El próximo jueves, la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo abrirá sus puertas a Juan José Gómez Centurión, veterano de Malvinas, excarapintada, militante antiderechos y negador serial del terrorismo de Estado. El mayor retirado protagonizará una conferencia auspiciada por el Centro de Estudios Históricos Prof. Enrique Díaz Araujo, un espacio de la universidad pública que reivindica a este docente y escritor que promovió el genocidio.

Por Negro Nasif

En las últimas horas este diario recibió una invitación -vía Instagram- para asistir a una conferencia titulada Juan José Gómez Centurión. Testimonio de un Combatiente, a realizarse el próximo jueves 22 de febrero, a las 17 hs, en el Aula H de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo.

La actividad, organizada por la Agrupación Estudiantil por la Formación y el Liderazgo de Filosofía y Letras y la agrupación Kairós de Derecho, cuenta con el auspicio de la Federación Cuyana de Veteranos de Malvinas, el Instituto Argentino de Relaciones Internacionales y el Centro de Estudios Históricos Prof. Enrique Díaz Araujo, un espacio académico que reivindica la figura de este nefasto personaje mendocino que promovió el plan sistemático de secuestros, torturas y desaparición de personas en nuestro país, además de defender posturas monárquicas, fascistas y homofóbicas. (leer aquí y aquí)

De héroe a carapintada

Juan José Gómez Centurión Foto: Gentileza

En la invitación a la conferencia de esta semana se destacan antecedentes de Gómez Centurión en la Guerra de Malvinas, donde combatió como subteniente del Regimiento de Infantería 25 y fue sobresaliente en su desempeño militar, al punto de ser condecorado en 1983 por el presidente Raúl Alfonsín con la Cruz al Heroico Valor en Combate, la máxima distinción de las Fuerzas Armadas, instituida por el dictador Leopoldo Galtieri al día siguiente del fin del conflicto bélico.

Sin embargo, lo que omite la convocatoria estudiantil es el devenir antidemocrático que caracterizó a Gómez Centurión, tras la caída de la dictadura cívico militar hasta hoy.

Alzamiento carapintada de Semana Santa del 87. Foto: Télam

Todavía en armas, el entonces carapintada participó en las sublevaciones de Semana Santa de 1987 y de Monte Caseros de 1988, encabezadas por Aldo Rico, que le arrancaron al gobierno radical las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, consagratorias de la larga impunidad que gozaron los genocidas hasta 2003. Gravísimos alzamientos militares contra la incipiente democracia, ampliamente repudiados por la población, de los cuales Gómez Centurión jamás se hizo responsable. “Éramos muy jóvenes y había mucho enojo con la cúpula militar, que no terminaba de reestructurar un Ejército que había perdido una guerra”, se excusó en octubre de 2015. “En el levantamiento carapintada no estuvo en riesgo la democracia”, minimizó en julio de 2019.

En la misma línea de negacionismo histórico permaneció Gómez Centurión durante la consolidación de los procesos judiciales de Memoria, Verdad y Justicia, impulsados por las Madres de Plaza de Mayo y un amplio movimiento de Derechos Humanos, y convertidos en políticas de Estado durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.

Falacias de facho

Durante el macrismo, en su rol de militante y funcionario de Cambiemos, el exmilitar fue una de las puntas de la lanza del intento de reinstalación del relato progenocidio, apelando a viejas falacias en favor del terrorismo de Estado y la exoneración de culpa de los ejecutores de delitos de lesa humanidad. El consabido recetario incluyó los supuestos de una guerra civil, la hipótesis de los dos demonios y la puesta en duda de la dimensión de la masacre de ciudadanos cuyos cuerpos todavía no aparecen, mientras el número de nietos apropiados se revela periódicamente con la recuperación de identidades truncadas cuando apenas estas víctimas eran bebés.

A comienzos de 2017, el entonces titular de la Aduana del gobierno de Mauricio Macri trató de dar por inválida la planificación del exterminio perpetrado por la última dictadura cívico militar que, a esa altura de la democracia, ya había sido comprobada en numerosos procesos judiciales, los que fueron ratificados posteriormente por la Corte Suprema de Justicia. “Yo no creo que haya existido un plan para hacer desaparecer personas, fue un torpísimo golpe de Estado lidiando con un enemigo que no sabían cómo manejarlo y que había arrancado en el 75 con una orden constitucional de aniquilamiento”, argumentó el dirigente en un programa de televisión, y agregó luego su interpretación a propósito de las y los desaparecidos: “8.000 personas muertas desde el punto de vista social es espantoso, pero desde el punto de vista histórico no es lo mismo 8.000 verdades que 22 mil mentiras”.

