“La Ley de Glaciares de Argentina es la mejor y la más protectora del mundo. Hay que hacerla cumplir”, señala en esta entrevista Sebastián Crespo, doctor en Ciencias Aplicadas e investigador del IANIGLA, quien viene desarrollando una técnica que permite develar el origen de glaciares, precipitaciones y aguas subterráneas.

Por Eugenia Segura | Fotos de archivo: Coco Yañez

I

Uspallata, 20 de abril de 2024. Resulta que andaba paseando por la villa de Uspallata, cuando se enteró por casualidad que esa noche se proyectaban dos películas en el centro cultural. Historia del Agua de Mendoza (H.A.M.) y Proyecto de Creación del Área Protegida Uspallata-Polvaredas. Para un rastreador del agua como él, que vuelve desde Chile remontando el río Aconcagua, cuenca espejo del río Mendoza, habrá sonado a llamada insoslayable.

Después de horas de ver al pueblo pueblear, las piedras donde el hielo en el suelo se insume, las espléndidas lagunas y vegas altoandinas, después de estrechar la mano que tocó al glaciar Barauca, es decir, con esa emoción, se presentó:

– Hola. Soy Sebastián Crespo, investigador del IANIGLA (Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales), y vengo con una técnica que permite rastrear el ADN del Agua, para saber si viene de los glaciares, de precipitaciones, o de aguas subterráneas…

-¡¿Qué?!

II

-A ver cómo hago simple la cuestión de los isótopos, porque apenas decís la palabra isótopos como que asusta, ahí ya se está yendo alguien -bromea en la charla que da como investigador del IANIGLA, disponible aquí.

-Los isótopos son átomos del mismo elemento. En el caso del agua, hidrógeno y oxígeno, pero que tienen más neutrones, entonces son más pesados. Todo empieza en el Océano Pacífico, la radiación solar evapora en el mar los átomos más livianos: en la atmósfera la nube va a estar empobrecida de isótopos. A su vez, de esa nube cuando precipita van a caer los isótopos más pesados como lluvia, como nieve. Y así se va empobreciendo más hacia la montaña. Es una cuestión física. A su vez, mientras más tiempo esté el agua en contacto con los sedimentos, se va a ir cargando más de iones. Ambos (iones e isótopos pesados) permiten a través de modelos de mezcla poder distinguir los distintos orígenes del agua (glacial, periglacial, precipitaciones y aguas subterráneas).

Y resulta que se puede medir así cuánta agua de tu vaso proviene de un glaciar, quién anduvo por las nubes, cuántas gotas vienen de un viaje fabuloso por acuíferos subterráneos cargados de vértigo, emoción, e isótopos, por supuesto.

III

No es la primera vez que Sebastián Crespo visita nuestro valle. Estuvo una vez crucial, el día de la histórica audiencia pública por el proyecto minero San Jorge.

-Yo fui el que dije eso de que todos los estudios del informe de impacto ambiental que estaban en inglés, y que ya que parecía que o no les importaba o no querían entender nuestro idioma, se los decimos en inglés: We don´t believe your lies!

-¡Sí, me acuerdo de eso! -habló entre los últimos, cuando la oratoria del lado del pueblo ya estaba a nivel vacilada mundial.

-Mi paso fue del ambientalismo a la ciencia. A esa audiencia pública fui como ingeniero agrónomo. Después, en Australia, ante una sequía, no había agua ni para limpiar la bodega en la que estaba laburando. Entonces me pregunté: ¿qué diferencia hay con Mendoza? ¡Los glaciares! Volví con esa pregunta, hice la investigación del lado argentino (cuenca del Mendoza) y me doctoré en Ciencias Aplicadas. Luego me gané una postdoctoral en Chile e investigué en la cuenca espejo a la del Mendoza (río Aconcagua).

