A coro, los medios de desinformación se hicieron eco de una embestida mediática contra la Sputnik V. “Con la vacuna rusa no se podrá tomar alcohol durante 42 días”, fue el último mensaje del discurso de la derecha para sumar peros a la próxima campaña de inmunización nacional contra el Covid-19. Infodemia, estereotipos, prejuicios, ignorancia y negocios, ingredientes de otro capítulo de politización de la pandemia, a tres décadas del fin de la Guerra Fría.
Por Negro Nasif
En agosto de este año, cuando se tuvo por fin la primera noticia sobre la concreción de una vacuna contra el Covid-19, la mayoría de los medios de comunicación mendocinos comenzaron a replicar sistemáticamente prejuicios y desinformaciones, que no hicieron más que alimentar la confusión y el escepticismo de la población en el contexto de la prolongada pandemia de coronavirus que, si bien en la actualidad experimenta un descenso progresivo, existe y puede desarrollar rebrotes como ya ocurrió en otros lugares del mundo.
La infodemia, esa masiva propagación de noticias total o parcialmente falsas, aumentó todavía más cuando el gobierno argentino anunció que compraría la Sputnik V producida en la federación gobernada por el demonizado Wladímir Putin. En el afán de cuestionar permanentemente la política sanitaria del presidente Alberto Fernández, los medios provinciales pautados dieron entidad y difusión a discursos partidarios carentes de rigor científico, como tuits del exgobernador Alfredo Cornejo, del diputado nacional Luis Petri o de la legisladora provincial negacionista Hebe Casado. Incluso se difundieron memes para instalar premisas y, siguiendo el viejo truco de las falsas encuestas, se buscó instalar que “la gente no se pondrá esa vacuna”, casi como una justificación de la desobediencia civil frente al comunismo imaginario.
“El lanzamiento de la primera vacuna del mundo contra el coronavius, Sputnik V, supuso un golpe de los más fuertes que jamás haya recibido la narrativa occidental sobre una Rusia ‘tercermundista’ y atrasada en todo lo que se pueda”, señaló recientemente Víctor Ternovsky, periodista de la agencia de noticias Sputnik, con sede en Moscú y delegaciones territoriales en todo el mundo.
Para Ternovsky la producción de la primera vacuna anticoronavirus invalida la narrativa antirrusa agitada fundamentalmente por los Estados Unidos. “Los promotores de esta campaña se encuentran ahora en una situación en la que, si no encuentran una explicación de las más increíbles de cómo Rusia —un ‘país de borrachos’ y en donde las calles están ‘invadidas por osos’— logró ser el primero en elaborar una vacuna contra el COVID-19, se echaría abajo todo el relato rusofóbico que construyeron hasta ahora”.
En esa disputa geopolítica, el poder mediático transnacional que opera en Argentina y las empresas nacionales que ejercen una posición dominante en la comunicación participan de diversos intentos por despreciar los avances científicos de Rusia, que posee tres decenas de premios Nobel y una larga trayectoria de investigación en diversos campos, al punto del ridículo guerrafriesco que obligó al jefe de Gabinete de la Provincia de Buenos Aires, Carlos Bianco, a aclarar que “esto no es un paso hacia el comunismo”.
Manipulando información parcial, primero se afirmó que la vacuna solo se había “probado” en una decena de personas, después que no se cumplieron los protocolos científicos internacionales, y luego que se “saltaron fases” obligatorias. Cuestionamientos refutados con evidencias que recayeron solo sobre Rusia, en contraste con los elogios hacia los otros proyectos europeos o norteamericanos, evidenciando que el principal problema para los medios hegemónicos no es el proceso científico en sí, sino el país de origen de las 25 millones de dosis, con una eficacia superior al 95%, que recibirá la Argentina próximamente.
La cadena antirrusa de fake news no paró nunca. Si hoy se busca en Google “vacuna rusa” una de las primeras notas periodísticas que aparece es el artículo del diario Clarín publicado el último sábado con el sugerente título: “El dato desconocido sobre la vacuna rusa Sputnik V contra el coronavirus: no se podrá tomar alcohol durante 42 días”. Más allá de no develar ningún misterio, el grandilocuente encabezado se contradice con el propio cuerpo de la nota donde se citan declaraciones de la viceprimera ministra Tatiana Golíkova quien, según Reuters, dijo: “que los vacunados deben evitar los lugares públicos y reducir la ingesta de medicamentos y alcohol, que podrían inhibir el sistema inmunológico, dentro de los primeros 42 días”. O sea, podrían tomar bebidas alcohólicas, “reduciendo” pero no “eliminado” su consumo. Información que, en el caso de la Argentina, precisarán las autoridades sanitarias cuando llegue el momento de comenzar la campaña de vacunación.
