Como cada 1° de mayo, se conmemora el Día Internacional del/la Trabajador/a, esto a raíz de que en esta fecha, pero en el año 1886, un grupo de trabajadores de la ciudad de Chicago inició un paro en reclamo de una jornada laboral de ocho horas. La huelga fue tan significativa que, aproximadamente, medio millón de personas se pronunciaron durante cuatro días a lo largo de todo Estados Unidos, aunque varios de ellos fueron ejecutados. Fue en 1889, durante un Congreso en París, que se instituyó a este día como hoy lo conocemos. Y aunque en la actualidad la clase trabajadora ha logrado conquistar derechos, existe una gran desigualdad de género a la hora de la inserción en el mercado laboral, porque terminan recayendo, mayormente, en las mujeres las tareas domésticas y el trabajo de cuidado que requiere un hogar, lo que las limita o les reduce la cantidad de tiempo para destinar al trabajo remunerado, e incluso llevándolas a sufrir discriminación o a enfrentar distintas barreras en su inserción. En diálogo con EL OTRO, Virginia Alonso, becaria posdoctoral del Conicet, reflexiona acerca de lo importante que es avanzar hacia un reparto más equitativo en cuanto a las tareas dentro de los hogares, contando con una mayor injerencia en la provisión de cuidados tanto desde el Estado como desde el sector empresarial, para así lograr una mayor corresponsabilidad social. En tanto, desde el Ejecutivo Nacional recientemente enviaron al Congreso el proyecto de ley “Cuidar en Igualdad”, que busca impulsar la creación del Sistema Integral de Políticas de Cuidados de Argentina.

Por Milagritos Contreras

Foto: Cristian Martínez

Cada 1° de mayo se conmemora en homenaje a los Mártires de Chicago, como se conoce al grupo de sindicalistas anarquistas que fueron ejecutados en 1886 en Estados Unidos por exigir la reducción de la jornada laboral de 16 a 8 horas. Aunque para ese año el presidente de los Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó la ley que establecía las 8 horas de trabajo diario, pero al no cumplirse la nueva norma, las organizaciones laborales y sindicales de ese país se movilizaron paralizando la productividad con más cinco mil huelgas.

En julio de 1889, la Segunda Internacional instituyó el Día Internacional del Trabajador para perpetuar la memoria de los hechos de mayo de 1886 en Chicago. Esta reivindicación fue emprendida por obreros norteamericanos e, inmediatamente, adoptada y promovida por la Asociación Internacional de los Trabajadores, que la convirtió en demanda común de la clase obrera de todo el mundo.

 “El patriarcado del salario”

Foto: Seba Heras

Trabajamos en casa, en talleres, en oficinas, en escuelas, en hospitales, en industrias, en el campo, en medios de comunicación, cuidamos a nuestros niños y niñas, cuidamos a nuestras familias, pero también nos enfrentamos diariamente a la violencia mediática, violencia institucional, acoso callejero, violencia obstétrica, violencia simbólica, física y psicológica. Sufrimos el ajuste y la feminización de la pobreza a la que nos lleva constantemente este sistema capitalista y patriarcal. Como diría Silvia Federici, profesora, activista feminista y escritora: “Se trata del patriarcado del salario”.

Históricamente las mujeres hemos sido relegadas al cumplimiento del trabajo reproductivo, el cual es desvalorizado por el capitalismo, pero desde la perspectiva de Federici, éste no tiene valor de cambio, por lo cual no es remunerado económicamente. La ausencia del salario somete a las mujeres al “patriarcado del salario”, al quedar en una posición inferior respecto al trabajo masculino. Como consecuencia de esto, el movimiento feminista continúa luchando por su reconocimiento social y económico, por cambiar el concepto de la reproducción para mostrarlo en su sentido amplio y colocarlo al centro del trabajo político, porque el trabajo reproductivo no es un servicio personal sino que es el sustento de la reproducción de la fuerza de trabajo: “Que el trabajo reproductivo perciba salario no es el objetivo final, sino parte de la estrategia para desnaturalizar la esclavitud femenina”.

Foto: Cristian Martínez

Por eso es importante visibilizar no sólo que las mujeres realizamos gran parte de las tareas o labores de casa que no son remuneradas, sino también que al no haber una distribución equitativa de estas actividades, nos limitan no sólo en el acceso al mercado laboral, con empleos informales y hasta percibiendo salarios bajos, lo que obstaculiza nuestra realización personal y proyectos de vida, poniendo en riesgo, aún más el cuidado de nuestra propia autonomía. Según la Organización Internacional del Trabajo, si esta dedicación se cobrara, representaría el 9% del PBI mundial, lo que equivale a unos 11 billones de dólares.

“Las mujeres asumen el 90% de las tareas no remuneradas”

Foto: Coco Yañez

La forma en que se organizan el trabajo y el modo en que se trabaja en la sociedad deriva en desigualdades económicas de género que se expresan en la mayor dedicación del tiempo de las mujeres al trabajo de cuidado no remunerado y en la desigualdad de género en el mercado laboral. Lo cual conlleva a la menor y peor dedicación de las mujeres en el mercado laboral y al menor grado de su autonomía económica.

En diálogo con EL OTRO, Virginia Alonso, becaria posdoctoral del Conicet, reflexionó inicialmente sobre las desigualdades de género en el trabajo y sus brechas salariales: “Si bien el análisis que vamos a hacer se centra en una mirada de las desigualdades entre varones y mujeres, también es importante destacar y visibilizar la situación desigual de personas con otras identidades de género”.

