EL OTRO entrevistó a la actriz Tania Casciani para hablar sobre el momento que atraviesan les artistes en medio del aislamiento. La lentitud del pago de la Vendimia, entre otros tópicos que la trabajadora de la escena local comentó en diálogo telefónico.

Fotos de archivo: Seba Heras/Luciano Viard  

Foto: Seba Heras

Contexto de crisis económica, pero no solo económica, generalizada. Puntualmente dolorosa para los sectores más desfavorecidos. El arte y la cultura no escapan a esto porque son actividades que se desarrollan a partir del esfuerzo de cientos de trabajadoras y trabajadores. Momento para pensar el hoy, el después.

La llamada es amena, como habitualmente, quizá con menos sol pero sin ausencia de risas. No usamos llamada de aplicación porque la artista aún no tiene servicio de internet casero y ha sobrevivido para contarlo. Tania Casciana, actriz mendocina, nos cuenta cómo vive su cuarentena.

¿Cómo sobrellevás el aislamiento?

Bastante bien. Me mudé justo antes de toda la situación de aislamiento, por lo que estoy sin wi-fi, pero son desafíos de la vida –bromea-. Pero también a raíz de la invitación para la entrevista pensé en que hay mucho contenido al que tenemos acceso y no todo está en internet. Apelé a una memoria externa con películas y series, y todo ese otro asunto que son los libros. Te ponés a chusmear los libros que tenés y te das cuenta que no has leído todo.

Foto: Seba Heras

A pesar de eso, aparentemente, es necesario para vivir también el tema de videollamadas, las clases virtuales y algunos contenidos… Todo depende de las posibilidades de acceder online. Así que también estoy comprando paquetes de datos, bastante seguido, porque se acaban muy rápido.

¿Qué pasa con la economía de artistas en contexto de pandemia?

Es muy, muy difícil, la verdad. Porque creo que, de alguna manera, esta situación saca a la luz el estado de precariedad en el que estamos les artistas como trabajadores. Cuando una está en el agite de la rutina en el que los ingresos son más o menos estables pero circulan, van y vienen, y por ahí no te das cuenta del nivel de precariedad. Y ahora, de pronto, nos damos cuenta de que no hay mucha opción.

La verdad es que es un sector del trabajo invisibilizado como tal. Incluso muchos de nosotres no nos reconocemos como trabajadores. No está de más decir que los apoyos o las iniciativas de apoyos están viniendo más del lado del gobierno nacional que del provincial, que en un momento ni siquiera iba a pagar los sueldos de Vendimia, trabajos que ya estaban hechos.

Foto: Luciano Viard

 

¿Ese pago ya fue realizado por el gobierno provincial?

No del todo. Yo no he cobrado aún, por ejemplo. La semana pasada gracias a la gestión de sindicatos y de algunes artistes que publicamos un flyer comunicando la situación de la falta de pagos, el Ministerio (de Cultura) habilitó esa partida pero el pago se va haciendo por tandas sumado, además, a la complicación de los bancos cerrados y muchos artistas que no están bancarizados que han tenido que pedir cuentas prestadas porque se quedaron sin la opción de cobrar por cheque, todo se ha demorado bastante. Así que hay artistas que están cobrando y otros que aún estamos esperando.

¿O sea que el gobierno de la provincia aún no termina de abonar el trabajo que finalizó en los primeros días de marzo?

Sí, y que comenzó el dos de febrero.

En parte, la iniciativa que hemos tenido de comunicar esto la semana pasada no fue una denuncia de que no estaban pagando, sino de la necesidad de que se aceleren los procesos de pago porque estamos en una situación muy compleja a nivel mundial que nos excede a todes.

A nivel nacional hay algunos planes que están en proceso de evaluación a través del Instituto Nacional de Teatro que se llama Podestá, que adelantan compra de funciones de obras que no tienen fecha de realización. Es decir, el INT dice: “Te contrato y te pago dos funciones de tu obra y cuando todo esto pase y el teatro vuelva a ser una actividad humana posible, ponemos fecha y lugar y se hace”.

