En las últimas décadas el movimiento de mujeres conquistó derechos que, al día de hoy, son ejemplo dentro de América Latina. En el año 2006 se sancionó la Ley 26150 que establece que todes les estudiantes tienen derecho a recibir Educación Sexual Integral (ESI) en todos los establecimientos educativos públicos de gestión estatal y privada. En diálogo con EL OTRO, Ana María Vega, periodista, docente y formadora en esta legislación, detalla lo fundamental que es capacitarse en la materia y lo confuso que es para muchas familias caer en la desinformación o en los estereotipos que venden medios de comunicación hegemónicos. Además recuerda que desde que se modificó el Código Civil y Comercial, las niñas, niños y adolescentes pasaron a ser considerados sujetos de derecho, por lo cual es obligación de las escuelas hacer efectiva la aplicación de la ESI.

Por Milagritos Contreras

Foto: Silvana Díaz Coppoletta

La Ley 26150, de Educación Sexual Integral, fue sancionada en el año 2006. Aunque en su momento se dio inicio a su aplicación, en los años del gobierno de Mauricio Macri se la desfinanció completamente. Con la gestión de Alberto Fernández se volvió a poner en marcha y hasta cuenta con un Observatorio Federal de Educación Sexual Integral.

Mayormente, los medios de comunicación hegemónicos se han encargado de estigmatizar esta ley, reduciéndolo a un tema meramente biológico, cuando en realidad va mucho más allá de eso, según explica a EL OTRO, Ana María Vega, especialista en la temática: “Hay muchas personas en contra de la ESI o con dudas porque no conocen realmente de qué se trata. Habitualmente, cuando se menciona educación sexual integral, lo que cree mucha gente es que les vamos a enseñar a poner un preservativo a sus hijes para evitar una infección de trasmisión sexual, lo cual es cierto, pero no es toda la ESI, es tan solo uno de los ejes; el cuidado del cuerpo y la salud, que se trata. Todas las dudas son importantes, pero cuando empezamos a conocer, nos damos cuenta que podemos saber más allá de lo que nos dicen en los medios o lo que solemos creer”.

Foto: Elena Visciglio

Ana María reconoce lo importante que es el diálogo con les estudiantes, ya que muchos casos de abuso sexual o de otro tipo se han puesto de manifiesto en esos encuentros: “Desde jardín, lo primero que se va a hacer, es decirle a los niños, niñas y niñes que nadie puede darles un beso si no quieren. Y ahí ya le estamos enseñando que tiene derechos, que es una persona individual, que puede tomar decisiones, que su cuerpito tiene que ser respetado, que existe un límite, que las relaciones son saludables cuando todas las personas nos sentimos bien. Suele haber personas que dentro de las familias abusan de les niñes, y cuando se empieza a hablar con les pequeñes o adolescentes, a brindarle este tipo de herramientas, salen los abusos a la luz, donde mencionan: ‘mi papá me pega’, ‘mi tío le pega a mi mamá, la agarra de los pelos aunque mi mamá diga que no quiere’, ‘mi tío me agarra, yo le digo que no quiero pero me lleva a la pieza y me encierra’. Al abusador no le conviene que el niñe conozca los límites, que haga respetar su cuerpo, por eso es importante hablar no sólo con la familia sobre el abuso sexual sino también con el niñe. La dinámica de funcionamiento y lo que genera el abuso en el psiquismo infantil es la culpabilización. En la escuela el niñe puede contar que sufre abuso porque está identificando esa conducta que le está vulnerando sus derechos, y desde allí la institución puede intervenir, como está obligada a hacerlo para restituirle sus derechos”.

Foto: Seba Heras

Fue crucial la reciente modificación del Código Civil y Comercial para que les niñes y adolescentes fueran considerados sujetos de derecho. “A partir de la Convención de los derechos del Niño surgió la Ley 26061, de Protección de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. Esa ley estipuló muchos aspectos sumamente importantes relacionados a la restitución de derechos cuando son vulnerados y a la protección de los derechos. El Código Civil y Comercial fue modificado hace muy poco para dar lugar a esta autonomía progresiva y, por ejemplo, vincular el acceso a los métodos anticonceptivos a partir de los 13 años sin necesidad de que hubiera una persona adulta que acompañara a este niñe a buscarlos, dando así cumplimiento al Programa de Salud Sexual y Reproductiva”, argumentó Vega, y continuó: “Las distintas leyes se van complementando para su aplicación en políticas públicas. Pero hasta que no se aprobó esta modificación en el Código Civil y Comercial, donde todas las agrupaciones que trabajan por las niñeses fueron las que dijeron: ‘entre las modificaciones del Código tiene que estar esto’, en los centros de salud no se les entregaba los métodos anticonceptivos a las niñas, niñes y adolescentes, refiriéndome a mayores de 13 años. No había nada que lo impidiera, sencillamente no había nada que lo estipulara específicamente, y no había una directriz clara que dijera ‘el personal de la salud no puede negarle los métodos anticonceptivos a un/a adolescente que va a solicitarlo con 13, 14, 15 años…’ A eso me refiero con que es importante tener en cuenta las leyes, pero si no hay directivas claras, nada se hace efectivo”.

