El principal gremio de Mendoza no para de sumar fracasos. A pocos días de cumplir un año a cargo del secretariado ejecutivo, el Frente de Unidad para la Recuperación del SUTE (FURS) ha demostrado escasa capacidad para revertir la agresiva agenda educativa impuesta y exportada por el gobernador Cornejo. Parte de la oposición sindical, con menor efectividad todavía, denuncia complicidad. Ahora, es cuando la pobreza llegó a los hogares de las trabajadoras y trabajadores de la educación.

Altura

Foto: Coco Yañez

Está claro que el gobernador Cornejo escogió a las trabajadoras y trabajadores de la educación como sujeto referencial de su ajuste. Para ello diseñó un efectivo plan de estigmatización y pauperización desde que comenzó su administración provincial.

En ese recorrido fue testigo del cisma generado hacia dentro del principal sindicato de Mendoza, el SUTE, que a mediados de junio del año pasado cambió sus autoridades a través de elecciones.

Del tradicional dominio de la Lista Celeste, vinculada al peronismo, la conducción del gremio pasó a manos del FURS (Frente de Unidad por la Recuperación del SUTE), una alianza de agrupaciones autodenominadas de izquierda.

Febrero de 2015. La Agrupación Marrón, opositora a la conducción gremial, rechazó la oferta del 37% del gobierno. Imagen: Captura MendozaPost

El frente vencedor aprovechó la división del oficialismo y gestó su triunfo con la delegación Godoy Cruz como antecedente. Sus principales proclamas atacaban la burocratización y partidismo del gremio, así como responsabilizaban a sus anteriores autoridades de la desmovilización y los acuerdos paritarios insuficientes durante los gobiernos justicialistas. Incluso, convocando a huelga por 35% de aumento en un solo pago durante el último año de Pérez como gobernador. Es recordada también su oposición a la adhesión en Mendoza a la Ley de Educación Nacional. También su diatriba en favor del “salario igual a la canasta básica”, el “paro por tiempo indeterminado” y el “fondo de huelga solidario”.

De hecho, apenas asumido, el actual secretario general del SUTE, Sebastián Henríquez se envalentonó al expresar que “ahora el gobierno va a tener un rival a la altura” que revertiría la posición del Ejecutivo a través de “una campaña masiva de adhesiones al sindicato”, porque sus antecesores “en los últimos tiempos no convocaba ni a 30 personas en una plaza”.

Foto: Cristian Martínez

También anunciaba “mostrar lo que está pasando en las escuelas mediante una campaña audaz de comunicación”, para “dar el debate de la calidad educativa a partir de la realidad de los docentes”.

Aunque no descartaba medidas más hostiles: “el sindicato tiene que estar preparado para responder con fuerza ante cualquiera de los escenarios posibles. Nos votaron para convocar a participar pero sobre todo para ponerle un freno al gobierno y a sus ataques”.

A casi un año de mandato, la gestión Cornejo profundizó su agresión sobre el bolsillo y condiciones laborales de los trabajadores de la educación y no hay freno del gremio en el horizonte. Solo expresiones declamativas y consignas contenidas en cartelería pública, costosos espacios publicitarios en diarios hegemónicos, o bajo la forma de la militancia 2.0.

Derrotas en serie

Otros tiempos. Las agrupaciones de izquierda del SUTE reclamaban salario igual a la canasta familiar, paro por tiempo indeterminado y fondo de huelga solidario. Foto de archivo: SUTE Godoy Cruz

Desde un comienzo en retaguardia, la conducción del SUTE fue perdidosa en su primera negociación salarial y luego de la extorsión sufrida en paritarias con el “ítem zona”, casi que promovió la ley enviada por el gobernador para saldar las deudas. EL OTRO comprobó en aquel momento que tanto el oficialismo como la oposición sindical solicitaron a diversos legisladores la aprobación del proyecto enviado por Cornejo.

