Trabajadores de la sede mendocina del CONICET realizan una toma pacífica en protesta por los recortes presupuestarios en el organismo y las restricciones en el ingreso a la carrera. En un comunicado, los científicos repudiaron a “algunos medios y ejércitos de trolls” que iniciaron una campaña de desprestigio de la ciencia argentina, para generar una corriente de opinión en contra de los investigadores.

Fotos: Cristian Martínez

Desde el comienzo de esta semana, la delegación local del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) está movilizada contra el plan de ajuste del gobierno del presidente Mauricio Macri.

Los becarios, investigadores y demás trabajadores del organismo decidieron, en el contexto de un plan de lucha nacional, tomar la sede del Parque Gral. San Martín y realizar asambleas para discutir y resolver la continuidad de un reclamo que se prevé de largo aliento. El recorte presupuestario y el cepo al ingreso de nuevos investigadores a la carrera científica son los principales ejes del conflicto.

 

Respuesta a los intentos de descrédito 

En el Centro Científico y Tecnológico, los investigadores e investigadoras señalan que, desde el año pasado, algunos medios de comunicación masiva vienen desarrollando en forma sistemática una campaña para desacreditarlos y, en definitiva, cuestionar al organismo público, en un contexto general de recrudecimiento de un discurso de puesta en duda del rol del Estado en ciencia y tecnología. Para ellos, esa embestida además se expande a través de grupos rentados que, mediante posteos permanentes en las redes sociales, intentan ridiculizar los estudios científicos del CONICET, sobre todo en el área de las Ciencias Sociales.

Bajo el título “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener el consenso social que ha conquistado la ciencia pública argentina”, desde el CCT Mendoza difundieron un comunicado -firmado por Fernanda Beigel- que transcribimos a continuación:

La agudización del conflicto en el CONICET va sumando cada vez más apoyo de la ciudadanía. Frente al consenso social que tiene el reclamo de los científicos, desde algunos medios y ejércitos de trolls que vienen funcionando desde la campaña electoral de 2015 han iniciado una campaña en redes sociales para desprestigiar a la ciencia argentina y generar una corriente de opinión en contra de los investigadores e investigadoras del CONICET.

Se nos acusa estar politizados, de haber trabajado para la campaña de Scioli, justamente cuando la realidad nos está mostrando que tuvimos razón: Macri mentía cuando decía que no teníamos que tener miedo y que iba a haber continuidad en la política científica. En poco tiempo se están desmantelando todos los logros alcanzados por el sistema científico argentino y la Universidad pública en la última década. Se arroja un manto de sospecha sobre la utilidad de nuestras investigaciones y nuestro rol en la sociedad, aduciendo que trabajamos sobre temas superfluos o abstractos, que somos parte del gasto público sin control, que nuestras investigaciones no tienen interés para la ciudadanía.

Se ataca principalmente a las ciencias sociales, mintiendo con descaro: En Sitio Andino (Mendoza), el periodista Marcelo Torrez sostiene que según registros oficiales 810 investigadores de CONICET presentaron trabajos sobre el peronismo, 480 sobre los Kirchner y 148 sobre Marx. Según ese supuesto registro oficial entonces, 1438 investigadores sobre un total de 9236 que hay en total en el país se dedican a Perón, Kirchner y Marx. ¿Todos los cientistas sociales del país? Evidentemente, falso. Sin embargo, aunque son muchos menos los dedicados a estos temas, ¿qué razones habría para pensar que la Sociología o la Ciencia Política no deberían estudiar el peronismo, uno de los fenómenos socio-políticos más importantes de nuestro tiempo?

Las ciencias sociales no estudian las fluctuaciones de la masa de glaciares, ni producen tecnologías, artefactos utilizables, o vacunas contra el cáncer, pero son las únicas capaces de analizar el impacto socio-ambiental de la minería a cielo abierto; las que están preparadas para la determinación de los condicionantes sociales y culturales de las campañas de salud pública; las que pueden comprender las nuevas culturas juveniles y las vanguardias artísticas contemporáneas; las que pueden explicar el fracaso escolar y los cambios del sistema educativo.

Son, por definición, ciencias críticas, porque su objeto es la desigualdad social, la cultura popular, la pobreza, entre otros. No son ciencias aplicadas: desarrollan la investigación fundamental orientada al uso. Es decir, producen análisis y diagnósticos que son útiles para la elaboración de políticas públicas informadas, para organizaciones comunitarias, organizaciones no gubernamentales y la comunidad en general. Al igual que la matemática, la astronomía o la biología, también desarrollan teorías, las discusiones filosóficas, y la epistemología, porque ninguna ciencia avanza solo por la acumulación de observaciones empíricas, sino en el diálogo permanente con la teoría.

 

La expansión del campo científico argentino permitió el desarrollo de una multiplicidad de campos temáticos en todas las disciplinas, tanto de las ciencias “duras” como de las ciencias “blandas”. Y para todas ellas, por igual, el Conicet desarrolló un sistema de evaluación internacionalizado, meritocrático, de altísima exigencia, que implica la publicación en revistas científicas indexadas y evaluadas por pares extranjeros. Es decir que los/las investigadores del CONICET que estudian el peronismo, el kirchnerismo o Marx, tienen que haber demostrado que forman parte de la discusión internacional y que tienen contribuciones originales para  la comunidad científica universal. Cada candidato/a a ingresar a la carrera de CONICET pasa por tres instancias de evaluación: los pares especialistas, la comisión asesora disciplinar y la junta de calificación y méritos, compuesta por miembros de todas las áreas científicas. 500 jóvenes hoy quedaron afuera producto del recorte. Fueron formados durante 7 años, atravesaron todas esas instancias y fueron recomendados para ingresar. Los trolls y multimedios podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener el consenso social que ha conquistado la ciencia pública argentina.