Por Julio Semmoloni

Por reduccionismo cartesiano o maniqueo, y sin escatimar pragmatismo, diré que en nuestro país la disputa factible de poder político con el fin de transformar o consolidar la situación imperante de disparidad económica y social, admite la generalización de dos grandes corrientes antagónicas: el populismo de centro izquierda y el conservadurismo de centro derecha. La imprecisión etimológica de la clasificación dual facilita ir directo al punto de vista.

Argumentos teóricos sobran para confrontar a perpetuidad. Pero de la retórica (estropeada) se hizo insufrible cargo la campaña proselitista del año pasado. Me parece que aleccionar con hechos inequívocos aportaría un atajo para esclarecer a tiempo la infatigable rivalidad que amenaza con otro desenlace violento. Una cosa es el condicionamiento ideológico, y otra, la vil patraña. “¡Argentinos, a las cosas!”

Es cierto que los datos duros se pueden falsear; que los datos duros se pueden interpretar. Pero si el cúmulo de los cotejos, las deducciones, los contextos y las consecuencias arroja una semblanza fiel a la premisa… bueno, che, ya es demasiado. ¡Basta para mí! La reestatización de Aerolíneas Argentinas, que fatalmente debió ejecutar la presidenta Cristina Fernández, demostró ser un salvataje a gran escala social y económica propio de un populismo eficiente y reparador, que no buscó empecinado de antemano tomar la medida, y a cambio logró un resultado operativo y simbólico paradigmático.

Macri se opuso tozudamente como Jefe de Gobierno a la recuperación de la línea de bandera arruinada por empresarios extranjeros del sector, y hace pocos días, siendo Presidente, dio motivos para su eventual reprivatización cuando golpeando muy bajo, sentenció: “Nos cuesta dos jardines de infantes por semana”. Dejemos de enzarzarnos por un momento con la interpelación ideológica recíproca. Vayamos directamente a los hechos evidenciados.

En dieciocho años de gestión privada (1990-2008), los españoles depredaron AA de manera vandálica. Vendieron sus oficinas comerciales en el país y el exterior (algunas ocupaban inmuebles valiosos y estratégicos), vendieron los mejores simuladores de vuelo en Sudamérica y levantaron decenas de rutas y escalas nacionales e internacionales. Tras ser declarada en convocatoria de acreedores, la Auditoría General de la Nación comprobó que la compañía estaba con patrimonio negativo de 2.500 millones de pesos (cuando nuestra moneda cotizaba a $3,45 por dólar) y un pasivo de 900 millones de dólares.

La Presidenta debió expropiarla para darle un mínimo de garantía al reducido servicio prestado y asegurar la continuidad laboral de 9.000 trabajadores. Pese a la necesidad logística imperiosa de transporte aéreo para el octavo territorio más extenso en el planeta, el Frente para la Victoria y sus aliados tuvieron una enconada oposición en el Congreso (preferían la quiebra de la empresa), pero el Gobierno resultó airoso como consecuencia de la holgada victoria electoral en los comicios de 2007. En diciembre de 2008, AA es declarada de “utilidad pública” y en 2012 recibió el respaldo expreso de 21 gobernadores, con la notoria excepción de José de la Sota y Mauricio Macri.

El valor de la disminuida y canibalizada flota era en un principio (2008) de 342 millones de dólares, con sólo 26 aviones operativos de una antigüedad promedio de 19 años. En 2015 la flota tenía un valor de 1.635 millones de dólares (5 veces más), los aviones eran 73 (el triple) y la edad promedio de 7 años (un tercio de la recibida). AA/Austral pasó de volar 142.000 horas (números redondos) en 2008 a 276.000 horas (el doble) en 2015. Las 24.000 frecuencias de 2008 subieron a 47.000 (el doble) en 2014.

El crecimiento de la flota y su utilización aumentó de cinco millones de pasajeros transportados en 2009 a poco más de diez millones (el doble) en 2015. El auspicioso incremento de la oferta se adecuó a una situación obvia: el paulatino bienestar de sectores medios fue generando creciente demanda insatisfecha, al punto que AA cubrió casi el 85 por ciento del mercado argentino de cabotaje.

Ante la notable ampliación de la cobertura nacional y regional de servicios, la planta de personal creció en un 15 por ciento. La oposición criticó entonces la “productividad” para justificar su tenaz repudio al déficit estructural de AA. Ponderando los alcances insuperables para el país y sus habitantes de la renacida prestación, la categórica respuesta oficial puso en números las cosas en su lugar. Mientras en 2008 la empresa privada contaba 300 empleados por avión, en 2015 la línea estatal reducía esa proporción a 164 por avión. Los pilotos en 2011 eran 33 por avión, pero en 2015 tan sólo 18 por aparato. En ambos casos, el grado de “productividad” de AA fue óptimo en comparación con prestigiosas grandes compañías privadas del ramo. Y el aporte del Estado se redujo de 0,7% del Presupuesto nacional en 2009 a 0,2% en 2015.

AA es el primer y único miembro oficial de la alianza comercial Sky Team en Sudamérica, por la cual expandió sus combinaciones de vuelo a numerosos países. También en transporte de carga integra Sky Team Cargo. En 2011 la consultora alemana, cuya sigla es JACDEC, consideró que AA estaba entre las diez empresas aéreas más seguras del mundo. En 2013 sus partidas desde Ezeiza registraron una puntualidad del 96,6% y las llegadas de vuelo del 97,3%, en abismal contraste con la puntualidad del 27% señalada en 2007, durante la gestión privada. Al comienzo de 2015, AA fue reconocida entre las 25 mejores empresas del mundo, muy lejos del puesto 95º que ocupaba en el ranking 2013 de la encuesta eDreams, agente global de viajes online.

Cuando el 8 de junio de 2009 Cristina Fernández presentó en Aeroparque el primer avión adquirido por AA en 16 años, el flamante Boeing 737-700 fue la primera de las dos aeronaves a estrenar que se compraron directamente a la fábrica originaria de Seattle. El 28 de febrero de 2015, al incorporar el primero de los cuatro Airbus 330-200 ordenados a la fábrica europea, la flota de AA recibe por primera vez en 37 años un nuevo aparato de fuselaje ancho.

El Centro de Formación y Entrenamiento de Pilotos construido y recuperado por nuestra línea de bandera, permite capacitar en casa a sus pilotos, sin tener que viajar al exterior, ahorrando costos y aportando divisas con el alquiler de horas en el simulador de vuelos a compañías extranjeras. Y casi al finalizar su doble mandato, la Presidenta inauguró (como no se hacía desde 1949) otro hangar en Ezeiza para AA. El Hangar Nº 5, es el coloso de Latinoamérica, con tecnología robótica y capacidad para asistir en su interior al avión comercial de mayor envergadura.

¿Será este paradigma cabal demostración para mantener el entusiasmo de los que adhieren al populismo como praxis embrionaria de un Estado benefactor sustentable? Los rivales detestan el punto de vista, ocupan el Gobierno y con sus aliados dominan el Congreso. Esta anécdota lo prueba: Macri designó a Isela Costantini para gestionar AA, la empresaria más brillante de los últimos años entre pares varones o mujeres de grandes corporaciones internacionales. Isela fue a los almuerzos televisivos de la señora, con menos de veinte días en el cargo, y no se privó de juzgar la extensa y ardua tarea de Mariano Recalde, su antecesor, con el inveterado sesgo que al día siguiente exaltó Clarín: “(la empresa) no ha sido gestionada desde la administración, fue administrada desde lo político y uno ve la falencia en los números, que son muy negativos”.

A buen entendedor… ¡Suficiente!