Este es un viaje, un hermoso viaje que empezó dentro de las mujeres/disidencias y se expandió hacia los hombres y la geografía. Por primera vez en la historia de nuestro país el feminismo es un elefante dentro de la habitación: imposible ignorarlo, imposible tener los ojos abiertos y no verlo. ¿Son pocas personas o este nuevo paradigma atraviesa a toda la sociedad? Entrevista a la Lic. en psicología Casandra Ordoñez.

Fotos: Elena Visciglio

El feminismo es ese silencio incómodo en los almuerzos familiares. Son los cortes de calles en los que autos en marcha roncan su ira a bocinazos para que los dejen pasar, porque les da mucho vértigo a las personas que los ocupan tomar consciencia de las muertas que se cuentan en cada uno de esos pasos.

Es un momento histórico cargado de preguntas complejas, de reflexiones incómodas, de soledades dolorosas para las personas heteronormadas. Sobre todo eso, habitamos un tiempo cargado de soledad. No solo las mujeres y diversidades sexuales nos encontramos solxs frente a un abismo desconocido, también los varones, también las familias, los trabajos y el sistema político-económico.

“El feminismo es una nueva forma de vida, viene a plantear cambios, y al estar en un momento de cambio y al replantearnos nuestros roles, se hace difícil vincularse. Nos empezamos a posicionar en distintos lugares para todo lo que hacemos y eso naturalmente repercute en nuestra sexualidad”, explica consultada por El Otro la licenciada en Psicología Casandra Ordoñez.  “Se evidencia que la posición de la mujer en la sociedad está cambiando en lo profesional, en la crianza de sus hijes, en la familia, en lo sexual, en todos los ámbitos”.

Las relaciones humanas son sumamente complejas. El feminismo se hizo presente para romper con patrones de relacionamiento arcaicos y perjudiciales, pero ahora hay que construir nuevas formas de establecer lazos. “De alguna manera la pareja antes era una propiedad: si yo no cumplía no me amaba, no me elegía. Ahora eso se está poniendo en tela de juicio”, comenta Ordoñez.

“Muchas consultantes feministas dicen que les cuesta vincularse porque confían en un varón heterosexual, ‘aliado’ que finalmente empieza a comportarse con conductas machistas y esto las desilusiona. Y al varón le pasa que no quiere abandonar ciertos privilegios, comodidades que le brindó hasta ahora el patriarcado. El hombre no entiende hasta qué punto pide el feminismo una deconstrucción, no comprende porque lo tiene naturalizado y la queja de parte de ellos suele ser ‘que la mujer está muy violenta’”, explica la terapeuta en alusión a la falta de entendimiento que se gesta en vínculos heteronormados en los que se empieza a presentar un cambio de deseos y búsquedas.

Lo que antes atraía a una mujer heterosexual de un varón eran ciertos patrones de comportamiento íntimamente relacionados al sistema patriarcal, como la ‘hombría’, la fuerza, la imposición, que hoy son características que no se valoran de la misma manera, porque el feminismo plantea igualdad de condiciones en las relaciones, nada de sometimientos. Pero esos patrones siguen en desarrollo y están aprendidos por la sociedad en su conjunto, por lo tanto no es un momento sencillo el que estamos viviendo actualmente: se trata de una etapa en la que debemos rechazar valores ya interiorizados, crear nuevos deseos sanos y luego relacionarnos en base a ellos.

Para Ordoñez “el cerebro está cómodo con sus formas, sus ideas y la resistencia está adentro nuestro aunque busquemos aprender. Nos vinculamos con miedo, porque no hay consciencia y no hay educación sobre esta nueva etapa, porque fuimos criados por una generación diferente a la nuestra y el problema para vincularnos es parte del proceso de cambio. Va a pasar un tiempo hasta que logremos adaptarnos”.

Estamos viviendo el momento histórico de adaptación a la libertad de ser y sentir. No se trata de un tiempo sencillo ni corto, sino más bien de un proceso doloroso pero que, según la licenciada en psicología, no debemos vivir en soledad: “Solxs no construimos nada. El feminismo no es quedarse solx, es unirnos todxs por la recuperación de nuestros derechos desde el compartir y siempre cuidándonos a nosotrxs mismxs”.

“Argentina es uno de los países vanguardistas en temas de feminismo no solo en Latinoamérica sino a nivel mundial”, destaca la especialista, que además resalta la importancia de las predisposiciones psicológicas de las generaciones que hoy tienen que adaptarse al paradigma que propone el feminismo: No creo que haya una resistencia al cambio, tal vez de los adultos mayores, pero se está logrando y se trata de un alcance masivo. Los centennials son la generación que va a adaptarse mejor a este cambio”.

Ordoñez explica que “les centennials son la generación en la que van a prevalecer las emociones antes que las ciencias. Viven el presente, no tienen grandes preocupaciones, no les interesa el dinero. Son muchísimo más tolerantes y siempre están en pos de la aceptación de la diversidad”. Un ejemplo claro de esta generación para la que es más fácil adaptarse a los cambios son las jóvenes feministas de los colegios secundarios de Mendoza, que el año pasado durante el debate por la ley del aborto dieron sendas muestras de que son una gran cantidad de mujeres organizadas, conscientes y luchadoras que viven el feminismo con alegría.

Foto: Coco Yañez

A las generaciones más grandes les cuesta atravesar esta época sin miedo, ya que para quienes tienen interiorizados los valores patriarcales desde la cuna, esta es una travesía que a veces nos enfrenta a mesetas de soledad, bronca y mucha duda. “La base de los vínculos está en no rechazar al otrx por ser diferente, sino educarlo con consciencia, amor y respeto hasta donde unx puede medir la distancia próxima, una distancia que permita que no me quede solx y que sea bonito juntarme con ese otrx”, finaliza Ordoñez.

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