Captura de pantalla: Plan Podestá

Esa selección se ha hecho a partir de convocatorias previas por lo que está acotado a ese espectro en particular. Probablemente no será una ayuda que nos llegue a todes por igual dado el dinamismo de la actividad cultural. Si bien se reconoce, y mucho, las líneas que se van tirando, también hay artistas como los callejeros que están totalmente desprotegidos. Es una situación muy compleja y difícil. Más allá de la asistencia de emergencia de ANSES, no se ve mucha otra iniciativa.

Toda la actividad teatral, en cuanto a lo artístico y a lo pedagógico, está totalmente parada. En mi caso, este es el primer año en el que empecé a dar talleres en un espacio oficial y la única consideración que se tuvo es la de no cobrarnos el alquiler. No hubo ningún centro desde allí tampoco.

¿Cómo sigue el teatro en medio de todo esto?

A mí me pasa que me cuesta mucho pensar el teatro en este contexto. Veo que hay muchas iniciativas de la virtualidad que son “polémicas”, que me parecen que responden más a una manía de querer seguir y entiendo la necesidad de seguir pero ver teatro filmado es contraproducente –ríe- La gente no va a querer ir más a ver teatro.

Hay algunas puestas que han sido pensadas para poder ser registradas con cámara y cobran algún valor estético pero en general, en el ámbito local, no es lo habitual. La mayoría de los registros que tenemos en la provincia son registros realizados para participar de convocatorias que, por reglamento, tienen que registrarse con cámara fija. La verdad es que no es lo más deseable compartir esos materiales.

Creo que estas iniciativas virtuales son positivas como acto de resistencia y resiliencia pero también me da la sensación de que es un momento en el que tenemos que aceptar el parate, más allá de las consecuencias económicas que tiene y son muchas y complicadas, usarlo para pensar qué necesita el teatro en este momento, cuál es el presente del teatro.

Mis talleres, vos los conocés, se llaman “contacto” y me da risa porque el contacto es peligroso en este momento. Entonces esto me hace sentir que es momento de pensar en actividades que nos esperen para cuando esto pase. Porque esto va a pasar y vamos a volver al teatro pero me parece que hay algo de la productividad que, en este momento, no está bueno.

Foto: Seba Heras

¿Se va a modificar algo en el teatro?

Todavía me cuesta bastante pensar cómo nos va a cambiar esto, pero sé que el teatro es una actividad profundamente humana por lo que indefectiblemente va a cambiar y hoy tiene el desafío de trascender lo virtual. No porque me ponga purista de la presencial pero creo que es un buen momento para pensarlo desde lo colectivo, que se hace con otres en el escenario, con otres en la platea donde sea que se plantee las posiciones.

Entonces me parece que el cambio va a ser en una posición profunda. En lo formal creo que no lo puedo ver, porque primero hay que aceptar el parate, también para saber cómo vamos a salir adelante cuando esto pase.

¿Qué recomendarías respecto de material audiovisual? ¿Qué te ha impactado?

Hay tanto. Eso me impacta. La cantidad de cosas que hay para hacer y lo poco que nos satisfacen. Pero bueno, como estoy un poco vintage sin Netflix, estoy viendo Los Soprano que es una serie un poco retro y me hace feliz, porque habla de la mafia que es un tema que me entretiene.

Después, me ha conmovido la necesidad de compartir. La gente recomendando: “Che, a mí me gustó o me hizo bien esto y capaz a vos también…”

Y un gesto que surgió espontáneamente con miembros de mi familia es compartirnos lecturas en audios de WhatsApp. Volver a esa acción muy hermosa de cuando eras chica y te leían. Pero la recomiendo así, no como “hago un vivo de Instagram”, sino te comparto esto porque te conozco y te quiero y creo que puede hacerte bien.

Y esto se relaciona con la pregunta respecto del cambio del teatro que me hacías recién y tiene que ver con empezar a considerar más a quien te está escuchando y qué necesita.

 

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