Tal como anticipó EL OTRO, la ministra de Cultura y Turismo de Mendoza, Mariana Juri, reconoció que Telefé utilizó indebidamente un helicóptero sanitario del Estado. “Una perversión”, según lo calificó Gustavo Marón, abogado especialista en Derecho Aeronáutico, quien además señaló que, en caso de accidente, los seguros de la aeronave no hubiesen dado cobertura, tal como ya ocurrió en 2015 cuando colisionaron dos helicópteros oficiales que grababan un reality show en La Rioja. Muy lejos de la promoción turística virtuosa, el programa “Por el mundo” solo fue un compendio de negocios publicitarios e impune exhibición de ignorancia acerca de nuestra riqueza patrimonial, muy bien regados con los mejores vinos.
Por Negro Nasif
Lo pedís, lo tenés
Luego de la publicación de la investigación especial de EL OTRO, en la que dimos cuenta del uso irregular del helicóptero sanitario del Gobierno de Mendoza, la ministra de Cultura y Turismo justificó la utilización de ese bien del Estado por parte del canal Telefé.
“Fue un pedido de la producción para hacer tomas aéreas de atractivos turísticos de Mendoza como el Aconcagua y el Puente del Inca”, explicó Mariana Juri en declaraciones a diario Los Andes.
De esta manera, la funcionaria confesó la subordinación de un recurso público, adquirido en 2016 por 9,8 millones de dólares, a los intereses de una multimillonaria sociedad anónima (Televisión Federal) cuya principal accionista es el conglomerado estadounidense ViacomCBS, el cuarto pulpo de medios de comunicación y entretenimiento más grande del mundo.
Una perversión
Juri destacó que la producción del programa Por el mundo, conducido por Lizy Tagliani y Marley, recibió financiamiento del Ministerio de Turismo de la Nación, aunque precisó que ese aporte económico no contempló la contratación del moderno y costoso helicóptero Airbus EC 145, ni el personal aeronáutico especializado que la Policía de Mendoza ofreció sin reparos, durante “alrededor de una hora y media”, según reconoció la propia ministra.
“Esto es una perversión que hacen muchas gobernaciones, muchos gobiernos que toman como si fueran propios bienes que son de utilidad común, bienes que son de aplicación a servicios públicos comunes, y desvirtúan este objetivo”, aseguró ayer Gustavo Marón, abogado especialista en Derecho Aeronáutico, en una entrevista con el programa Muchas Gracias que se emite por Radio Libertador.
Para el reconocido letrado “el uso de aeronaves públicas para actividades privadas es algo tan grosero como si un gobernador o un ministro utilizaran un auto de la Policía de Mendoza para llevar a los hijos a la escuela”.
Vuelo inseguro
El doctor Marón subrayó las graves consecuencias que puede acarrear para el Estado y sus funcionarios el incumplimiento de normas aeronáuticas, que “no son recomendaciones de cumplimiento optativo”, sino “mandatorias”. Particularmente, el desconocimiento o violación de la legislación conduciría a la falta de cobertura de aseguradoras de aeronaves que “lo primero que te dicen ‘yo te pago si cumplís absolutamente la normativa, sino no te pago’”.
Tal como informó EL OTRO, el Airbus EC 145 que trasladó al equipo de Telefé el pasado sábado no contó con un técnico aeronáutico a bordo, con licencia al día y certificación de capacitación específica en ese helicóptero, como lo exige la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), ni se habría cumplido con la documentación obligatoria para asegurar a todos los que subieron a la aeronave.
Marón, además de descartar de plano que sea legal la utilización de los helicópteros estatales para uso privado, compartió su amplia experiencia en accidentes aéreos para graficar los riesgos a los que se expuso el Gobierno de Mendoza, al desvirtuar el fin específico de la aeronave a cargo del Ministerio de Seguridad.
El especialista intervino en el resonado caso de los helicópteros que colisionaron en 2015 en la Quebrada del Yeso, en la Provincia de La Rioja (ver video arriba). Las aeronaves de matrícula pública, una de La Rioja y la otra de Santiago del Estero, “chocaron en vuelo, se precipitaron y causaron la muerte de los diez ocupantes, entre pilotos y pasajeros. Los pasajeros estaban desarrollando un reality show para una señal de televisión europea, de modo que los dos helicópteros de matrícula pública no estaban haciendo ninguna función pública, esto era una actividad eminentemente privada, de trabajo aéreo que podría haber sido realizada perfectamente por cualquier empresa privada certificada para ello. Por esta razón, al momento de reclamar las indemnizaciones por las víctimas, las dos compañías que estaban asegurando los cascos de las aeronaves, a los pasajeros y a la actividad, no pagaron un solo peso”.
