Un obrador alberga a varias instituciones educativas en el oeste de Godoy Cruz. EL OTRO estuvo en el Barrio Sol y Sierra y pudo verificar el mal estado de la construcción que cumple, además, funciones de contención y recreación social. Pese a las deficiencias de infraestructura básica, la DGE priorizó la instalación de un reloj biométrico para control de asistencia. La comunidad lanzará una campaña el próximo sábado para reparar el edificio.

Fotos: Cristian Martínez

El Barrio Sol y Sierra está algo alejado del núcleo céntrico del departamento que Tadeo García Zalazar comanda. Más de 25 cuadras separan al barrio de la calle “Chuquisaca” en un camino que no posee casas o comercios. Dos kilómetros y medio con una soledad que hace que cualquier persona se sienta insegura de caminarlos.

El transporte público de pasajeros es deficiente y tiene una incidencia muy negativa para muchas familias humildes que lo tienen como único medio posible.

Esta comunidad de familias trabajadoras de bajos recursos cuenta con una posta sanitaria, un CENS (3-474), un CEBJA (3-238) y un espacio para el desarrollo de actividades culturales. Todas estas instituciones funcionan en un mismo galpón, otrora obrador de una empresa privada que comenzó a utilizarse para impartir clases a estudiantes mayores de edad en 2008.

Desde aquel momento en el que la primera promoción de estudiantes tuvo por primera vez la atención del Estado en su propio sitio, muchas otras personas accedieron al derecho de educarse formalmente en un galpón que hasta entrado el 2008 se usaba para almacenar materiales de construcción.

En los últimos meses el techo del tinglado, que desde hace diez años funciona de forma transitoria como las escuelas y como centro de desarrollo de la comunidad , sintió el deterioro que el clima desértico del pedemonte impone.

Las instalaciones son muy precarias y los baños deficientes en términos de sanidad básica, el piso llaneado no tiene baldosas pero sí pozos irreversibles y las instalaciones eléctricas adolecen de elementales condiciones de seguridad.

En este contexto de pobreza de infraestructura, la Dirección General de Escuelas instaló un moderno reloj biométrico para control de asistencia de las trabajadoras y trabajadores de ese faro educativo del Sol y Sierra.

 

 

 

 

 

 

A pesar del destrato que esta acción inconexa con el contexto social local podría suponer para cualquier comunidad educativa, maestras, profesores, alumnas y alumnos, iniciaron una campaña para lograr fondos que permitan efectuar refacciones del edificio que, también, contiene y educa a familias completas con propuestas deportivas, artísticas y culturales.

Este sábado 28 de julio la comunidad se reunirá a las 10 de la mañana en la calle Segundo Sombra y Dique Phillips para lanzar la campaña “#UnTechoParaElMerendero”. Están invitados estudiantes, maestros, autoridades educativas y toda la población solidaria para contribuir con este imprescindible espacio de educación y desarrollo social.

 


 

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