OPINIÓN | Por Fernando Rule
La combinación de redes sociales, el posmodernismo político, la subversión del lenguaje que nos dejó el genocidio, la estupidización producto del odio, y hasta la libertad que tanto nos costó conseguir, han dado como resultado no deseado que cualquiera pueda decir cualquier cosa sin sufrir consecuencias.
Ya se sabe la tendencia que tenemos los humanos a negar las catástrofes aun cuando tengamos ante los ojos las primeras señales. La metáfora del cineasta Ingmar Bergman del huevo de la serpiente: un huevo es un huevo, pero si lo tomamos entre el índice y el pulgar, lo exponemos a la luz de una lámpara y lo observamos contra ella, se ve claramente la imagen del embrión. Estamos asistiendo a uno de esos tiempos.
En los años previos al genocidio del 76 escuchábamos decir gratuitamente “hay que cortarlos en pedacitos con una yilé”, ante una noticia de la sección policiales, mientras callábamos cagados de miedo frente al secuestro de un estudiante secundario… Nadie imaginaba o no quería imaginar, el horror que vendría. En un intento de honestidad intelectual, yo tampoco.
Pero separemos, no tiene el mismo efecto nefasto una de estas estupideces dicha por un simple televidente de TN en la cola del banco, que en la boca de un político, un legislador, un funcionario del Poder Ejecutivo o un periodista. Escuchamos o leemos liviandades como: “¿Habrán sido 30.000?” (Afredo Cornejo), “¿Cuándo volverán los falcon verdes?” (Patricia De Ferrari), “Apenas habrán sido 7000” (Darío Lopérfido), “El curro de los derechos humanos” (Mauricio Macri) o “Estos sí que fueron 30.000, no aquellos” (Hebe Casado). Parecen, y de alguna manera son, palabras dichas por sujetos o sujetas de escaso vuelo intelectual, de frívolos conchetos que rara vez o nunca trabajaron.
Para quienes valoramos y cultivamos la memoria, estas pavadas manifestadas como al pasar son una grave amenaza, aunque esta vez cobran especial importancia porque en esa aparente frivolidad no podemos ignorar que van ancladas, también, a la memoria. Para ellos, ligadas a una memoria negra, retrógrada a la que quisieran volver para recuperar sus privilegios. Para los millones que trabajamos para comer, remiten al terrorismo verde oliva, a un silencio obligado, al que no queremos volver nunca más.
Es hora de que nuestros legisladores, en vez de decir pavadas que son verdaderas apologías del delito, comiencen a pensar en leyes que eviten atentados a la democracia, como la reivindicación del genocidio.
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Casado merece ser destituida
Luego de las manifestaciones negacionistas de la diputada provincial del Pro, Hebe Casado, la Regional Mendoza de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos emitió el siguiente comunicado:
La diputada provincial Hebe Casado merece ser destituida por inhabilidad moral para integrar la legislatura de Mendoza.
Dijo esta señora en referencia a las 30.000 muertes por coronavirus en Argentina: “Son 30000 no como los otros 30000. Un éxito de la estrategia del gobierno de científicos, pero como no reconocen errores, en 15 días dicen que seguimos sin derechos a la libre circulación, ni a la educación ni a la salud”.
En primer lugar, las manifestaciones de la diputada Casado -del PRO en el Frente Cambia Mendoza- se inscriben en las ideologías que desconocen el genocidio, asumiendo como propias las violentas posiciones de los mismos sectores antidemocráticos que en la década del ’70 cometieron crímenes de lesa humanidad.
En segundo lugar, en impúdica exhibición de hipocresía, la diputada atribuye esas muertes por COVID-19 a los científicos y sanitaristas que recomendaron el aislamiento y el distanciamiento social como forma de mitigar la pandemia cuando el mundo entero, sin distingo de ideologías, vuelve a implementar estas medidas. Pero es de público conocimiento que han sido esta señora y los odiadores seriales quienes, en desaprensiva actitud, han salido a las calles a quejarse de lo único que en la actualidad puede mitigar el contagio masivo.
No es menos cierto que las únicas personas que fueron reprimidas por el gobierno al que apoya esta señora, no han sido quienes despotrican contra las medidas de prevención violando las normas de aislamiento y distanciamiento, sino los trabajadores que reclamaban por sus salarios de miseria.
No es extraño que la diputada “le baje el precio” al genocidio de la dictadura y se oponga a las únicas medidas que a la fecha se muestran eficaces para contener la pandemia: Hebe Casado está en las antípodas de quienes militamos por los derechos humanos, a diferencias de ella, hacemos propias las disposiciones del artículo 32 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos: “Toda persona tiene deberes para con la familia, la comunidad y la humanidad. Los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad democrática.”
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Por la Mesa Directiva APDH Regional Mendoza:
Patricia Galván
Marcela Ponce
Ma. Carolina Herrera
Presidentas
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Disculpas de Casado
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