Luego de ceder el helicóptero sanitario al canal porteño Telefé, y tras utilizar fondos públicos para pagar las vacaciones de Luis Majul y su esposa, la ministra de Cultura Mariana Juri inauguró un negocio gastronómico en el Museo Carlos Alonso. En el contexto de la grave crisis económica y sanitaria que precariza y empobrece a las y los artistas mendocinos, la Asamblea de Trabajadores Visuales de Mendoza realizó una protesta para denunciar, una vez más, la ausencia de políticas culturales en nuestra provincia.

Por Negro Nasif | Fotos: Cristian Martínez

La mesa está servida

Mariana Juri y la empresaria María Teresa Barbera Foto de archivo: Ministerio de Cultura

A esta altura del gobierno de Rodolfo Saurez está claro que su ministra de Cultura y Turismo, Mariana Juri, es la principal lobbista de los más influyentes empresarios gastronómicos de la Capital, entre los cuales se encuentran funcionarios, testaferros y familiares muy prósperos de políticos destacados, e inversores del sector con estrechos lazos con los gobiernos de turno.

La misma Juri lo reconoció sin vueltas en setiembre del año pasado (ver video abajo), al confesar que “presionó más al gobernador (Suarez) para que abriera los restoranes que los gimnasios”. “Si eso no pasaba, al menos en el mismo momento, me parece que terminaba mi lucha por el Covid. La verdad que cero deporte, y yo planteaba eso, y lo logramos finalmente”, asumió entonces la ministra y  lo ratificó este martes con más hechos que palabras.

En el Día Internacional de los Museos, y en medio de la actual crisis sanitaria y económica que sigue golpeando crudamente a las y los trabajadores del arte mendocino, la principal funcionaria de Cultura de la provincia decidió dar un gesto inequívoco: otorgó la privatización de una parte significativa del Museo Carlos Alonso a la empresa gastronómica Broda, de la familia Barbera, como primer paso de una serie de concesiones que priorizan los negocios privados en los espacios públicos.

Juri junto a María Teresa Barbera y la exfuncionaria y empresaria Beatriz Barbera. Foto de archivo: Ministerio de Cultura

“En un contexto crítico de emergencia cultural y sanitaria, esta noticia vino a rebalsar un malestar histórico frente a la ausencia de políticas culturales; sumado a que Cultura de la provincia durante la pandemia no realizó ninguna convocatoria abierta, ni programas de apoyo a lxs artistas, ni el Salón Vendimia, ni el Salón de Fotografía Máximo Arias, ni la convocatoria del Fondo Provincial de la Cultura, cuyos fondos están estipulados por ley”, denunció la Asamblea de Trabajadores Visuales de Mendoza en un comunicado difundido este lunes.

 

 

Miembros de la Asamblea, quienes se manifestaron ayer al momento de la inauguración del negocio de los Barbera, fueron más allá del patético “debate” sobre la conveniencia o no de contar con un restorán dentro de los museos, para cuestionar este gesto político como una expresión más del nulo diálogo que propone el Gobierno y, consecuentemente, una gestión que sistemáticamente ignora a los artistas.

“Primeros las políticas culturales, después vemos el café”, fue una de las consignas que sintetizó el legítimo reclamo de quienes, ante el ninguneo del Estado, todavía deben subrayar que “el arte es un trabajo”.  “Hace más de doce años que nos hemos organizado y que nos venimos manifestando contra la precarización laboral de nuestro sector, a través de diversos reclamos: advertimos sobre las condiciones edilicias de los espacios patrimoniales y su escasa inversión en infraestructura que devino en un cierre total de los espacios de arte en el año 2016; también allí recalcamos la necesidad de proyectos institucionales y de la formación de equipos de trabajo idóneos provenientes del campo de las Artes visuales para coordinar las distintas áreas de los espacios culturales o museos de arte y solicitamos el reconocimiento económico de lxs artistas expositores”.

Cerrame la ocho

Al centro: Horacio Chiavazza, director de Patrimonio Cultural y Museos defendió la privatización de espacios públicos destinados al arte.

De acuerdo con la concesión otorgada por el gobierno de Suarez, la empresa Broda ocupará con sus mesas parte importante del espacio expositivo y, siguiendo las líneas gastronómicas y turísticas de Juri, todo parece indicar que serán los intereses privados quienes condicionen los programas culturales de estos lugares, avanzando en “una progresiva privatización o tercerización de la gestión cultural en artes visuales”, tal como denuncia la Asamblea.

Las y los hacedores de la cultura reclamaron “programación de contenidos, convocatorias públicas, programas de formación para profesionales y para público en general, becas de producción de obras o de proyectos de investigación, asignación de presupuesto para los espacios públicos culturales, contratación de profesionales idóneos para el desarrollo de cada área específica, tratamiento profesional en la conservación y difusión del patrimonio”.

Mariana Juri.

“Vengan mañana”, contestó literalmente Juri a quienes protestaban en la puerta del Museo Carlos Alonso, con un tono tan vacuo como su gestión de jugosos negocios ajenos, mientras se prepara para inaugurar las concesiones gastronómicas otorgadas a la familia Barbera en los museos Moyano y Fader, y adjudicar otro local de comidas en el ECA, el Espacio Contemporáneo de Arte incendiado durante la administración de Diego Gareca.

 

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