Foto de archivo: Cambiemos

No solo los Organismos de Derechos Humanos repudiaron las expresiones negacionistas y de defensa del genocidio del funcionario, sino que hasta la propia secretaría de DD HH del Ejecutivo Nacional, frente a un amplio arco de críticas, se vio obligada a desautorizarlo: “Esas opiniones son a título personal, no son compartidas desde ningún punto de vista y no pueden ser tomadas como representativas del pensamiento del gobierno”.

En octubre de 2017, el cuestionado Gómez Centurión fue desplazado “preventivamente” de la Aduana a raíz de un carpetazo -nunca comprobado en la Justicia- impulsado por espías clandestinos y la entonces ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Luego se lo restituyó en su cargo y, finalmente, ocupó la vicepresidencia del Banco Nación hasta marzo de 2019.

Diario Perfil | 20 de agosto de 2016 Captura de pantalla

Ya fuera de Cambiemos y encaminado en su propia carrera partidaria, el negacionista continuó con sus provocaciones, celebrando cínicamente el número de seguidores en su cuenta de Twitter: “¡Estos sí son 30.000!”, posteó el mismo precandidato que en el debate presidencial de la Universidad del Litoral propuso terminar con las indemnizaciones a los sobrevivientes del terrorismo de Estado, al tiempo que buscó victimizar a los criminales de lesa humanidad.

El negacionismo como estrategia electoral

El 24 de marzo de 2020, en el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, Gómez Centurión publicó un video en YouTube con su acostumbrada diatriba (ver arriba). Esta pieza audiovisual, que representa un botón de muestra del clima neofascista que se profundizará en los años siguientes, generó reacciones diversas desde ámbitos políticos, sociales y académicos. Entre ellas, una publicación de Sofía de Marziani, de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. En este trabajo la investigadora ya advertía, siguiendo al prestigioso doctor en Ciencias Sociales Daniel Feierstein, que la estrategia electoral del excarapintada apuntaba, primero, a atacar los símbolos de la construcción de la memoria colectiva, segundo, a la victimización de los perpetradores y, por último, a la equiparación de los procesos de violencia civil con el monopolio de la fuerza pública estatal usurpada por los golpistas.

Exactamente un año más tarde, el ahora precandidato a diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires, cuya principal bandera de campaña fue la promesa de abolir el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, y los derechos de las diversidades sexuales, siguió machacando en la justificación de los peores crímenes de la historia argentina. Rodeado por jóvenes militantes, Gómez Centurión publicó una fotografía en sus redes sociales exhibiendo una campera verde con la leyenda: “Ni fueron 30 mil, ni fueron inocentes”. Y a finales de aquel año, en una entrevista periodística, llevó su discurso a los límites de la crueldad, afirmando que “desaparecido es una figura política” y que “en la mayoría de las guerras hay cadáveres que nunca aparecen”. Además, ponderó la “efectividad” de la maquinaria criminal del Estado en la supuesta “guerra civil”.

Fiel a sus posturas antidemocráticas, Goméz Centurión celebró el último golpe de Estado en Bolivia.

Además de negacionista, el exmilitar es un activo detractor de los derechos de las mujeres y del colectivo LGBTI, lo que lo llevó a coincidir circunstancialmente con Victoria Villarruel y Javier Milei.

Foto: Twitter | 2021

En diálogo con el diario Perfil, el mayor retirado sostuvo: “De los seis mil y pico de los desaparecidos, más de mil son al 24 de marzo del 76. Esta metodología que consistía en salir, matar y aniquilar a los integrantes de las fuerzas terroristas no empezó el 24 de marzo, empezó antes. Este modelo fue sumamente efectivo porque, en el corto plazo, al año 1978, las organizaciones terroristas prácticamente habían desaparecido de la Argentina. Estaban en el exterior, gozando y disfrutando del dinero de los rescates, robos de bancos, de camiones blindados, de los secuestros y demás”.

El próximo jueves, la Facultad de Derecho de la UNCuyo legitimará institucionalmente a este personaje que, no obstante su reconocida heroicidad en la defensa de las Malvinas Argentinas, ha dedicado gran parte de su vida pública a atacar los Derechos Humanos y los frágiles cimientos del Estado de Derecho.

Una mancha más a la universidad pública que puede sumar otro daño irreparable.

 

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