Foto: Coco Yañez

Según menciona Alonso, los organismos estadísticos que generan información pública sobre el trabajo tanto a nivel nacional como a nivel provincial, han incorporado -sobre todo en los últimos  años- instrumentos o han desarrollado variables, formas de medición del trabajo que incluye tanto el trabajo que se desarrolla para el mercado así como el trabajo no remunerado que se realiza en los hogares: “Si, por ejemplo, tomamos información del Indec para el año 2021 para la Región de Cuyo, encontramos que el porcentaje de mujeres de 14 años y más del total de esta edad, el 95,4% realiza actividades de trabajo total, que incluye estos dos tipos de trabajo. Mientras que tan solo el 89,1% de los varones realiza actividades de trabajo total”.

“Esta mayor participación  de las mujeres –continúa Virginia- en este tipo de actividades al interior de los hogares hace que, en promedio o de manera general, tengamos menor cantidad de tiempo para destinar al trabajo remunerado, al trabajo que se produce en el mercado laboral y, a su vez, cuando tenemos que insertarnos en el mercado laboral también nos encontramos con fenómenos como la discriminación o distintos tipos de barreras para la inserción en el mismo. Todo ello se traduce en las desigualdades que estas estadísticas muestran que sufrimos las mujeres en relación a los porcentajes y las cifras que tienen los varones en, por ejemplo, las tasas de actividad, de empleo, de sub-ocupación, de desempleo. Nosotras también nos insertamos en mayor medida que los varones en los empleos más precarios y, al mismo tiempo, tenemos menores ingresos mensuales laborales que ellos”.

Foto: Seba Heras

De acuerdo a la investigación realizada por Alonso, tomando datos de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas de Mendoza (DEIE)  encontramos que la inspección del reparto de tareas domésticas y de cuidados al interior de los hogares mendocinos permite advertir la fuerte prevalencia cultural de la asociación de estas actividades con el sexo femenino. En tanto son fundamentalmente las mujeres quienes figuran como las principales responsables de estas tareas: “Por ejemplo, si tomamos datos para el año 2020, esta encuesta muestra que las mujeres asumen las siguientes tareas a enumerar, con un porcentaje que oscila entre 80 y 90 por ciento aproximadamente. Estas tareas son el cuidado de infantes, de personas enfermas y de personas con discapacidad, o de adultos dependientes, las actividades de lavado y planchado de ropa, las tareas de limpieza y orden de la casa, o tareas como la preparación y cocción de alimentos”.

“En relación a las brechas de ingresos –prosigue la especialista del Conicet, si tomamos, por ejemplo, el ingreso individual medio por sexo y la brecha de género para Mendoza, para el año 2020 -con datos de la encuesta de condiciones de vida- encontramos que mientras los varones percibieron ingresos en promedio por un monto igual a 23.441 pesos, las mujeres tan sólo percibieron 18.372 pesos, lo que se traduce en una brecha igual al 21,6%. Aunque si lo mencionamos de otra manera, podemos decir que las mujeres en promedio percibieron ingresos equivalentes a un 78,4% respecto a los ingresos de los varones. Por lo tanto, mientras que los varones percibían 100 pesos, las mujeres percibían 78,40 pesos”.

Foto: Coco Yañez

Para finalizar, la investigadora remarcó sobre el valor de todos los trabajos que existen en la sociedad: “Tenemos la necesidad de avanzar hacia un reparto más equitativo, igualitario entre los distintos miembros que forman parte de los hogares en cuanto a los trabajos de cuidado y de trabajo doméstico, y así avanzar a una sociedad donde haya mayor corresponsabilidad, donde el Estado también tenga mayor injerencia en la provisión de cuidados y también las empresas. Por eso es necesario que se generen políticas públicas que permitan regular en mayor medida el trabajo y se generen estrategias de desarrollo para que haya empleos de mejor calidad y con mejores salarios”.

Proyecto de ley “Cuidar en Igualdad”

Foto: Coco Yañez

El Poder Ejecutivo envió al Congreso de la Nación el proyecto de ley Cuidar en Igualdad. El texto, que fue elaborado por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación junto al Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, establece la creación del Sistema Integral de Cuidados de Argentina con perspectiva de género (Sinca) y la modificación del régimen de licencias en los sectores público y privado ampliando los derechos de les trabajadores gestantes, no gestantes y adoptantes que se desempeñen en relación de dependencia o sean monotributistas, monotributistas sociales o autónomos/as.

La ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, Elizabeth Gómez Alcorta declaró: “Este proyecto que estamos enviando al Congreso es una deuda histórica con les trabajadores, porque amplía derechos en un ámbito que por años estuvo invisibilizado y que constituye el corazón de las desigualdades entre los géneros. Reconoce que todas, todes y todos tenemos derecho a cuidar y a ser cuidadxs en condiciones de igualdad y que el Estado cumple un rol central en garantizarlo”.

Foto: Cristian Martínez

Una parte del proyecto de ley resalta cómo las tareas no remuneradas afectan la calidad de vida de las mujeres sobre todo de sectores con menores ingresos: “Esa feminización del trabajo gratuito de cuidado no sólo impacta en la vida económica de las mujeres, explicando gran parte de la ‘inactividad’, el desempleo y la informalidad en Argentina, sino que también produce pobreza y desigualdad en las familias: mientras que las mujeres de altos ingresos pagan buenos servicios de cuidado, lo que les permite seguir trabajando y recibir cuidados de calidad, las mujeres de familias de bajos ingresos no pueden pagar por esos servicios y tienen que hacerse cargo ellas mismas, por lo que se quedan sin ingresos. Siete de cada diez hogares, que dedican horas diarias de cuidado a niñes de hasta 14 años, son hogares pobres”.

 

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