El Covid 19 puso en evidencia desigualdades, desequilibrios y desaciertos de todas las estructuras e instituciones humanas. Vendimia no escapa a eso.

OPINIÓN | Santiago Borremans, actor y docente
Fotos: Seba Heras

Insistir en una festividad que solo celebra el y al poder de turno precaraziando siempre a lxs trabajadorxs, desde lxs proletarixs de la viña hasta lxs más profesionales de lxs artistas es tradición en Mendoza. Lástima que la pandemia del Covid 19 no ha alcanzado para poner en evidencia la seria necesidad de repensar y redefinir la Fiesta Nacional de la Vendimia, con sus obsoletas soberanas y sus ya caducos cuadros, vestuarios, escenarios, libretos, funciones y promesas de innovación. Qué linda es la oportunidad que se está dejando pasar. La oportunidad de repensar, reestructurar y rehacer el concepto de espectáculo, de fiesta, de identidad, de tradición, de arte y de trabajo. Claro, repensar implica remover acuerdos y quistes burocráticos, administrativos y conceptuales. Repensar implica asumir lo inasumible y arriesgarse a crecer. Madurar desde el poder más poderoso de turno al cosechador más recién llegado a la viña.

Me resulta inevitable percibir la Vendimia Virtual como otro manotazo de ahogado de la agónica gestión cultural, siempre en coma inducido (no me refiero solamente a esta gestión cultural, hablo de todas las gestiones culturales que conoció Mendoza). Las posibilidades y recursos que plantea la Vendimia Virtual solo benefician al sector empresarial, refuerza la anestesia del sector cultural y confirma la amnesia del pueblo invocando el fantasma de la tradición popular.

En esta Vendimia atravesada por la pandemia útil sería destinar los recursos económicos y las voluntades políticas a la actualización y mejoramiento de las posibilidades laborales de actrices, actores, bailarinxs, musicxs, artistas visuales, diseñadorxs, directorxs, coreógrafxs y un largo, largo etc. Una gestión que se ha encontrado acosada por una peste mundial, y que aun así concibe la Ley Thomas de educación, pide a gritos formarse en casi todos los órdenes de lo académico, lo informal y lo posible. Es urgente.

El Estado provincial respecto al ámbito de la cultura se comporta igual que Godinez: con desidia perenne e invulnerabilidad ante el siglo XXI. Este precarizante desinterés  es cada vez más y más evidente a la luz del Covid 19 pero, cual don-maldición nos impide hacer una fiesta precarizada y delirante, pero también nos permite solucionar dedicando tiempo y espacio a escuchar, analizar y repensar a lxs trabajadorxs estéticos y su campo de acción tanto como su utilidad. Digo que el Estado, aún ante este hecho arquetípico y paradigmático que es una peste, insiste tan firme como incoherente en no respetar ni valorar a sus trabajadores de la cultura. ¿Cómo? Manoseando el deseo de actuar que no es otra cosa que la necesidad de trabajar.

Vendimia, sirviéndose de medios tecnológicos como nunca soñó, ¿insistirá en retratar un espectáculo tan colorido como lamentable?

Vendimia virtual, ¿tendrá definiciones claras y del todo legales a la hora de plantear términos  condiciones, derechos y obligaciones en un contrato laboral?

Vendimia virtual, ¿continuará con la tradición de pagar fuera de término sueldos y honorarios de las y los trabajadores de la Fiesta?  

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