En el teatro Plaza Paradiso, la banda presentó su disco debut “Ambos lados” con mucho público e invitados que le dieron vida al fuego juvenil de rebelión y responsabilidad.

Por Richard Quevedo
Fotos: Santiago Vega

La lucha por hacer llegar las nuevas canciones trae aparejado cierto trabajo detrás, dificultades, quizás muchas veces las peripecias del under, la pelea con el monstruo comercial. De allí brotan sueños que se nutren de influencias, de héroes musicales que se han ido propagando por generaciones y tejen ese virus que parece irrompible, y definitivamente lo es.

Me niego a entender entonces que decir Vital vestigio se asocie con el futuro, porque ellos ya están acá, con un nombre potente, notable y un mensaje claro que, aunque tiene la forma de rock adolescente, la responsabilidad de la lírica y, a lo que apunta, lo vuelve certero y viejo.

La noche se abrió con Yuls, la banda que también carga en su impronta una energía tremenda de la majestuosidad y la hegemonía que el indie tiene hoy por los rincones de Mendoza. Con un par de temas impecables le dieron más que calor al Plaza Paradiso.

El público intergeneracional empieza a copar el centro cultural a eso de las 23. El entusiasmo se entremezcla entre las edades. Ese apoyo para recorrer un par de kilómetros o metros cuesta mucho en Mendoza por estos tiempos, pero es importante hacerlo y la gente se acerca, hasta se animan al ya tan popular cantito “Vamos Vital con huevo vaya al frente…”.

 

23:30 es la hora indicada para el apagón de luces y ansiedad desmedida de músicos y público, a ambos lados de esta retroalimentación. Suena un audio de fondo con mensajes fuertes, mensajes de amor, existencialismo, cuestiones duales que hacen a los seres humanos y a quienes quieren escarbar un poco más en las mentes. Los pibes de Vital vestigio tienen esa intención.

La espera ya es pasado, eso sí. Sebastian Casciani como nunca: “Por las noches…canción porque lloras…”, con la mirada puesta en esa realidad que es el disco debut, en una noche a sala casi llena. De a poco se arrima al fogón festivo la voz de Exe Stocco para interpretar una canción hermosa, poderosa, con esos matices pasadoverdescos.

El espíritu de Cebo Cara también se torna presente en la noche, lo trae Nico Riquero mientras Franco Gomez le cede honoríficamente el bajo para elevar al cielo Angelical, un tema country que irrumpe en la lista de canciones. Se completa así con un show donde no falta nada: la presencia virtuosa de Nani de Set, para entender que la música es hoy uno de los antídotos que nos salva, que el abrazo colectivo del arte tiene más que lo mortal y que el tedio tiene esa pulsión de vida que eleva nuestras alegrías cotidianas.

Lo mejor de la noche es toda la noche, pero se termina, la iluminación de la vida es una fugaz película de un par de horas con miles de horas detrás de mucho trabajo. Un recital siempre es una vida vivida en un rato, porque siempre existe esa dualidad, siempre estamos preguntándonos por lo negro y lo blanco, por la vida/muerte, el yin y el yang, el bien/mal. Somos el resultado de nuestros radiantes lugares y las oscuridades que también proclaman.

Vital vestigio tiene desde hace mucho en las venas ambos lados: la adolescencia marcada inexorablemente por una cuestión de edad, y la vejez de ser portadores de un mensaje que se puede propagar de acá en adelante, y eso es una responsabilidad que no la asume cualquiera.

Aguanten los pibes que arman una banda de rock para querer cambiar el mundo.