OPINIÓN | Por León Repetur (Gestor cultural)

El  gobernador electo,  Rodolfo Suárez, ha decidido que la nueva institucionalidad sea Ministerio de Cultura y Turismo. Y dirigido por Mariana Juri, quien ya estuvo a cargo de ese ministerio en la gestión de Julio Cobos en 2003 como Ministra de Turismo y Cultura.

Sin entrar en detalles acerca de la gestión de Mariana Juri en aquella época, podemos recordar con beneplácito la convocatoria a todos los sectores culturales, para la elaboración del Plan Estratégico de Cultura 2005-2010. Si bien el Plan no alcanzó a aplicarse, sentó las bases para una dinámica virtuosa: convocar al conjunto de los sectores integrantes del ecosistema cultural para debatir acerca de las prioridades, metas y sistemas de evaluación de la eficacia y eficiencia de la gestión. Sería muy beneficioso para el crecimiento planificado del sector repetir aquella experiencia. Quizá no necesariamente igual, pero reforzando la idea del consenso, el debate y las evaluaciones públicas y periódicas.

Gestión Cultural y Gestión Turística

Foto: Twitter Mariana Juri. Mariana Juri (al centro), la elegida por Rodolfo Suárez para conducir Cultura y Turismo.

Es clave entender las diferencias y las interdependencias entre ambas. La primera a tener claro es que el turismo es una experiencia cultural y como tal debe ser tratada por la gestión cultural.

La experiencia cultural del turismo está asociada al tiempo de ocio, al entretenimiento y al estado de la macroeconomía. Todas ellas interrelacionadas y facilitadoras o no de la experiencia cultural del turismo. Esta dependencia del turismo del estilo de vida (cultura) alcanzado por una comunidad, implica la jerarquización de la gestión cultural con relación a la turística.

Por otro lado, una diferencia específica, es que la gestión cultural está prioritariamente ejecutada por la administración pública, mientras que la turística lo está por la actividad privada. Por supuesto que hay grandes espacios donde esto no es taxativo. Por ejemplo: el turismo social, donde la administración pública tiene mucho que gestionar, habida cuenta del abandono de estas políticas por el gobierno de Macri.

Y por el lado de la cultura se da también el fuerte desarrollo de las industrias culturales, que partiendo de considerar a la cultura como recurso, la gestiona desde la actividad privada fundamentalmente y en menor escala desde la actividad asociativa.

Esa dualidad, gestión cultural/administración pública y gestión turística/sector privado debe ser manejada con mucha atención con el fin de no generar (más) recelos y conflictos entre ambas.

El desafío del sector público con relación a la gestión cultural es eliminar los obstáculos burocráticos que la hacen paquidérmica para reaccionar, frente a un sector turístico rápido y enfocado en el mercado, gestionado por los privados. Este enfoque mercadológico del sector turístico lo hace “sospechoso” para el sector cultural, no resignado a poner el talento, la creatividad y el patrimonio, al servicio de los negocios del sector turístico. A los que suman a los bodegueros en el caso de la Fiesta Nacional de la Vendimia y otros eventos por los “caminos del vino”.

No se trata de agitar la rivalidad turismo/cultura, sino de aprender a interrelacionar ambas para producir la sinergia necesaria para beneficio de todos los agentes involucrados. Para lograr la interacción hace falta también reconocer la distinta extracción de los gestores de ambas tareas. Mientras el turismo abreva de profesionales marcados por el oficio y el enfoque mercadológico y las encuestas de emisión/ recepción; la gestión cultural se sustenta en sectores académicos que se enfocan en el sentido, el estilo de vida, el protagonismo popular y no en la rentabilidad o la cantidad de visitantes o tiques vendidos. Una inteligente forma de superar las diferencias, sería apostar al aprendizaje de las especificidades de ambas formas de gestionar por parte de los agentes más dinámicos de los sectores culturales y turísticos.

Nuevas realidades, nuevos desafíos

Foto: Jo Thomatis.

Los grandes cambios en el mundo y en nuestro país nos desafían a pensar senderos diferentes a los que vinimos transitando, senderos circulares que nos devuelven tristemente al punto de partida. Si somos capaces de mirar y actuar de otra manera, podemos salir  “del laberinto por arriba” como dice Marechal.

Un Ministerio, como el que vamos a tener, habilita a transversalizar las políticas públicas, en interacción con los demás Ministerios que conforman el Gabinete de Ministros. Esta alternativa debe ser aprovechada para dejar  de operar con una visión “ocurrencial” o “eventista” de la política cultural o con una visión “mercadológica pura” e “insustentable” de las políticas turísticas.

Desde el campo de la cultura y la articulación  con otras áreas adquieren relevancia actividades ligadas a:

– La investigación cultural (en general y no solamente focalizada en las industrias culturales);

– Aspectos impositivos que dinamicen la participación privada en el financiamiento de actividades culturales

–  Creación de Espacios Culturales Múltiples, que cubran los espacios vacíos en los Distritos, con ejes propuestos por los ciudadanos según sus propias necesidades materiales, expresivas y simbólicas y destinados al encuentro vivencial entre los más diversos sectores de la población

– Coordinación general de políticas (especialmente política cultural, educacional, científico-técnica, ambiental y comunicacional);

– Gestiones integradas puntuales: educación y cultura; salud y cultura, cultura joven; cultura ecológica; cultura y prevención; cultura y derechos humanos; comunicación cultural

– Ordenamiento, actualización y generación de nueva legislación cultural y turística.

– Plan de capacitación permanente en gestión cultural y turística enfocada en Mendoza

– La participación de profesionales del turismo y de la cultura en la planificación de la estrategia de desarrollo sostenible de los proyectos

-El rigor cultural garantizado por los gestores culturales a los nuevos diseños de los productos turísticos

– Estudios conjuntos para determinar que activos culturales pueden ser transformados en productos turísticos

-Garantizar la participación de las comunidades tanto en las fases de diseño, de explotación como de distribución de beneficios,  de la riqueza cultural o patrimonial

Tanto la cultura en su sentido amplio, como el turismo como una parte de ella, pueden ser grandes dinamizadores del desarrollo de Mendoza. Sólo hace falta que lo hagamos entre todos y con la mayor seriedad posible, evitando los caminos de la improvisación y del uso emblemático de la cultura con fines partidarios.

 

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