La  admisión de pacientes con problemas psiquiátricos empeoró la estadía de los ancianos. Los días se pasan en medio de la desidia y el deterioro de la atención.

Si hay algo viejo en el Santa Marta son los compromisos de mejora. Las gestiones han ido pasando y a lo sumo dejaron un color nuevo en las paredes, con el que no pudieron tapar el deterioro de la atención a los residentes, y como dice el refrán: siempre se puede estar peor.

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Foto: Coco Yañez

 

Un hospital improvisado

La reciente decisión de las autoridades de admitir a pacientes psiquiátricos o con problemas de adicciones complica la estadía de los que habitan en el geriátrico estatal.

Estas personas hasta diciembre se encontraban en hogares de puertas cerradas con atención para este tipo de patologías, pero la baja de los convenios entre el gobierno y las entidades los dejó a la deriva.

Si bien la clausura de los acuerdos con los residencias privadas era inevitable –había numerosas denuncias por maltratos y falta de cuidados básicos- la solución no vendría de la mano del traslado indiscriminado de los adultos mayores al Santa Marta. Los trabajadores del Hogar, que denunciaron esta situación, consideran que deberían haberse establecido acuerdos con otras entidades privadas, o articular con los hospitales psiquiátricos de la Provincia para brindarles atención adecuada a las características de cada paciente.

Foto: Coco Yañez

 

Ocurre que las instalaciones y el personal de este centro asistencial no están preparados para recibir ancianos con este tipo de patologías que afectan la salud mental. Si bien cuenta con trabajadores sociales, psicólogos, kinesiólogos, nutricionistas, auxiliares gerontológicos, la atención médica sólo está cubierta por clínicos que están provistos con insumos para atención básica.

“Hemos recibido agresiones graves y frecuentemente nos encontramos con situaciones que no podemos resolver, porque no tenemos ni la preparación ni los recursos para hacerlo”, expresó uno de los trabajadores con los que dialogó EL OTRO, quien pidió que reserváramos su identidad.

La compleja situación de los residentes con cuadros psiquiátricos se da en un marco de deterioro general de los servicios. Los ancianos ven día tras día como declina la atención médica, las condiciones de higiene y las de seguridad. En cada aspecto se evidencia la “falta de gestiones para mejorarlo”, analizan los denunciantes. Es palpable la desidia de parte de los funcionarios que dirigen la institución, de algunos profesionales, y del personal en general, manifiestan en voz baja los entrevistados.

Situación límite

La falta de recursos viene denunciándose desde hace varios meses. En octubre un trabajador de la institución describió en un medio radial las preocupantes condiciones en las que se encuentra el Hogar. “Estamos prácticamente sin recursos, no hay movilidad para llevar a los ancianos a los hospitales, hay pacientes psiquiátricos que lo hemos tenido que llevar en micro”, relató entonces.

Foto: Prensa de Gobierno
Foto: Prensa de Gobierno

“La línea de la gestión está en la protección al más desfavorecido, especialmente la tercera edad y minoridad”, aseguró el ministro Rubén Giachi, titular de la cartera de Salud, Desarrollo Social y Deportes, en la visita que realizó con su equipo al asilo. La realidad del Santa Marta parece contradecirlo.

La recepción de abuelos con trastornos psiquiátricos desborda una situación límite. El Hogar Santa Marta tiene como misión albergar a ancianos que estén en condición de carencia social, ya sea por falta de vínculos o de recursos financieros, pero hoy contiene a 104 personas, de las cuales sólo 22 son autoválidadas y el resto necesita atención permanente. En ese contexto, el cuerpo de profesionales y auxiliares gerontológicos está sobrepasado ampliamente en su capacidad operativa.

Lejos están los más desprotegidos de un trato prioritario. Por ahora se sigue esperando el cambio, para que el histórico hogar de ancianos deje de sumar historias de abandono y se parezca un poco más a un hogar digno.