Ese gesto desesperado desembocó en la modificación del estatuto docente y dejó las puertas abiertas a futuras y peligrosas intervenciones del Ejecutivo provincial. Ante la debilidad manifiesta, sea de negociación o reacción, el gobierno escolar no solo no ha pausado su plan de acción, sino que apretó el acelerador sin nadie que lo detenga.

Foto: Cristian Martínez

La negociación salarial marcó una doble derrota. La primera al bolsillo de los trabajadores. La segunda a su representación gremial, que no supo acumular el descontento y la cuantiosa movilización producida en el comienzo del año lectivo 2018. En la actualidad no se avizoran rastros de aquel entusiasmo.

El gobierno continuó con el daño. Manipuló a la Suprema Corte y logró la constitucionalidad del ítem aula. Además, eliminó de un plumazo conquistas históricas del reformismo argentino con el reciente decreto 530/18 sobre la Educación Superior que despertó más rechazo activo desde las bases estudiantiles que de la propia orgánica sindical.

Comunicación 2.0. Costosas solicitadas en diarios hegemónicos son reproducidas en redes sociales. Imagen: Facebook S. Henríquez

En el raid, la semana pasada, las huestes de Jaime Correas avanzaron contra potestades sindicales históricas en los Cuerpos Colegiados, al intervenir las Juntas de Disciplina y Calificadora. En este punto, el espacio opositor Azul-Naranja, denunció la complicidad de Henríquez, al expresar que “frente a una resolución endeble y fácilmente recurrible, el SUTE pudo plantear la acción de inconstitucionalidad, o de amparo frente a la Cámara del Trabajo; o una denuncia por práctica desleal por violación de los CCT” (sic).

Desde la conducción del SUTE, con indisimulables grietas hacia el interior del FURS, desestimaron la opinión de la oposición y señalaron haber resistido la intervención “sorpresiva”, a la que calificaron como “otro golpe institucional del gobierno”.

Foto: Cristian Martínez

Lo cierto es que el cornejismo triunfante asegura que su resolución 519 quedó firme y que avanzará en las reformas de las Juntas. Desde la DGE manifiestan que la normativa fue publicada en Boletín Oficial en los primeros días de marzo y transmitida a través de un memorándum el 15 de mayo. “En aquel momento no hubo objeciones”, arguyen. Quien calla otorga, y Henríquez gritó tarde.

Lo que viene

Foto: Coco Yañez

Como lo exige su proyecto político personal, Cornejo se exhibe ante el poder económico como el más preparado para la etapa de ajuste estructural que necesita Argentina. Compite con Macri. A su incertidumbre le suma iniciativa y proactividad. Por eso nunca dudó en mostrar nuevamente a su terruño como la víctima ideal del proyecto neoliberal.

Va por más y, ahora sentado en la mesa chica de Cambiemos, quiere poner a los docentes de Mendoza en la vidriera nacional. Los convenios colectivos regionales son la forma de la continuidad del ajuste. La idea vendrá a complementar su propuesta de premiar la meritocracia a través de cursos de perfeccionamiento, algo que anunció el 1 de mayo pasado. El resto será un mero resultado: cambiar incentivo docente (fondo nacional) por productividad (perfeccionamiento y evaluación).

Setiembre de 2016. Foto de archivo: SUTE Godoy Cruz.

Cobra actualidad un diálogo que Henríquez sostuvo con EL OTRO, en el que advirtió que “la participación es difícil en momentos así, porque hay miedo, hay escepticismo, desmoralización, a veces apatía y está muy instalada la idea de que no se puede hacer retroceder al gobierno y que las resistencias no son útiles”, aunque más optimista aseveró que “hay que reeducarse como generación, hay un sector de trabajadores de la educación y trabajadores en general que tienen que rearmarse para esta pelea, y eso lleva un tiempo y paciencia”.

El secretario general del sindicato más importante de Mendoza plantea casi un desafío a la moral de sus representados. Habrá que ver si es correspondido, o si los flacos bolsillos demandan mayor poder de fuego de una dirigencia de izquierda.

 


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