¿Cuántos mundos caben en un rectángulo? ¿Cuántas palabras habilita un libro? ¿Cuántas imágenes hay en una poesía? En el mes de las infancias, la editorial Sombrero Azul presenta un poemario surgido de las vivencias de una niña inmersa en un mundo tan extraño como familiar y tan lejano como próximo.

Por Juan Sajor | Fotos: Coco Yañez

Editorial Sombrero Azul está presentando por estos días el libro Desde mi ventana. Un poemario con ilustraciones, amigurumis y música en formato de cuaderno, con delicados detalles artísticos.

La autora de los poemas, Laura Martín Osorio, presenta en versos los sentimientos de una niña que está obligada a dejar lo que más le gusta: salir a la plaza y visitar a su abuela. De la convivencia de esta niña con su madre, de la tristeza, la angustia, el enojo, la añoranza por encontrarse con sus seres queridos y del amor, por sobre todas las cosas, surgen las palabras exactas sobre lo que está viviendo. No se trata de una historia verídica, sino la de millones de niñas y niños que durante la pandemia debieron despojarse de sus tesoros más queridos.

Los primeros poemas de este genial libro surgieron en las semanas más angustiantes de la cuarentena. Laura Martín Osorio trabajó con mensajes de audios de niñas cercanas, que le contaban cómo transcurrían sus días, cuáles eran sus canciones preferidas y múltiples imágenes de lo que estaban viviendo. La autora cuenta además que indefectiblemente terminó volcando sus estados de ánimo frente al encierro.

La poesía de Desde mi ventana está acompañada por las ilustraciones de Flor Mestre, que también es la encargada del diseño de la publicación, amigurumis de Dolores Osorio y una canción de Milba Robles. El libro fue presentado el 6 de agosto en un evento especial en Sentido, espacio itinerante de aprendizaje vivo, y puede adquirirse a través de Instagram: @editorialsombreroazul o en las librerías Gildo D´Acurzzio, Payana, Vitonio, Punto lij (Tunuyán), La Prosa (Lavalle).

La obra está planteada por sus autoras como un “puente para cruzar a otros mundos”. “Si este libro llega, va a permitir tirar un hilito para que surjan otras palabras, que el libro sea un motor de la expresión. La lectura suele ser como un motor para la propia escritura, la propia palabra, la propia ilustración para lo que vaya surgiendo a partir de eso y ojalá este libro sea la ventana que se abre para poder expresarse, encontrar la propia voz, la propia palabra para decir qué siento”, nos dice Laura Martín Osorio, en un encuentro que mantuvimos para conocer más sobre la obra y la editorial Sombrero Azul, que a dos años de su nacimiento lleva publicado tres fanzines, una revista que se edita mensualmente, tres libros, y un cuarto que saldrá a la venta en los próximos meses.

Sobre el trabajo de la editorial, Flor Mestre no duda en remarcar que “no sería posible sin el esfuerzo del colectivo que la sostiene”. Lo dice como con un resaltador fluorescente y también destaca que detrás de la decisión del trabajo sostenido está la voluntad de “apostar por lo colectivo”. “Entendemos que individualmente estos proyectos no serían posible, por ejemplo en Desde mi ventana hay cuatro artistas trabajando”, agrega Laura. 

En ese plano ubican además la decisión de apoyarse en la red de grupos locales vinculados a lo editorial y a lo artístico para impulsar cada proyecto. “Nos gusta que todo sea hecho acá. Este libro lo trabajamos con la Editorial Chimanga que se encargó de imprimirlo, coserlo, guillotinar…”

La escasez de materia prima, proveedores y el descalabro de precios, que amenaza seriamente en hacer desaparecer los proyectos de media y pequeña escala, es también para  Sombrero el centro del desafío. “Editar, de por sí, es muy costoso porque no se encuentra papel, ni los materiales básicos, además es muy caro, pero también muchas veces aunque tengas el dinero no conseguís. De todas formas hemos conseguido armar una rueda para producir, vender, juntar unos pesos, hacer más libros, lo bueno es que no tenemos que poner plata de nuestro bolsillo, la editorial se sustenta sola, eso para nosotras es un montón. Uno de los objetivos era que las autoras que vinieran no tengan que pagar por hacer sus libros y lo hemos logrado”, rescata con indisimulable alegría Flor Mestre.

Por estos días, el equipo de la editorial Sombrero Azul trabaja en el proyecto de edición de una novela en la que los textos y las ilustraciones pertenecen a personas que no integran el colectivo editor.

“Trabajamos para brindarles a las infancias un producto de calidad, sin pensar que sea más atractivo que una pantalla u otro producto, sino más bien haciéndonos responsables de sumar desde todos los aspectos, contenido literario, desde lo visual y de todo lo que compone la publicación”. Así se presentan. Son: Mariposa Posa, Laura Martín Osorio, Flor Mestre y Agustina Garay.

 

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