Por Julio Semmoloni

El gobierno de Macri hace lo imposible para que Milagro Sala se convierta en su némesis. El abuso del poder formal genera anticuerpo. Y en este caso, el combo neoconservador Cambiemos utiliza su brutal apéndice contable para escarmentar a los esclarecidos que asumieron la “revolución de la cabeza”. Gerardo Morales, odioso y vengativo, es un torpe idiota útil al servicio del disciplinamiento social.

Fotos de archivo: Coco Yañez

El mismo día que Milagro tuvo ocasión de defenderse de las acusaciones que la mantienen presa política desde hace un año, también Macri aprovechó para dar una de sus más atrevidas admoniciones (de ésas que Durán Barba no le aconsejaría, y después modera el exégeta Peña Braun). Milagro, desde Jujuy, puso en ridículo el atropello en su contra de la parafernalia judicial; Macri, desde la capital, debió amonestar el consumo suntuario de privilegiados como él, para justificar en paradoja los cortes energéticos que anticipó.

Curiosamente, ni una ni el otro se dirigieron la palabra de manera expresa, nombrándose, pero la semiótica del mensaje enseña esta vez que el interpósito Morales, en boca de Milagro, es Macri y el macrismo, y los denostados sin más derecho adquirido para usar en verano el aire acondicionado en sus casas, son los negros y coyas como Milagro.

El incauto podrá preguntarse por qué exacerbar lo antagónico de este modo. La respuesta es simple: la organización gestada y liderada por Milagro fue la proyección más eficaz de kirchnerismo en las provincias. La acusan de haber promovido en la práctica un “estado paralelo” en Jujuy, situación que resultó verosímil no por una supuesta voluntad sediciosa tupaquera, sino por la crónica inoperancia de los paliduchos y orgánicos gobernantes jujeños. Si el Frente para la Victoria hubiese sido consecuente con la prédica populista, como lo fue la Organización Barrial Túpac Amaru, hoy no se padecerían los terribles efectos de la derrota electoral.

“El aire acondicionado es uno de los elementos más disruptivo que ha venido a integrarse a este cóctel explosivo y siniestro que dejó el gobierno anterior”, disparó Macri con mendacidad, para repudiar el fenomenal crecimiento de la demanda agregada hasta 2015. Léase: el kirchnerismo multiplicó la movilidad social ascendente de millones de familias, dándole la capacidad de comprar, por primera vez en sus vidas, equipos de aire acondicionado para sus hogares, y usarlos sin temor pecuniario durante los calurosos días del verano.

La falsedad está en que no falló el paulatino incremento de la generación energética para darle cobertura al aumento de la demanda. Fueron empresas privadas favorecidas durante el menemismo, las que nunca modernizaron su sistema de distribución, habituadas a no invertir y apañadas por la negligencia kirchnerista de no actuar con máximo rigor ante la obvia urgencia tecnológica.

Macri se fastidia porque los cabecitas negras de la CABA y el Conurbano consumen energía eléctrica según las necesidades elementales recreadas por la bonanza populista. De igual modo, a quienes lo votaron en Jujuy, les provoca ira que una parte de los 20.000 cooperativistas de la Túpac Amaru que habitan viviendas dignas, estuviese en condiciones de usar dicho confort. ¡Qué horror: el pobrerío estructural norteño, integrado por coyas y otras descendencias indígenas, puede disponer de aire acondicionado en sus hogares! Suficiente autogestión dispendiosa para achacar al populismo y dar pábulo a severas medidas correctivas.

Ya era un atentado a la altivez discriminadora blanca que cientos o miles de negritos -antes indigentes- pudieran bañarse al mismo tiempo en el complejo acuático construido por los propios cooperativistas. ¡Cómo no esperar la reacción furiosa de quienes los expoliaron desde siempre! Actualmente, según medios porteños, esas instalaciones están fuera de servicio como secuela del jurídicamente absurdo confinamiento carcelario de Milagro.

Pasó un año en el gobierno, y el marketing del macrismo ya no puede simular la recesión productiva y el descalabro del consumo. A los efectos de salvar la gobernabilidad –Ernesto Sanz dixit–, se instó a perseguir con la venalidad judicial a Cristina desde Buenos Aires, y meter presa a Milagro en Jujuy. Este modelo sólo cierra sin oposición, expliqué en EL OTRO el 24 de octubre. Completa el trío femenino atacado por la virulencia macrista, la procuradora general Alejandra Gils Carbó, quien no necesitaba ampararse en Bergoglio, pues ya había demostrado talento, coraje y convicción para defenderse sola.

Tras la amenaza de que seguirán los cortes de luz en el verano, los expertos advierten que el tarifazo afín al interés de distribuidoras y transportadoras no trajo compromisos fehacientes en materia de inversiones, sobre todo para el mejoramiento de las redes. Se calcula que en el área metropolitana el aumento de la tarifa eléctrica para usuarios residenciales superó el 500 por ciento, y en febrero subiría otro 70 por ciento.

Ante la inminencia del deterioro masivo del servicio, Macri prefiere renegar de sus postulados neoliberales de consumo, culpando al Estado benefactor kirchnerista de todo el desastre causado por su propio engendro económico y social destinado a los ricos. Ya transcurrió demasiado tiempo de exposición, pese al encubrimiento mediático, de ahí su necesidad imperiosa de abuenarse con las fuerzas anti-K para evitar una catástrofe electoral a mediano plazo.

De corolario van unas pocas palabras entresacadas de su elocuente ponencia, explicativas de la “revolución de la cabeza”, tan sabiamente vertidas por ella, quién otra que la malhablada Milagro: “Lograron ser señores y señoras, y hoy nos tratan de usted y no de negros villeros…y donde creo que estas cosas son las que no nos perdonan, por eso siento que estoy en la cárcel”.

La líder indígena y tupaquera vindicó una estirpe vilipendiada por la aún necia democracia argentina: “Estoy orgullosa de ser negra, coya”.

Con esclarecido criterio, que debería aleccionar a muchos argentinos que se sienten kirchneristas, también señaló: “Lo de Gerardo Morales es una persecución de ocho años, porque siento que la molestia de él es que los negros nos pudimos organizar, que los negros no dependimos de sectores políticos…y que inculcamos a los compañeros que tenían que estudiar y prepararse, y que no teníamos que bajar la cabeza por nada del mundo”.

La violenta represión policial a legisladores nacionales ratifica que en Jujuy no hay estado de derecho vigente, tras interrumpirse con la prisión de Milagro.