“Creer que la Justicia tiene que ser justa es demasiado pretencioso”, manifestó el juez de la Suprema Corte de Justicia, Mario Adaro, en una reciente entrevista con el portal MDZ, en la que, además, relativizó la influencia de los grandes medios de comunicación sobre el Poder Judicial. EL OTRO consultó al ex preso político de la última dictadura, Fernando Rule; a la abogada y militante por los derechos humanos, María Angélica Escayola; y al exjuez penal Horacio Báez, quienes ofrecieron sus pareceres sobre las controversiales declaraciones del magistrado del máximo tribunal de Mendoza.

Por Redacción EL OTRO

Mario Adaro señaló que su rol como juez no es ser justo, sino resolver conflictos y pacificar a la sociedad. “Pretender ser justo es pretencioso” (sic), planteó durante el relanzamiento de la página web de MDZ. Aunque reconoció que “leo títulos nada más y que casi no leo notas”, el supremo, otrora crítico de la posición dominante de las empresas de comunicación hegemónica, destacó al portal de la familia Terranova como un medio que contribuye a consolidar la democracia y una sociedad mejor.

Las declaraciones del exministro de Gobierno de Celso Jaque generaron un sinnúmero de reacciones y discusiones en las redes sociales. En ese contexto, y con el afán de contribuir al debate público, EL OTRO pidió opiniones a tres referentes de la lucha por los derechos humanos en Mendoza, cuyos comentarios transcribimos a continuación:

María Angélica Escayola | Abogada

María Angélica Escayola Foto: Coco Yañez

Me pregunto si tengo ganas de hablar con Mario Adaro, después de escuchar definiciones que tendrían que ver con alguna línea u orientación de la Filosofía del Derecho, hablando claro para excusarse de hacer una justicia justa. Adaro no quiere ser pretencioso, después de algunos años como cortesano, miembro de la actual Corte que supo conseguir un tal Cornejo.

No. No quiero preguntarle nada, después de todo como no cita la fuente de su paradigma -la otra línea donde dice que está- me exime de hacerlo a mí, pero me tienta. Le preguntaría quizás ¿cómo resuelve conflictos? Justamente él, que dispone de toda una línea de pensamiento que debe ser fundamento ideológico de sus sentencias, al menos en la materia que le toca: el derecho de los trabajadores frente al interés patronal.

Resolver conflictos y pacificar la sociedad, eso es la justicia para Adaro. Y con esos fines -se deduce- él está en la Corte de Mendoza (que todavía con tanta matrícula detrás, no dejo de poner con mayúscula).

Demás está decir que los supremos deberían tener el mayor respeto por los principios fundamentales que hacen a los derechos humanos, porque cierran en muchos casos el cerco de acceso a la Justicia.  En realidad es muy pretencioso, porque los conflictos de una sociedad tan desigual, que es imposible esconder, cuando llegan a resolución de los supremos deberían exigirles que la pacificación no sea a costa del más débil, en su caso, la o el explotado.

Si de resolución de conflictos se trata, los poderosos deberían eludir esta Corte, y la Provincia podría estar libre de esas cosas que no se dicen cuando se llega hasta su umbral: la lucha de clases. Así el ítem aula, por ejemplo, se hubiese rechazado.

Me voy a permitir hablar en tono coloquial: No te pedimos tanto excompañero Adaro, ministro del primer gobierno provincial que fue a los juicios de lesa humanidad como Estado querellante. Parece mentira, el gobierno peronista de Jaque. El que fue criticado porque metió miedo con un militante peronista llegando a una Corte -digamos- radical.

Foto: Coco Yañez

Hiciste todo lo posible Adaro -permitime que lo diga así por acá- para evitarles todo temor, especialmente a las patronales, incluyendo lógicamente al Estado patrón.

O sea tu objetivo como supremo, en cuanto a hacer Justicia, es mucho más sencillo que pacificar una sociedad tan complicada. Tranquilo, sólo hay que tener en cuenta la legislación del trabajo nacional e internacional, los tratados que responsabilizan a la Nación dentro de la cual estamos, el cumplimiento de todas y cada una de las garantías para el ejercicio efectivo de los derechos de las personas, y APLICAR ESOS PRINCIPIOS.

