Mendoza atraviesa el peor momento de la pandemia de Covid-19. La circulación comunitaria del virus provocó un crecimiento exponencial de infectados que no encuentra techo y amenaza con colapsar el sistema sanitario. La ocupación de camas de terapia intensiva roza el 80% (90% en el Gran Mendoza), situación que se agrava con la multiplicación de contagios en personal de la salud. Según datos oficiales, 170 son las y los trabajadores de la sanidad que ya dieron análisis de coronavirus positivos. Sin embargo, fuentes consultadas por EL OTRO pusieron en duda esa cifra y denunciaron que, ante casos sospechosos o confirmados, el Ministerio de Salud y OSEP no contienen a quienes nos cuidan.

Por Negro Nasif
Gráfico de portada: Elaboración propia en base a datos del Ministerio de Salud de Mendoza | Foto: Cristian Martínez

El miedo es un sentimiento omnipresente por estos días entre las y los trabajadores de los efectores de la salud pública y privada de la provincia. Temor al contagio propio y de sus familiares, miedo a la falta de conciencia social que agrava las cosas, pero también terror a decir públicamente lo que ocurre puertas adentro respecto al estado de vulnerabilidad de porteras, ordenanzas, camilleros, administrativos, enfermeras, médicos y demás profesionales expuestos en la primera línea de lucha contra la pandemia, como Viviana Laura, la jefa de Enfermería de la clínica Santa Clara fallecida la semana pasada a causa de coronavirus, a la edad de 37 años.

“Estamos cansados, explotados, recargados de trabajo y a las autoridades les da lo mismo. Desde el lunes estoy con síntomas, me hisoparon el jueves y todavía no tengo el resultado, alejada de mis hijos, con una incertidumbre gigante, emocionalmente destruida, recibiendo el apoyo de la familia y amigos que están al pie del cañón. Y mientras tanto a los superiores solo les interesa si te dan el resultado para dar aviso a Infectología… Solo somos un número que se reemplaza y nada más”, afirma con dolor y desesperanza una enfermera del Hospital Pediátrico Humberto Notti, quien accedió a hablar con EL OTRO este sábado, con la condición de que resguardáramos su identidad.

Foto de archivo: Unidiversidad

El temor a represalias no es infundado. De acuerdo a testimonios recabados por este diario, en diferentes efectores de la provincia se emitieron memorandos y circulares advirtiendo al personal sobre la prohibición de dar información a la prensa respecto a la realidad que se vive en hospitales y centros de salud. A lo que se suman presiones y amenazas verbales directas o solapadas de funcionarios que buscan evitar que se den a conocer irregularidades, como la falta de insumos.

“Desde el viernes pasado no hay reactivos en el Hospital Central para hacer las PCR”, denuncia un profesional de laboratorio en diálogo telefónico con EL OTRO. Este insumo permite realizar una técnica clave de análisis que, a diferencia del hisopado, determina si el personal del hospital expuesto ha generado anticuerpos”, explica la fuente y aclara que este procedimiento se lleva a cabo tras un protocolo (triage) que alerta sobre la presencia de síntomas como fiebre, tos, falta de olfato o de gusto, dificultad respiratoria, etc., que lleven a presumir un posible contagio.

Foto de archivo: Télam

“Los casos de compañeros contagiados son mucho más que los que dice el gobierno”, sostiene otra trabajadora del Hospital Lagomaggiore y, al igual que su colega del Central, señala que no hay insumos suficientes para realizar hisopados y PCR a “enfermeras, camilleros, administrativos y médicos que tienen síntomas y siguen trabajando, o los mandan a la casa sin un diagnóstico”.

Este testimonio es coincidente con denuncias públicas que en los últimos días se han conocido a través de las redes sociales. También EL OTRO recibió mensajes a través de Facebook e Instagram que dan cuenta del destrato al que son sometidos quienes exponen su vida, muchas veces en condiciones de precarización laboral y ausencia de reconocimiento.

Foto de archivo: Gobierno de Mendoza

Este diario corroboró el caso de una enfermera del Área Covid SIP 3, del Hospital Notti, quien a pesar de padecer fiebre, tos y dolor de cabeza intenso, tuvo que transcurrir horas para ser atendida este sábado en el colapsado Hospital del Carmen, centro asistencial de la Obra Social de Empleados Públicos (OSEP). “Me siento muy mal, con todos los síntomas de Covid y tengo miedo de contagiar a mi familia”, señaló la profesional con razón. Las estadísticas difundidas por el Ministerio de Salud evidencian cómo todo el grupo familiar del personal sanitario queda expuesto. El 18 de julio, por ejemplo, el habitual comunicado de prensa del gobierno informó sobre 14 pacientes infectados del “clúster salud”: 3 profesionales y 11 familiares.

En la misma línea, otra trabajadora del Área Covid del Notti manifestó sentirse discriminada por desempeñarse en la sanidad pública y poseer la obra social estatal. “Pasé por tantas instituciones para recibir una asistencia médica y en todas fui rechazada, es una vergüenza el abandono de persona que hicieron, empezando por la institución a la que pertenezco, Hospital Dr. Humberto Notti, derivada al Hospital Perrupatto, Hospital Metraux, Hospital Santa Isabel de Hungría, en donde todos me dejaron de lado por ser personal de salud y tener OSEP”, narró la mujer sobre un peregrinar que concluyó en el Hospital del Carmen, donde le realizaron un hisopado y quedó hospitalizada durante 12 horas. “Es una vergüenza lo que han hecho con nosotros pero, como todos mis compañeros saben, somos un número más. Nos sentimos tan abandonados a nuestra suerte, es así”, cerró la trabajadora.

Foto de archivo: Télam

En el colmo del desamparo, familiares de trabajadores de la salud infectados debieron realizar cadenas solidarias en las redes sociales en los últimos días para conseguir donantes de plasma de convaleciente para el tratamiento de la enfermedad. Como el caso de Alejandro Carballo quien trabaja en las áreas de Covid de Clínica de Cuyo y Hospital Central y fue internado en grave estado en terapia intensiva, con asistencia respiratoria mecánica. O la situación del lujanino Rafael Félix, director médico del Sanatorio Regional. Afortunadamente ambos recibieron el plasma que necesitaban y pudieron iniciar el proceso de recuperación, pero estas situaciones dejaron en evidencia la falta de una política pública específica que priorice a las y los agentes de salud, a tal punto que todavía circulan pedidos urgentes de plasma por canales informales para trabajadores que exponen sus vidas para salvar las nuestras.

Tal como muestra el gráfico de portada, agosto comenzó con un acumulado de 79 trabajadores/as de la salud con coronavirus confirmado, cifra que se duplicó en solo un mes hasta alcanzar a 170 personas. ¿Cuántos números más serán necesarios para empezar a cuidarlos en serio?

 

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