A pocos días de las fiestas de fin de año, una publicación en Facebook se expande en las redes sociales. Se trata de un carta abierta y espontánea en la que Claudia Domínguez Castro -nieta recuperada 117-, pide colaboración para continuar reconstruyendo su identidad y, en definitiva, la historia de todos.

Hace 39 años fuimos secuestrados junto a mis padres Gladys y Walter. Aproximadamente a las 2 de la mañana, mientras dormíamos, un grupo de militares que realizaron un operativo en nuestro domicilio, decidieron privarnos de nuestra libertad. Cuatro autos Falcón rodearon la cuadra. Me cuentan que nos arrastraron hasta la calle, mis padres en ropa interior, forcejeando y tirados de los pelos. Estábamos juntos hacía apenas 6 meses. A nosotras nos subieron a un vehículo, y a mi papá a otro. A partir de allí nunca se supo dónde ni en qué condiciones estuvimos. Nunca más se supo qué nos hicieron a los tres. Lo único que supimos, 38 años después, es que la única sobreviviente de esa aberración fui yo. Ni siquiera aún sé en qué lugar estuvimos los últimos momentos juntas con mi mamá. Yo no recuerdo si me contó, cantó o abrazó. Si estaba asustada, esperanzada, triste… feliz no creo. No recuerdo nada. No recuerdo si me dijo que tal vez después de esa noche pudo saber algo de mi papá.

39 años de nada…

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Foto: Coco Yañez

 

Hoy me pregunto si pudiera hacer viral este mensaje para que llegara a cualquier persona que pudiese aportar generosamente algún dato, lugar o personas que tal vez pudieron compartir los últimos momentos de mis padres. Quizás entonces fue difícil conseguir datos porque no existían las redes sociales. Lo único que desearía es que mis abuelas y todas las personas que tuvieron historias similares, o la gente que los apoyó en la búsqueda, no hubiesen tenido que andar y caminar tanto para que alguien les contara, simplemente, hasta cuándo y dónde estuvimos… estuvieron. No creo que sea algo muy difícil, si ya sucedió, si lo único que necesitaban –necesitamos- es cerrar esa historia, nuestra historia, la de todos. Y poder ayudar a nuestros hermanos a que vuelvan a sus familias con la verdad. No es tan difícil. No era tan difícil.

Por eso mi necesidad se convertirá en mi deseo permanente. En especial hoy, cerca de estas fiestas. Un Año Nuevo con verdades para poder cerrar una historia. O muchos… Nos falta el final de la historia y es difícil vivir sin eso, suponer, imaginar y hasta inventar para no sufrir. Es difícil vivir sin ellos, extrañándolos o inventándolos día a día.

Ojalá que de a poco podamos recuperar las piezas que faltan. Si hubiese sido así hace 40 años, nada de lo que hoy sucede sería tan grave. Ojalá mis abuelas pudiesen organizar las fiestas esperándolos, como les dijeron aquel diciembre en que los esperaron para pasar juntos la Navidad. Cuántas Navidades esperando, cuántos Años Nuevos deseando…

Qué oscuros somos los seres humanos, cuánta racionalidad destruye a la sensibilidad. Mi deseo, especialmente para este día, es que no nos vayamos de este mundo sin saber qué sucedió con ellos, con NOSOTROS, con todos.