Mónica Robert presentó la reedición de Escondida, una novela que es “herramienta de búsqueda, encuentro, lucha amorosa y resistencia”.  

Por Negro Nasif | Fotos: Coco Yañez

La semana pasada en la Asociación Bancaria de Mendoza, la psicoanalista, docente y escritora, Mónica Robert, compartió en una sala colmada la reedición de su segundo libro, Escondida, “una obra que es ficción, juego, historia, que busca transmitir a las y los lectores el deseo de búsqueda, de Verdad, de Memoria y de Justicia”.

La novela narra el devenir de Alba, una mujer a la que le escondieron su origen, su verdad. Tal como adelanta Claudia Domínguez Castro -nieta restituida 117- en el prólogo de la obra, esta historia “es ese relato necesario que nos recuerda a esas miles de personas que dedicaron y dedican su vida a la búsqueda de sus seres queridos, hijos, hermanos, nietos/as”.

Fue justamente Claudia y la politóloga y activista de Derechos Humanos, Alicia Boggia, quienes acompañaron a la autora en esta nueva publicación que, como definió Mónica, “es el mismo libro pero es otro, una edición pulida, esculpida más que ampliada”.

EL OTRO rescató algunas de las definiciones que la escritora compartió en la sede de los bancarios, sindicato que financió la segunda edición de esta obra que vio la luz por primera vez en marzo de 2021.

Escribo. Escribo mucho. Busco ser escritora, o la escritura me encuentra. Pero esta experiencia superó cualquier sueño de transmisión que pudiera tener.

Esta novela que es búsqueda, es también encuentro y es abrazo.

Escondida tuvo la oportunidad de ser ampliada por muchos motivos, porque aparecen más nietos, porque se trama un tejido enorme de amores, porque la lucha continúa. Siempre.

Los cambios en esta edición son sutiles, pero sustanciales. Empezando por la tapa, que no solo tiene que ver con la aparición de esta obra de mi viejo en mi vida. Representa la idea de que su nueva escritura la convierte en otro libro. Los efectos que ha tenido Escondida me hacen pensar que es por acá.

La presentación de la reedición de Escondida fue acompañada por el arte de Vicki Zuin, Vera Jereb, Lichi Gómez, Jose Ríos, Pablo Bengolea.


 

Es la misma novela y es otra. Es la misma escritura pasando por lugares distintos, y los mismos lugares mirados desde otra perspectiva. A esta novela se le suma el recorrido. Los amigos que llegaron, los lazos que se hicieron más fuertes, los amores que partieron, los que nacieron. La búsqueda de la identidad, que atraviesa estas páginas, me encontró. Me encuentra. Escritora. Militante humilde. Amiga. Hermana. Madre. Hija. Nieta.

Es el mismo libro pero es otro. Es una edición pulida. Esculpida más que ampliada.

Cuando me acerqué a la Bancaria para pedirles me apoyen para su reimpresión dijeron que sí. Sin pensarlo. Entonces sentí que tenía la oportunidad de hacer otra cosa. Con los mismos elementos. Resignificarla.

Había vivido en el cuerpo muchísimas pérdidas. Me había conectado de otra manera a mis raíces, con mi historia. La novela había pasado de ser mi escritura solitaria en las madrugadas en mi compu, en mi casa, mi comedor o en mi patio y comenzó a ser un trabajo colectivo desde la primera presentación. Quería escribir algo de eso. Sobre las personas que se acercaron, sobre las redes que se tejieron.

Yo había crecido en un mundo bastante solitario. Ahora todo se multiplicaba, los testimonios se abrazaban unos con otros.

Mi temor porque las abuelas se murieran y se muriera el legado, se convierte en esperanza, en nietxs, en lucha interminable. Amorosa. Festiva. Porque, a pesar de los pesares, es fiesta. Lo viví el último 24 de marzo. Lo vivo hoy, felices por la aparición de un nieto más, el 133. Lo vivo en cada encuentro. En cada cumpleaños de Claudia, sea marzo o agosto. La lucha no es sin alegría.

Ha sido un trabajo enorme, pulir la escritura. Elegir qué quitar. Qué diseñar. Cómo invitar a su lectura. Siempre intenté que fuera una escritura regional. La novela está situada en Mendoza. En dos contextos que se articulan, el tiempo de la dictadura y el año 2015 cuando Claudia restituye su identidad, que no es la protagonista del libro pero sí lo contextualiza.

Entre otros cambios, pude elegir una editorial mendocina (Quellqasqa), amorosa, laburante. A una diseñadora mendocina (Pía Mateo). Un artista mendocino que, generoso, realizó las fotos (Fer Rosas). A correctores mendocinos (Emilio Vera Da Souza y Matías Campoy). A todos ellos les agradezco infinitamente las sugerencias, las críticas, el trabajo conjunto. La obra de mi papá, un artista mendocino también, que acompaña esta reedición. Un tipo que desapareció también, y que hoy vive en Escondida. Como tantos, como tantas.

Por último, un descubrimiento. 

La tibieza que siempre creía tener… es calidez. Escondida ha alojado a tantos que me emociona. Que me invita a seguir escribiendo.

Y si la vida es novela. Se escribe novela.

Y si la vida es marca, se escribe en el papel y se dicen las palabras.

Y se pone el cuerpo, amorosamente, se pone el cuerpo y la palabra y la voz.

Ese es otro descubrimiento.

No es sin cuerpo. Y no es sin otros, no es sin otras. No es sin historia. No es sin memoria.

Le agradezco siempre a Alba. A tantas Albas. Sigue la búsqueda, todavía quedan cerca de 300 hijos, hijas, nietos por encontrar. Hombres y mujeres entre 40 y 48 años que siguen escondidos. Entre todos los seguimos buscando.

 


 

¿Cómo adquirir el libro?

Podés comprarlo contactando a la autora, a través de sus cuentas de Instagram o Facebook.

 

 

 

Escondida: un libro que milita el derecho a la identidad

“Volvería a buscar mi identidad”