Todo por el rating
Como si el fin justificara cualquier medio, Juri, la ministra que se hizo famosa por romper la cuarentena para hacerse las manos, enfatizó la promoción turística como objetivo superior a cualquier consideración sanitaria o republicana, justamente en el contexto de una pandemia que no ha terminado.
La lobbista privilegiada de los más influyentes empresarios gastronómicos de Capital defendió que el programa Por el mundo del último domingo “alcanzó momentos de 16 puntos de rating, lo que quiere decir que miraron la transmisión un millón de personas” y “que Marley hizo una transmisión en vivo desde su cuenta de Instagram cuando estaba en Alta Montaña porque tenía señal y que la misma alcanzó miles de reproducciones y comentarios”.
Como si se tratara de un acto de caridad y no de un millonario negocio de comunicación, Juri resaltó que el conductor no cobró nada por su video en vivo en las redes sociales. “Para nosotros es imposible pagar un segundo de promoción en un canal de Buenos Aires un domingo a la noche, o pagarle a un influencer en las redes”, sostuvo la funcionaria de un gobierno que destina arbitrariamente cientos de millones de pesos en pauta publicitaria sin dar explicaciones a nadie.
Cuánto cuesta tanta ignorancia
Lejos de la virtuosa promoción turística de Mendoza, como se intentó ponderar desde el gobierno y sus medios pautados, la emisión de Por el mundo del domingo no fue más que una sucesión de publinotas, intercaladas por avisos de diferentes productos.
Por un lado, casi 30 minutos de la hora y media que duró el programa en su transmisión original estuvo ocupada por anuncios comerciales de Telefé, desde pañales hasta sal adelgazante, protagonizados por el propio Marley que, dicho sea de paso, no repara en exponer a su hijo para la cuantiosa facturación. Por el otro, los 60 minutos restantes de “contenido” estuvieron fundamentalmente dedicados a promocionar puntuales negocios turísticos y gastronómicos de las empresas Hotel Hyatt, Simplot, Casa Vigil, Il Mercato, Santa Julia, Wine Beetle y Argentina Rafting, cuyos consumidores habituales no son precisamente el grueso popular de la audiencia de Telefé.
La riqueza del patrimonio cultural y natural de Mendoza finalmente ocupó muy poco espacio televisivo, con una desastrosa y hasta agraviante narrativa comercial de los conductores que, con improvisación y ausencia de profesionalidad emparchada de espontaneísmo, hicieron su show combinando ignorancia con la obsesión frívola de tomar vino todo el tiempo, y la difusión de groseros errores acerca de nuestra valiosa historia.
El programa comenzó con Tagliani y Marley sin poder recordar el nombre del lugar donde estaban; siguió con una frase textual de Wikipedia mal leída y confusa: “El Cerro de la Gloria es el parque más antiguo y principal de Mendoza”; continuó con una suerte de sketch kitsch con la Reina de la Vendimia, plagado de lugares burdos y comunes; luego una recorrida por una feria cool; después la visita a la empresa de Fabio Calcaterra, primo hermano de Mauricio Macri, bajo el zócalo “Mendoza, tierra de vino y papa”; vino, restoranes carísimos, champán, vino y más vino, hasta llegar al Aconcagua.
Entre las bizarreadas, la visita a las Ruinas Jesuíticas de San Francisco estuvo en el tope de la anti promoción turística. Marley, con la impunidad de su personaje, no se cansó nunca de contar cualquier historia. Dio cátedra sobre la “colonización jesuita, que lo que hicieron fue armar toda una Mendoza” (sic); jamás acertó una fecha de los terremotos; encontró un altar en una columna, etcétera. Aunque el punto culmine de la sin vergüenza quedó inmortalizado en el siguiente diálogo:
-Lizy Tagliani: ¿Es verdad que la gente corría desesperada con el terremoto a cobijarse en la Iglesia y que fue peor la decisión?
– Marley: Exactamente, la gente vino corriendo cuando vieron que se movía todo, en 1862 creo que fue exactamente, porque dijeron: “Bueno, la Iglesia nos va a proteger”. Pero la Iglesia estaba construida de una manera que no tenía columnas para soportar toda la estructura. (…) Acá era donde la gente vino a resguardarse pero se les cayó casi todo encima. Entonces, de 12 mil personas que vivían acá, pasaron a haber 6 mil.
Qué bueno hubiese sido para la difusión de nuestras culturas que un millón de personas vieran y escucharan, en el prime time televisivo nacional, a las y los excelentes arquéologos e historiadores mendocinos.
Bah, #MendoExit para el mundo, que lo demás no importa nada.
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