La BioFeria cumple 14 años y los festeja con alimentos agroecológicos y música, en su nuevo espacio en la Universidad Nacional de Cuyo. EL OTRO dialogó con productoras feriantes que sostienen el proyecto desde una filosofía de vida ligada a la empatía y la solidaridad.

Fotos: Cristian Martínez / Analía Zalazar

Foto: Analía Zalazar

Las cinco mujeres esperan en las escalinatas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.Todas visten distinto y tienen semblantes diferentes, pero se miran de una manera particular. Pareciera que se quieren, se tienen afecto. El equipo de EL OTRO las interrumpe para iniciar la entrevista y poner a prueba la hipótesis inicial.

Ana Pérez es agricultora y junto a su esposo cultivan bajo los postulados de la agroecología. Claudia Mariani produce alimentos con valor agregado relacionados, principalmente, a los hongos en distintas presentaciones. Agustina Pérez ha generado una amplia oferta de chocolates con “cacao real, azúcar mascabo, e ingredientes sin agrotóxicos”, entre otros productos. Betina Roberson logró que la cosmética provenga de plantas naturales, plasmando cremas y productos de calidad para el cuidado personal. Analía Zalazar hizo posible la entrevista y, mientras sus compañeras describen la BioFeria, saca fotos, en su rol de “relaciones públicas” según bromea el resto de las mujeres.

Foto: Cristian Martínez

Con el antecedente de haber logrado, junto a distintas actoras y actores, el inicio de la cátedra de Soberanía Alimentaria en la Facultad de Educación de la UNCuyo, la comunidad de la BioFeria decidió que, dentro de las propuestas que tenían, el predio de “políticas” de la universidad pública era el más adecuado para cambiar de locación a ese conjunto potente de relaciones humanas que nuclean sábado a sábado, y sellaron convenio con la casa de estudios.

¿Dónde nació la BioFeria, casi 14 años atrás?

Ana Pérez: La BioFeria nació en la calle Mitre y Las Heras de Capital. De aquel grupo inicial quedamos cinco productores que en ese momento ya veníamos haciendo entregas de alimentos a domicilio y fue una semilla para la agricultura orgánica en Mendoza.

Foto: Cristian Martínez

¿Cómo fue la respuesta que tuvieron a esta oferta de alimentos orgánicos?

Ana: Mirá, fue una respuesta encadenada porque nosotros empezamos a participar de distintas redes y organizaciones donde fuimos conectándonos en eventos y capacitaciones.

De a poco fuimos aprendiendo a educarnos y educar a las personas para darnos cuenta de la necesidad de generar un cambio en lo productivo y en la alimentación.

Foto: Cristian Martínez

¿Qué diferencias encontrás entre una verdulería tradicional y lo que podés conseguir en la BioFeria?

Claudia Mariani: Principalmente lo que está en juego es la salud. Cuando ingerís alimentos que estuvieron en contacto con químicos artificiales, podés llegar a comerte parte de eso que no es alimento. La BioFeria certifica participativamente que los alimentos que se venden no tienen químicos si se ofrecen como orgánicos.

Foto: Cristian Martínez

Ana: Lo que pasa es que hay que diferenciar. Vinieron dos grandes corrientes a Mendoza. Una que tiene que ver con los cultivos orgánicos certificados que suele ir a exportación. Mi familia y yo empezamos en esa, hicimos el trabajo y exportamos orgánicos, pero pronto nos dimos cuenta que este sistema propicia los mismos vicios que el tradicional con su comercialización y la búsqueda de la ganancia de dinero como único objetivo.

Cuando descubrimos el circuito de la agroecología que abarca todo el circuito de la vida, nos volcamos a esa corriente.

Esta corriente en la que está la BioFeria, promueve la vuelta al campo del campesino auténtico que trabaja la tierra y también se aliviana a la ciudad. Además, para que ese campesino vuelva a trabajar la tierra con dignidad se plantea un precio justo, libre de intermediarios que también beneficia al consumidor.

Foto: Cristian Martínez

Ahí empezamos a balancear un poco la vida social, pero también hacemos un aporte para cuidar el medio ambiente porque dejamos de contaminar para producir. Y todo esto implica que estamos cuidando la salud y el bienestar de la población que empieza a ser más clara y más digna de ser vivida.

Analía Zalazar: Además en la Bioferia se brindan consejos y enseñanzas que van más allá de la compra de un producto. Ana, por ejemplo, te va a enseñar cómo limpiar tu hígado o tu páncreas si le preguntás.

Agustina Pérez: Es un espacio de aprendizaje constante en el que una de las propuestas más grandes es alcanzar la soberanía alimentaria, entonces también tenemos talleres de huerta para que quien quiera y pueda producir sus alimentos.

Foto: Cristian Martínez

Ana: Y hay algo importante que quiero que destaquen. El campesino siempre fue maltratado como si fuera bruto y no tuviera el derecho a divertirse y tener espacios culturales para bailar, cantar o escuchar música. Acá en la BioFeria tenemos un intercambio cultural que abarca no solamente los alimentos agroecológicos, sino también la posibilidad de escuchar a músicos que vienen a compartir los sábados con nosotros y con quienes se acercan.

¿Cuántos productores están involucrados en la BioFeria?

Ana: Somos siete productores que venimos de distintos puntos de la provincia, pero además hay muchas elaboradoras de productos a las que abastecemos para que generen sus productos también.

Foto: Analía Zalazar

Agustina: Yo fui consumidora de la BioFeria en su momento, y con el tiempo me hice elaboradora de diversos productos naturales como una línea de chocolatería que realizamos con cacao verdadero, y hay elaboradores de biocosmética, artesanos… Tenemos actualmente alrededor de 25 puestos que ofrecen una gama muy variada de productos.

Productoras y productores se consultan y ayudan entre todas y todos para saber qué plantar en cada estación y en cada suelo, como parte de una planificación sin fisuras y sin agrotóxicos que ofrecerán a consumidores conscientes de lo que comen.

Foto: Cristian Martínez

La charla sigue pero el tiempo es finito, la entrevista, que seguramente no será la última, va terminado y, finalmente, se comprobó la hipótesis de inicio: las personas que integran la BioFeria se aprecian, se admiran y aprenden las unas de las otras.

 

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