Como es sabido, la materia laboral se fundamenta en la desigualdad que sufre la o el explotado que pone su fuerza de trabajo a disposición de la patronal. Y si las sentencias, sus sentencias, contemplan adecuadamente esos derechos y los aplican al caso, aun cuando no se hubieran invocado -de oficio así se dice- habrán hecho Justicia, tal como se pide al terminar cada escrito.

Foto: Coco Yañez

No hace falta andar dando explicaciones de por qué la justicia no tiene que ser justa. Disculpame, no lo hace nadie más. Se quedan callados después de que la víbora mordió al descalzo, como diría Galeano. Y si no está bien, repito, nadie te pedirá más.

Se dice con razón que los jueces hablan por sus sentencias. Sería mucho mejor, entonces, para mayor claridad y tranquilidad de la sociedad aplicar ese principio y analizar públicamente cada sentencia emitida por el alto tribunal y, particularmente, por el cortesano Adaro en materia laboral. Sería un ejercicio muy interesante para no estar debatiendo cuestiones tan abstractas, como eso de pretender que la Justicia sea justa o no.

Fernando Rule | Ex preso político

Fernando Rule Foto: Seba Heras

En el año 2011 me tocó -en la audiencia pública- avalar a Mario Adaro para ministro de la Corte, en nombre de los organismos de Derechos Humanos de Mendoza.  

Cuando finalmente asumió, Mario juró “por sus hijos, por los humildes y por los que tienen necesidad de justicia” ¿Habrá creído -una década más tarde- esa mentirijilla de Wiston Nosecuánto acerca de que cuando uno se hace grande se ladea a la derecha? Pues no creo que esa deriva, más ética que ideológica, se deba a la edad. Quizás sea una marca que nos dejan años de neoliberalismo  -el genocidio de los ’70 incluido- en donde pesan más las mieles de escritorios de roble, viajes a remotas playas, vinos finos y suculentos sueldos, que los principios éticos.

De abogado de los trabajadores, de simpatías con los Organismos de Derechos Humanos, de identificación política con el peronismo… a conferencias en universidades privadas, loas al periodismo mercenario del poder, y a decir que un juez que pretenda ser justo es “pretencioso”, nos deja a quienes aún creemos posible una Patria Justa, a los humildes que tenemos necesidad de justicia, y quizás aun a sus hijos, con la sensación de haber sido estafados, de sentirnos burlados por quienes se creen “ubicados”, “cool”, pretendidamente adaptados a los tiempos que corren… Pero no.

Ellos, los que no quieren ser tan pretenciosos como para ser justos, son los que la historia olvidará, a quienes quizás sus hijos, algún día, le pregunten: “Papá, siendo como fuiste, ministro de la Corte, ¿qué hiciste para que la Patria sea más justa?”

Horacio Báez | Ex juez penal

Horacio Báez Foto: Coco Yañez

Solo me interesa responder las declaraciones del juez Mario Adaro porque se trata de un juez de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza.

De ninguna manera comparto con el juez que su función no sea hacer justicia sino resolver conflictos.

Si bien es cierto que un juez debe resolver conflictos (en el caso penal entre el Estado y una persona particular), si se renuncia a resolver esos conflictos con Justicia, es posible que se lo haga, en algunos casos, haciendo lugar a la presión de partidos políticos neoliberales, que en definitiva es lo que son los medios hegemónicos de comunicación como Clarín, La Nación y sus repetidoras en esta provincia.

Foto: Coco Yañez

El juez Mario Adaro no le ha dado importancia actual y concreta a la poderosa influencia que tienen los medios de comunicación neoliberales sobre algunos jueces, juezas y fiscales. Si no se es consciente de esa poderosa y actual influencia, estimo que un juez o una jueza, muy probablemente, no podrá resolver con Justicia y es posible que diriman los conflictos atendiendo a valoraciones que se alejan de las previsiones constitucionales, desde “Afianzar la Justicia” a tener en cuenta la particular vulnerabilidad de la gran mayoría de imputadas e imputados del sistema penal.

 

“Creer que la Justicia tiene que ser justa es demasiado pretencioso”