Los resultados tuvieron mucha repercusión en Chile, porque justo se estaba debatiendo la Ley de Glaciares. Pudimos demostrar que, en esos veranos de sequía, el aporte de los glaciares al caudal del Río Aconcagua es del 57%, y no el 10 que decían las mineras. En eso renuncia, después de 15 años de debate, Francisco Ferrando, que era el representante de la ciencia en el debate de la ley de glaciares de Chile, un senior. Me convocan a mí en su lugar; y por supuesto, lo primero que hice fue contactarme con Ferrando y pedirle que no se vaya, que lo apoyábamos si necesitaba ayuda, pero él comprensiblemente no quería seguir ahí. Pensé “me pusieron como fusible, pero si no voy pueden poner a un mercenario”. Así que acepté.

Decidí convocar a investigadores e investigadoras independientes que trabajaran en la criósfera, armamos un grupo de 17 personas y pudimos enviar un documento sólido que permitió que se debata con más fundamentos la ley.

También participamos del primer proyecto de reforma constitucional, donde hicimos un estatuto de la criósfera, y en un proyecto de reforma del código de aguas para impedir el otorgamiento de derechos privados de aguas en glaciares. Era un sólido trípode de protección de los glaciares, estas normas de aprobarse. Y salvo la de la reforma constitucional, las otras dos normas siguen en el Congreso… congeladas como glaciares.

IV

Mientras salían las pizzas, hablamos de la ciencia digna, del doctor Carrasco, de la repatriación de científicos.

-Y volviste a Mendoza, y te encontraste con: ¿cuál es el colmo de un glaciólogo?

-¿Cuál?

-Tener el sueldo congelado.

-Jajaja ¡y el presupuesto para la investigación! En serio, es muy importante que la ciencia no reciba plata de empresas con intereses, que buscan amedrentar a los científicos. Ahora estoy haciendo un doctorado en Ciencias Sociales, porque son dos cuestiones que tienen que ir de la mano. En Putaendo (Chile), que en mapudungun quiere decir “pantano formado por manantiales “, nos dejó helados la percepción social de que los glaciares de escombros eran los que aportaban los años secos, la gente de la montaña lo sabe desde siempre.

-Los dejó helados, otro colmo…

V

-¿Y para el caso de Mendoza?

-Pudimos demostrar con esta técnica de los isótopos que, en el contexto de la megasequía en verano, el 67% del río Mendoza estaba siendo aportado por el sistema glaciario (del cual un 51% era de glaciares descubiertos y cubiertos, y un 16% de escombros). Luego un 19% de aguas subterráneas, y un 13% por la nieve. Con otras técnicas se ha llegado también a resultados semejantes.

No hay dudas, como ha sido dicho en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022: “queremos dejarlo bien claro: proteger la criósfera es urgente”.

-¿Cómo ves las perspectivas para los glaciares argentinos?

-La ley argentina es la mejor y la más protectora del mundo. Hay que hacerla cumplir. En Chile habíamos logrado además proteger las aguas subglaciares. Hasta ahora la norma ha quedado que hasta 500 metros de profundidad es intangible. Y a mayor profundidad, hay que hacer estudio de impacto ambiental sí o sí. En el fondo, es la cuestión social la que sostiene estas leyes.

VI

Me cuenta que viene de la cuenca del Juncal, que compartimos en el glaciar que se llama Monos de Agua. La empresa minera que lo amenaza se llama Nutrex Spa. El pueblo merece llamarse Valiente: tres semanas de acampe y a la minera se le venció el plazo para hacer la mensura de las concesiones.

-¡Sí! Por ese pueblo vamos a cantar mañana.

VII

Al día siguiente, las montañas de Uspallata fueron la caja de resonancia de ese canto, los glaciares el espejo donde nos miramos. Un puente de cuerdas vocales tejidas les mandamos, como antaño hacían los pueblos originarios, renovándolo de uno y otro lado cada vez que hacía falta.

Desde muchos lugares vinieron, muchos kilómetros hicieron para entretejer las fibras de ese canto que es como un puente. Las nieves eternas lo oyeron.

Ahora me gusta imaginar que los isótopos tienen algo que ver con esa velocidad ingrávida que tienen los copos de nieve al caer.

 

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