El dúo de cantautores mendocinos más soleado estrena sus instrucciones para llegar a Dumliria. Algunas pistas en esta entrevista con EL OTRO.
Fotos: Seba Heras
La tarde es tranquila. Marcos Babar calienta el agua, alista el mate y abre la puerta. Cronista y fotógrafo se acomodan en un acogedor rincón musical. La llegada de Hernán Gutiérrez, es la señal para que comience el rec de la entrevista. Dos jóvenes dulces, pero muy serios, comentan cómo y para qué llegar a Dumliria.
¿Qué es Dumliria? En este disco tenemos instrucciones para llegar a ese lugar…
Hernán: Tiene una historia que para mí es muy bonita y te la puede contar Marquitos en primera persona.
Marcos: A ver, dale… Contala vos en segunda persona.
H: Yo no soy de acá. Nací en Buenos Aires y, después viví mucho tiempo en Gral. Alvear. Marquitos vivió siempre acá en la ciudad. Él transitaba las calles de acá de la Ciudad de Mendoza a los… ¿cuántos años tenías Marquitos?
M: Doce o trece años…
H: Hace un montón de años…
¿Cuánto es ese montón de años?
M: Y yo tengo treinta y uno…
H: Son un grupito de años, ¿ah? Y caminando por las calles se encontraba con carteles que son los que hemos reproducido nosotros ahora. En esos carteles tenías instrucciones para llegar a Dumliria pero que eran imposibles de seguir.
M: Claro. Novecientas lunas hacia el norte, quinientos pasos hacia el oeste. Era imposible. Y a mí se me quedó muy pegado en la cabeza y no sé cuándo fue que te lo conté loquito.
H: Desde siempre.
M: Sí, desde siempre. Y nunca pude dar con él o la autora de esos carteles. Entonces en los toques se nos ha vuelto una constante preguntar por el autor de estas intervenciones, y finalmente decidimos tomarlo como una inspiración para crear una especie de manual para llegar a algo que no es ni un lugar, ni una cosa, ni un estado emocional. No es nada muy específico pero sí es eso que todos de alguna manera estamos buscando. ¿En tu caso qué es Dumliria?
H: Es un lugar al que quiero llegar yo con la música que hacemos, y con nuestro colectivo, que tiene que ver con lo social. Para mí ha sido re bonito jugar con esto del lugar de origen y el transitar del músico; el hecho de rememorar esa intervención artística me gusta. Hay cosas que suceden y que, por ahí, son pasajeras, pero quedan en la memoria colectiva de una ciudad, como lo seremos nosotros en algún momento, quizá.
M: Ojalá.
H: Ojalá.
La idea de persistir en el tiempo…
M: Yo creo que ese deseo de persistencia, en primera instancia, hace que uno haga discos, edite un libro o una escriba canción. Es ese deseo de seguir persistiendo de alguna manera, de ganarle de mano al cuerpo. Es una cosa demasiado efímera, no poco importante pero efímera.
Lo que vos decís es que probablemente los autores de esas instrucciones no sean encontrados y quizá ya no estén vivos. Sin embargo, trascienden a través de su obra…
M: Claro, están en este disco. De hecho han quedado dos carteles nada más. Hay uno a la vuelta de un espacio cultural cuya dirección se da por privado. y otro en Clark y Martínez de Rozas.
Sigue siendo un no-lugar porque la dirección de ese espacio se obtiene en privado.
Habrá Sol está en el marco de un trabajo colectivo, ¿no?
M: Sí, estamos trabajando en algo llamado El gran maizal que es un estudio, un sello discográfico, una productora audiovisual y una editorial.
El grupo de gente daba para todo eso, entonces dijimos hagamos todo eso, y lo más explotado -hasta ahora- es el estudio y la productora audiovisual. En lo editorial estamos haciendo nuestros propios discos y, ahora para la Feria del libro, vamos a presentar los primeros libros editados por el colectivo.
¿En lo editorial van a empezar con libros propios? ¿Después abrirán el juego?
M: Sí, porque así como a nosotros las inquietudes nos llevaron a armar una estructura para desarrollar nuestros productos, nos gustaría poder brindar esa estructura para otras personas que tengan la necesidad de este espacio.
H: La necesidad surge de poder concretar lo que nosotros hacemos y estar abiertos a propuestas. Tenemos esta estructura para ir soltando todo lo que producimos y tenemos que aprovecharlo. Por ahí, se ve más en lo audiovisual esto de salir a filmar canciones, ¿viste?
Ir armando un registro de cantautores de a poquito. Canciones que a nosotros nos gustan y nos resuenan un poquito adentro. Siempre jugamos con El gran maizal y decimos que hacemos música orgánica.
¿Cuándo tocan?
M: El jueves presentamos el disco nuevo de Habrá Sol en el Teatro Quintanilla y con El Gran Maizal hacemos una Matertulia en el Le Parc, el viernes, en el marco del COMECOCO. El sábado vamos a estar en el BAFICI, en la Nave Universitaria.
El colectivo tiene la plasticidad para estar en todos esos lugares a la vez.
M: Sí. Nos podemos adaptar y eso está buenísimo. Por ejemplo. Hay un evento que es El día intergaláctico del Patio Cantor, que lo venimos haciendo hace cuatro años y desde hace dos ediciones lo hacemos internacional. En Mendoza y en Valparaíso, el mismo día y a la misma hora. Ahí hay una comisión acá y otra se va a Chile a laburar con un centro cultural que se llama Patio Volantín.
¿Quiénes son El gran Maizal?
M: Además de nosotros dos están: Maymará Bracamonte, Facundo Leyes Cue, Camila Millán, Pruno Balero, Jerusalén Arballor y Lucía Miremont.
¿Cómo se llevan?
H: Es una familia casi. Con sus pro y sus contras…
M: Justo anoche hablamos de eso. El trabajo horizontal conlleva una dinámica casi familiar, con sus peleas y sus encuentros. No tenemos una estructura piramidal, entonces va cambiando la conducción de acuerdo a la tarea que toca en el momento. Y esto hace que tengamos que charlar todo y consensuar más desde lo humano que desde lo organizativo. La verdad es que ocho individualidades es un laburito, pero hace cuatro años que nos mantenemos las mismas personas en el colectivo.
No hay jefe…
H: El liderazgo va rotando y hay gente que se encarga más de las Matertulias y otros se encargan más del Patio Cantor. Y si bien esas divisiones ayudan, siempre estamos todos apoyando cada iniciativa.
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