesbiana muerta en un crimen pasional”, fueron títulos familiares, así como el acrecentamiento de cadáveres de personas de nuestra comunidad en nuestra memoria.

Luego nos acercamos a las mujeres y sus organizaciones, así abrazamos al feminismo que nos ayudó a pensar y complejizar nuestra experiencia pero, sobre todo, nos enseñó a construir alianzas y acciones colectivas para acercarnos a la utopía social que nos guiaba.

Después estrenamos identidades y organizaciones, nos nombramos, les gritamos al mundo que éramos miles y que, por más que anteriormente nos hayan quemado en hogueras, esta vez no les iba a alcanzar la leña, que queríamos los mismos derechos, que queríamos los mismos nombres.

Foto: Coco Yañez

Por eso tomamos las calles, por eso salimos orgullosos primero, para devenir orgullosxs y orgulloses en un mundo que nos posibilitaba construir infinitas posibilidades de encarnar nuestras identidades y orientaciones, y disfrutar de nuestro deseo.

Entendimos la(s) sexualidad(es) no como algo fijo, sino como cosas que te pasan en la vida, que pueden cambiar, y fluir, y que pueden estar en constante movimiento, ya que la experiencia humana es tan inconmensurable que excede cualquier intento de encierro y encasillamiento.

También comprendimos que no solo se trataba de celebrar la multiplicidad y diferencia, sino que debíamos visualizar la desigualdad social que nos atravesaba a todes.

Foto: Seba Heras

La pobreza, la miseria, la falta de acceso a la salud, la educación, el trabajo, la justicia, el alimento, son características que eclipsadas con nuestra sexualidad se convierten en escenarios funestos y urgentes de modificar.

Nosotres, desde nuestras organizaciones, comprendimos la urgencia de contar con datos estadísticos y conocimiento hecho por y para nosotres, para reclamar políticas públicas. Las investigaciones realizadas nos demostraron que el mundo era peor al que creíamos.

Descubrimos con horror que el promedio de vida de una travesti en la Argentina no superaba los 35 años, que la prostitución y sus consecuencias eran un destino inexorable para ellas, que gays y lesbianas de sectores populares en sus trabajos precarizados sufrían una doble discriminación por su sexualidad y clase social, que las tasas de suicidios eran altísimas en jóvenes de nuestra comunidad, que las personas intersexuales seguían siendo intervenidas medicamente y “normalizadas” a fuerza de cuchillo y bisturí ni bien nacían, entre otras atrocidades.

Foto: Coco Yañez

Descubrimos también que muchas personas vivían su sexualidad en la clandestinidad y, si bien entendimos que la visibilidad es un acto que nos sirve como comunidad, cada persona tiene su proceso y no somos quiénes para sacar del clóset a quien no quiere, ni mucho menos para plantear esta salida como un requisito para acceder a una política pública.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando el Estado se apropia de nuestro deseo de saber y producir conocimiento para reclamar y exigir al mismo Estado? ¿De qué Estado estamos hablando específicamente? ¿Cuál es la diferencia entre nuestra búsqueda de información y su búsqueda de información? Aclaremos algunos puntos:

Hablar del Estado en este momento es poder entenderlo en sus características actuales bajo la gestión del binomio Macri-Cornejo. Pensar que este mismo Estado va a ser el encargado de registrar para luego actuar, resulta, analizado a simple vista, un poco confuso y, analizado en profundidad, un verdadero disparate que refleja no solo el profundo desconocimiento de nuestras realidades por parte de esta gestión, sino también la necesidad de fortalecer la sociedad de control y castigo de la que siempre se están vanagloriando.

Foto: Coco Yañez

Imaginar un registro es también entender la sexualidad como algo fijo. Por ejemplo, si hoy me acuesto con un chico, ¿debo registrarme mañana? ¿Tengo días? ¿Puedo pensarlo durante un tiempo? Si una vez que me registro estoy con otra corporalidad, ¿debo desafiliarme?

Un registro no solo es una medida discriminatoria, sino que es, y esto es lo más grave, una medida peligrosa que sirve al perfilamiento policial y estigmatización social.