Foto: Cristian Martínez

Con estos nuevos cambios en la legislación se dejó de hablar de patria potestad y se empezó a mencionar la responsabilidad parental. “Desde que en el año 2006 se aprobó la ESI, en las escuelas mucha gente pidió autorización para poderla implementar, teniendo desde las escuelas el temor a la patria potestad y, por supuesto, muchas familias decían que se vulneraba cuando no se les debe pedir permiso para dar ESI. Durante muchos años el Estado no salió a realizar esta aclaración y se vulneraron los derechos de los niños, niñas y adolescentes, a los que no se les daba educación sexual integral porque no querían ir al choque con los padres o parientes. Cuando en realidad la forma en que está planteada esta ley no menciona que haya que pedir autorización y sí integra a la familia al trabajo conjunto, es decir para que se eduquen en función de las necesidades de sus niñas, niños, niñes y adolescentes. Por ejemplo, en cuanto al tema del maltrato, al uso del golpe como un correctivo que lo aplican muchas familias, quiere decir que éstas no cuentan con otras herramientas porque así conocieron que es su forma de crianza, porque lo traen desde su infancia. Ahí la escuela, a través de la ESI, tiene que trabajar en conjunto con la familia para ayudarle a encontrar otras estrategias para la crianza que no sean mediante el golpe. Ni qué decir lo que ocurre con los abusos sexuales, cuando es la escuela la que tiene que ser garante de derechos y tiene una responsabilidad de la cual no puede desligarse cuando la familia los está vulnerando”, aclaró Vega.

Foto: Seba Heras

“El papá de Juanita cocina todos los días o el papá de Juanita cambia los pañales”, describe Ana María que educar en las escuelas con oraciones como éstas es transversalizar la ESI. Sin embargo, no faltan aquellos padres que, al cargar demasiados prejuicios, machismos y estereotipos, piden retirar a sus hijos de esas clases.

“La ley 26150 no delega su aplicación en otras personas que no sean las docentes. Cuando se trabaja en los institutos de formación docente con las estudiantes, que van a salir luego a ser profesoras de primaria, al igual que en los profesorados, se puede integrar todo. Ahí se dan cuenta que la sexualidad está presente en la vida de las personas desde muy pequeñas hasta que fallecemos, y abarca toda nuestra forma de expresarnos. Quizá se sigue limitando la ESI a lo biológico, como si fuera un tema médico, y eso ha sido un gran error. Que cada persona tiene sus tabúes es cierto, pero precisamente la ESI lo que te indica en la formación docente es cómo la sexualidad se pone de manifiesto, cómo se modifica y cómo aborda a sus estudiantes. Por ejemplo, me ha pasado en la escuela de mis hijas, donde un día llegó una docente y dijo: ‘las chicas van a hacer una lista de quienes quieran participar en la competencia de danza y los chicos van a hacer otra lista de quienes quieran participar de la competencia de fútbol’. La docente está condicionando a sus estudiantes, y eso es nula intervención en materia de género. Una docente formada en ESI propondrá a sus estudiantes y les dirá ‘hagan una lista de quienes quieren participar del torneo de danza y quiénes del torneo de fútbol’. En su propia práctica tiene que modificar sus estereotipos, porque en sus matrices está esto de que las nenas hacen danza y los nenes hacen fútbol”, expuso la docente.

Foto: Elena Visciglio

Además de ser tan transversal este tipo de educación e incluir temas como la trata, el parto respetado, la discriminación, el maltrato, entre otros, la especialista en género pone foco, a su vez, en las adicciones: “Muchas veces nos preguntamos por qué se llegan a las adicciones. Hace años que en nuestro país las políticas públicas vinculadas con ellas han ido a lo punitivo, y no es un problema de seguridad ni de punitividad, es un problema de salud, y totalmente vinculado con la ESI. Porque un niño, niña, adolescente que no puede decir lo que le pasa, que no puede lidiar con su angustia, que no puede lidiar con su afectividad, uno de los caminos que toma es silenciarlo a través de los consumos problemáticos. Reflexionar esto que pasa, que nos pasa como sociedad es también parte de la ESI”.

Otras voces son posibles

Foto: Silvana Díaz Coppoletta

Los temas que involucra la ESI son muchísimos y trabajarlos con la familia es fundamental. El rol de la escuela es mostrarle a los niños, niñas, niñes y adolescentes que cuentan con herramientas vinculadas con la protección de derechos.

Fuera de la cotidiana reacción de la sociedad ante la implementación de la Educación Sexual Integral, vale aclarar lo importante que es conocer y empezar a deconstruirnos para reconstruirnos. Todes tenemos oportunidades, los derechos conquistados hay que seguir defendiéndolos y continuar exigiendo su efectiva aplicación.

Foto: Silvana Díaz Coppoletta

La ESI, como su nombre lo dice, no hace más que integrar distintos aspectos que nos atraviesan desde nuestra niñez. Abarca los siguientes cinco ejes:

Cuidar el cuerpo y la salud: El conocimiento de sus partes, el vocabulario correcto para nombrar los órganos genitales, el cuerpo humano como un todo y la salud tanto sexual como reproductiva.

Valorar la afectividad: La disposición de dar y recibir cariño; la confianza, la libertad y la seguridad para expresar ideas, opiniones y pedir ayuda; el poder exteriorizar las emociones; la pareja, el amor y el cuidado mutuo en las relaciones y el respeto a la intimidad.

Foto: Coco Yañez

Garantizar la equidad de género: Igualdad de oportunidades para niñas y niños en juegos y trabajos, evitando estereotipos de género; la vulneración de derechos: el abuso sexual, la violencia de género y la trata de personas; nuevas formas de masculinidad y femineidad en el marco de la equidad de género y el amor y el cuidado mutuo en las relaciones afectivas.

Respetar la diversidad: La caracterización sexual y sus distintas orientaciones, la superación de los prejuicios y las actitudes discriminatorias, el reconocimiento y respeto a las distintas maneras de ser mujer y de ser varón y el análisis crítico de la femineidad y la masculinidad en distintos contextos.

Ejercer nuestros derechos: Prevención del grooming y concientización sobre las distintas formas de vulneración de derechos, marcos legales para el acceso a los servicios de salud sexual, la libertad de las personas a vivir su sexualidad de acuerdo a sus convicciones y preferencias en el marco del respeto.

 

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