Durante el año pasado, todos los miércoles Mariano Mari se juntaba con tres amigos a dibujar, en una suerte de evocación del rito de la mesa redonda, y los olores a lápices, gomas y temperas del jardín de infantes. Cada uno en lo suyo, aunque siempre pispeando al vecino. Felices de hacer lo propio entre la energía de los demás. Hoy, el dibujo es parte central de su vida.

Fotos: Seba Heras

Este año perdieron un poco la costumbre, pero aquellas jornadas del 2016 -reconoce Mariano- reafirmaron su necesidad del dibujo en las manos, y la plena conciencia de su importancia vital. “Dibujar tiene la emoción que siente un niño”, nos dice el ilustrador de 37 años, y se entusiasma contándonos que se ha propuesto seriamente este trabajo como una actividad preponderante en su vida de adulto.

“Dibujo y tengo un trabajo formal de oficina. Doble vida”, es la respuesta que dispara cuando le preguntamos qué hace. E inmediatamente nos imaginamos las caras de esos dos mundos, y la complejidad de siempre para congeniar y sobrevivirlos. Lo absurdamente gracioso que debe resultar que, en el medio de una charla de chabones del laburo sobre fútbol, minas y el TC 2000, surja la pregunta “Che Mariano, ¿y vos qué hiciste este fin de semana?”, seguida de la respuesta: “Estuve pintando planetas, tirado en el piso con mis mejores amigos”.

“Yo soy medio distante, pego onda con la gente pero suelo estar más al costadido”, reconoce detrás de sus lentes, mientras mueve un lápiz entre los dedos y habla sobre el abismo -en la forma de pensar y de ver la vida- que lo separa de alguna gente que no entiende que un tipo de casi 40 años dibuje seriamente como un pibe.

Repite varias veces la palabra “absurdo” y lo divertido que le resulta mirar el mundo desde una perspectiva surreal. “Cuando muchos van para otro lado, nosotros nos juntamos a dibujar”, dice, se ríe, y planta una imagen hermosa: “Muchas veces con mis dibujos me escapo un rato a ese otro lugar donde hay elefantes chiquitos para sacar a pasear”.

Más allá de que hay que laburar para comer, ¿qué lugar concreto ocupa hoy el dibujo en tu vida?

Dibujar es una tarea que me estoy tomando cada vez más en serio. La idea es, con el tiempo, poder revertir el plan. El momento es complicado, no es el mejor, pero la idea es ir proyectándolo. Por ahora lo hago por hacer, por placer, por compartir, pero quiero dedicarme cada vez más a esto.

Contadas cosas hice por pedido. Ahora estoy queriendo darle una vuelta de tuerca, por una cuestión de que también en el último tiempo me encontré con esto para mí, como una cosa más profunda. Para mí no es un hobby, es una cosa importante.

Dibujaba desde niño pero, como la mayoría de la gente forzada a hacerse grande, estuvo años sin hacerlo. Hace cinco, paralelamente a su profesión de diseño gráfico, Mariano comenzó a utilizar el dibujo como un medio de expresión personal. Como es frecuente, primero las imágenes fueron solamente para él y los más cercanos, pero rompió con esa historia y comenzó a mostrarlos en círculos más grandes, ferias, y hasta los límites universales que permiten las redes virtuales.

Retomó entonces hacia la memoria infantil, por el camino inverso del desarrollo gráfico: desde el trabajo digital hasta la recuperación del lápiz sobre el papel crudo.

“En diseño tuve un par de materias de dibujo, aunque la técnica ahora es más que nada mirar, buscarle un camino a la cosa. Lo que vengo haciendo digitalmente en el último año es con lo que más me reconozco. El año pasado tomé unas clases de dibujo con Juan Gavras y fue bastante importante. Más allá de los contenidos de clases, era como la primera vez que me empezaba a nutrir de un flaco que la tiene bastante clara, compartir información, tener charlas, ver su laburo. Como que empecé también a investigar por otro lado, o al menos a ir por un camino por el cual no me animaba. Quería acercarme más al ser humano, a la forma humana. Venía haciendo dibujos más como deformes, bichitos, y quería encarar otra historia pero sin cambiar el contenido. En eso estoy.”

Y llegaste al día de hoy, donde dibujar es algo cotidiano con pretensión de profesionalidad. ¿Cómo es ese día a día?

Algunos días me levanto temprano y aprovecho el empujón antes de ir a laburar. A veces me quedo en la noche. Aunque el horario tipo 7 de la tarde por ahí es el mejor.

¿Siempre hace falta tener ganas o te obligás un poco a hacerlo?

Me ha pasado que durante dos o tres días no puedo dibujar por otras actividades, o estoy muy cansado, y se me vuelve una necesidad casi urgente. Empezó a ser tan parte de mis días, que siempre trato de dibujar aunque sea un ratito.

¿Necesitás el ambiente del estudio en tu casa o podés hacerlo en cualquier lado?

Ando con una libretita para anotar unas ideas o dibujar algunas cosas, pero el lugar ideal es acá, en esta habitación.

¿Y en qué búsquedas andás?

Ahora por ejemplo tengo acá estos dibujos [los señala en una pequeña hoja], voy trabajando algunas ideas hasta que encuentro algo que me gusta o me convence y después lo desarrollo. Comencé a hacer una historieta que se llama Especie. En los dos capítulos que hice se vienen dando situaciones con el agua, algo que nunca había dibujado.

¿Cómo es el juego entre la idea y la representación gráfica?

Últimamente trabajo con ideas previas, voy dibujando en un papel, lo guardo, después retomo. El primer dibujo de Especie, por ejemplo, lo boceté, después nos juntamos a dibujar con unos amigos y ahí le fui dando forma.

Especie #1

 

Especie es el primer proyecto de historieta de Mariano Mari. Ya realizó dos ediciones que publicó en su sitio de Facebook. Sin usar palabras, el conjunto de cuadros describe y narra escenas de un microcosmos, donde un personaje convive con elefantes, seres imaginarios y la hegemonía del agua.

Desde la calidad de sus obras se presupone la obsesión por su trabajo. Pudimos corroborarlo. Mariano trabaja en cada uno de los detalles durante muchos días. Boceta, dibuja a mano con lápiz, lo pasa a tinta, luego le saca fotos o escanea y, en una netbook, realiza todo el proceso digital de correcciones y pintura.

Para quienes llegamos apenas a manejar el Paint en la computadora, nos asombra ver cómo, con un lápiz digital, Mariano pinta cuadro a cuadro con un placer envidiable.

Especie #2

 

Especie es una historieta universal. Podría haber sido dibujada en cualquier parte del mundo. Pero, ¿reconocés alguna marca identitaria mendocina en esa obra?

No encuentro mucho, aunque sí quizá el tema del agua tan presente sea una necesidad de los mendocinos. En enero, hice un viaje con mi novia a Uruguay y estuvimos en unos lugares de mucha piedra al lado del mar. Ese anhelo de paisajes tan flasheros, para gente con tanta aridez en la cabeza como los mendocinos, capaz que influyeron.