Pensar en un registro no es pensar en términos estadísticos, generales y anónimos, sino que se trata de un registro que contará con datos personales como nombre, domicilio, ocupación, etc. Datos para el Estado y sus organismos, lo que incluye a los aparatos represivos, los mismos que aplican toda las noches los códigos contravencionales y de faltas, a través de su policía o sus preventores contra las personas en situación de prostitución. Un Estado que reprime de manera cada vez más feroz la protesta social, el pueblo, lxs trabajadorxs y sus organizaciones. ¿O ya nos olvidamos de la cacería que aplicaron para aprobar la reforma jubilatoria? Es la misma gestión que habla de mano dura, que celebra y premia el gatillo fácil y la violencia institucional. No nos olvidamos del caso Chocobar, en la provincia que es tristemente célebre por su policía brava y su violencia y que ha dejado en la historia un tendal de muertos y muertas.

Foto: Seba Heras

Esta es la misma gestión que desde que llegó no ha dejado de buscar y crear enemigos internos. Son quienes, arengados por los medios y el partido judicial, ya han estigmatizado y criminalizado a varios grupos sociales: maestros, sindicalistas, empleados públicos, pueblos originarios e, incluso, a nuestra comunidad con el protocolo de detención para personas LGTTBI, que le decía a toda la sociedad que somos un grupo social peligroso. Todos sabemos además de la existencia de listas negras, escuchas ilegales y persecución de opositores.

En este contexto plantean un registro y esperan que nuestra comunidad confíe y acompañe la propuesta.

Sigan con sus inventos poco felices, pero recuerden que nosotres YA CONOCEMOS SUS MÉTODOS.


*El título de esta nota forma parte de la canción “No somos nada”, del grupo español La Polla Records.

 


Leer más:

Implementarán el Registro Único de Diversidad

Por primera vez en la provincia se aplicará esta herramienta con el objetivo de profundizar las acciones realizadas hasta el momento en materia de diversidad.

Fuente: Prensa Gobierno de Mendoza, 18 de febrero de 2018.

El Ministerio de Salud, Desarrollo Social y Deportes, a través de la Dirección de Género y Diversidad, avanza en la agenda de la materia en nuestra provincia.

“Vamos a profundizar las acciones en estos aspectos y avanzar con la implementación de las fichas RUD (Registro Único de Diversidad Sexual), que nos va a permitir realizar un registro que nunca antes se había hecho en la provincia para contar con datos concretos vinculados a las necesidades de la comunidad LGBTIQ”, destacó la coordinadora de Diversidad, Fernanda Urquiza.

El registro tiene como objetivo la obtención de datos psicosociales que permitan profundizar las acciones realizadas hasta el momento en materia de diversidad. Las fichas de registro fueron diseñadas en base a las formuladas por el Registro Único de Casos (RUC) que se aplica en la provincia para casos de violencia de género.

“En particular y entre los aspectos más importantes, las fichas RUD nos van a permitir conocer indicadores vinculados a los distintos tipos de discriminación, sus motivos y ámbitos en los que se manifiesta, además de los datos sobre vivienda, trabajo, educación y salud”, resaltó la coordinadora.

La información obtenida permitirá diseñar políticas públicas a partir de datos concretos, junto con el fortalecimiento de las acciones para visibilizar, concientizar y sensibilizar sobre la diversidad sexual en Mendoza. “Se ha logrado instalar la temática de la mejor manera porque la sociedad lo ha aceptado. Durante este año, el eje es poder ejecutar todo lo que hemos proyectado desde 2017 para que todos y todas podamos vivir en una sociedad más igualitaria, que es a lo cual todos aspiramos como sociedad, porque estamos hablando lisa y llanamente de derechos humanos”.

La funcionaria recalcó las acciones desarrolladas el año pasado, como las jornadas de hormonización junto a organismos de Nación, acciones en materia de promoción como el Segundo Congreso de Diversidad Sexual y Derechos Humanos, y la capacitación mediante los cursos virtuales en diversidad sexual.

“También es importante destacar la formación de áreas municipales de diversidad para que agentes públicos tengan la sensibilidad y la concientización para abordar la temática”, expresó Urquiza.