Locomático en entrevista con EL OTRO. Su nuevo disco e intenso camino de gira. Integrante de una camada de cantautores sub 30, hace honor a la apertura y amplitud para concebir una vida cruzada por el arte.

Fotos: Lucky Viard

¿Cómo fue el proceso de tu nuevo disco “Pasamano, cosa é mandinga”?

Lo empecé en noviembre de 2013 y lo terminé a finales de 2016. Ahora en junio me lo masterizó el Fede López. que labura con los Usted señalemelo y es un niño monstruo. Lo masterizamos en la casa del Huarpe que es el bajista y productor de La skandalosa (tripulación). Y lo grabé en Ozono records.

Tiene un montón de invitados. Hay gente de La paloma en la pared, de Manso Muñeco, un loco de Francia, hay de La Malatesta… Fue un proceso muy largo y ahora quiero que se escuche.

¿Habías grabado antes?

Tengo un disco que grabé en medio de este, en Chile. Lo grabamos de arrebato en una casa de Valparaíso. Pero es un disco casero que no tiene muy buen sonido. Este ya está más elaborado. Lo produje todo yo. En vez de invitar amigos a tomar una birra, los invitaba a grabar.

¿Qué caminos transita este disco?

El disco tiene diez canciones y una escondida. Once. Esa escondida tiene más de diez años, bastante vieja. Tiene un poquito de todo, tiene rock, reggae, baladas y una especie de cumbia. Lo podés escuchar, está en Bandcamp y en You Tube, y próximamente lo cuelgo en Spotify.

¿Cuándo empezaste con la música?

De muy chico. Escribo desde los ocho años. Antes me gustaba dibujar, después lo perdí y me puse a escribir, y como a los diez me regalaron una guitarra. Desde que aprendí a ejecutar las notas empecé a combinar esto de que me gustaba escribir y la guitarra, y empecé a hacer canciones. Ya tengo veintinueve, así que van varios años.

Presentás este disco de gira, ¿no?

El primero de setiembre lo toqué en un festival en Santiago de Chile. En octubre voy a Córdoba, el 11 y 12, el 20 vuelvo a Mendoza y el 21 a San Rafael. El 26 en Valparaíso, 27 en Santiago, y terminamos el 28 en Rancagua. Con un dúo de Córdoba hacemos toda la gira, mientras me voy enfocando en un tercer disco, porque luego de Pasamano han surgido muchas canciones nuevas que quieren ser grabadas.

¿Cómo se llevan esas rutas tan intensas?

Son muy intensas en todo sentido. Yo soy una persona que no sale mucho, como que soy bien guardado y cuando me encuentro de gira estoy teniendo todo el tiempo contacto con gente, y eso es súper energético y positivo porque me alimenta mucho.

Es remo, es guerra, porque es todo autogestionado. Sin esa intensidad no funciona. Si me quedo dos o tres días en cada ciudad, me gasto la plata de los conciertos y no puedo seguir viajando. Por eso las armo así de intensas.

¿Cómo ves la movida de la música y la gestión de la cultura en Mendoza?

Tengo la impresión de que solo unos pocos son beneficiados por Cultura y el resto vive de la autogestión. Argentina es un lugar que, desde Cromañón, empezó a cerrar espacios. Hoy en día no quedan muchos, te encontrás con cosas distintas, con productores que te consiguen lugares, pero terminás laburando para ellos. También te encontrás con gente que está laburando muy bien, autogestionándose, que hacen conciertos que se llenan y la gente lo está valorando. Eso hace que uno pueda laburar.

No veo mucho apoyo cultural. Si voy y pido algo, casi seguro que te ponen un canje o te transan por algo, lo cual no es malo pero no lo elijo y creo que hay mucha gente que también lo rechaza. Es por eso que el camino se hace más largo, aunque creo que es más redituable en cuanto a experiencia, a contacto con la gente, en lo que se ofrece y recibe.