Todavía restan algunas precisiones sobre los dichos de Golíkova. De hecho, de acuerdo con una de las pocas crónicas en español que se han publicado, el corresponsal del diario La Vanguardia en Moscú, Gonzalo Aragonés, presenció uno de los momentos de inicio del plan de vacunación y en su narración incluyó un diálogo en el que una trabajadora de la sanidad le informó a un receptor de la vacuna que “es recomendable no beber alcohol”. En el mismo sentido informaron este fin de semana los portales de Perfil y Página/12, ambos incluyeron una crónica en la cual los enfermeros rusos que aplican las vacunas recomiendan “no beber alcohol durante tres días”, tal como ya se les sugirió a los voluntarios que participaron de las fases de desarrollo de la vacuna.
La bajada de línea de Clarín fue replicada sin más por los medios pautados mendocinos, regidos por la máxima “si es en contra del gobierno nacional se publica”, sin reparar en la calidad y el interés social de una noticia muy delicada para los tiempos de angustia que corren, ni tampoco en las personas en riesgo esperanzadas por una inmunización que puede salvar sus vidas y permitir que su bienestar físico, mental y social se restablezca paulatinamente.
En esa pretensión de colocar un ladrillo más en el muro de la infodemia, MDZ tituló “Vacuna rusa: prohibido tomar alcohol por 42 días luego de vacunarse”, y citó como fuente de su publicación unas declaraciones de una funcionaria que no existe. “La ministra de salud de Rusia aseguró que las personas que reciban la vacuna Sputnik V tendrán que estar mucho tiempo sin poder ingerir alcohol”, señaló el portal de la familia Terranova sin dar el nombre de la “ministra”. Es que justamente el jefe de esa cartera es un ministro, Mikhail Murashko, que nunca dijo tal cosa.
“Se vienen las fiestas en todo el mundo y como en cada festividad la gente celebra tomando alcohol junto a sus seres queridos. Las personas que sean vacunadas con la Sputnik V deberán esperar un mínimo de 30 días para ingerir bebidas alcoholicas”, cerró MDZ con la falta rigor periodístico que lo caracteriza.
“Por qué no se podrá tomar alcohol por 42 días tras colocarse la vacuna rusa contra el Covid-19”, tituló Los Andes junto a una imagen partida donde se plantea la dicotomía entre una inyección que apunta a la cabeza de un hombre frente a unas irresistibles cervezas (fotografía extraída de un artículo de La Vanguardia sobre elaboración casera). Al igual que su casa matriz, la filial mendocina de Clarín desmintió su título en la propia nota, aunque agregó un dato incomprobable e inverosímil anclado en el estereotipo del ruso borracho.
“Por la cercanía de Navidad y Año Nuevo, muchas personas que iban a vacunarse con la Sputnik V decidieron no aplicarse esta versión de la vacuna hasta el año próximo, cuando se acaben los festejos”, señaló el centenario matutino, sin precisar cuántas serán “muchas personas” en un país con más de 140 millones de habitantes, e ignorando que recién a partir del 2021 comienzan los festejos en Rusia, ya que la Navidad no se celebra el 25 de diciembre como en Occidente, sino el 7 de enero -con modestos festejos familiares de acuerdo con la tradición ortodoxa- precedida por una semana de celebración de Año Nuevo.
Los Andes difundió que la campaña de vacunación, tal como lo anunció Putin, priorizará a los grupos de riesgo. ¿No suena un tanto extraño que, en medio de una segunda ola que está haciendo estragos en Rusia, trabajadores de la salud, docentes, ancianos y enfermos en peligro de contagio opten por beber alcohol en exceso antes que vacunarse? Para diario Uno parece que no. Sin dar datos precisos, según el medio del Grupo América, la “prohibición” de alcohol “produjo una baja considerable en la cantidad de voluntarios para la Sputnik V”. ¿Cuántos? No se especifica.
No solo la información es confusa y amañada con fines políticos, además los estereotipos y prejuicios contradicen una realidad que se desconoce por completo. De acuerdo con estas predicciones mediáticas, se espera que veamos en la televisión a “muchos” moscovitas que renuncian a la inmunización por el trago, en un país donde, según la Organización Mundial de la Salud, el consumo de alcohol descendió 43% en los últimos 15 años
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