La mamá de Lucas asegura que tanto su hijo como un testigo identificaron al asesino y que esa información está en manos de la Fiscalía a cargo de la investigación. El joven fue baleado el 3 de junio y falleció quince días después tras una dura batalla por sobrevivir. El hecho se enmarca en el violento e impune accionar de bandas vinculadas al narcomenudeo, que, según los residentes de la barriada, se ha intensificado en el último tiempo.

Fotos de archivo: Cristian Martínez | 22/6/2018

El asesinato de Lucas Morales conmocionó a la comunidad del Barrio La Gloria del departamento de Godoy Cruz. La tragedia detonó la bronca contenida por la violencia e impunidad con la que actúa una banda que señalan como “narco”, que cotidianamente “marca el territorio metiendo miedo” y mantiene en alerta permanente a los vecinos que transitan indefectiblemente la zona en la que concentra su actividad.

Ante la tragedia de Lucas, los vecinos exigen justicia y seguridad. “No puede ser que la gente no pueda ir al Centro de Salud, al Polideportivo. Porque ellos se quieren hacer valer. Porque roban, pegan o empiezan a los tiros. No puede ser así”, expresó uno de los vecinos en la protesta que se llevó a cabo en el barrio el pasado 22 de junio.

El “ellos” del vecino es dirigido a una banda que mantiene en jaque a la comunidad y es señalada como la responsable de la ola de violencia que terminó con la vida de Lucas.

Señalamiento que ratifica Jaquelina Scalia, mamá de Lucas, en diálogo con EL OTRO: “a mi hijo le tiraron como le tiran a quien viene. Hacen eso porque ellos quieren mandar y mantener a todos con miedo. Pero acá la mayoría de los chicos no está metido en la droga”.

Mientras afirma que “ya no tiene nada que perder porque perdió lo que más quería”, Jaquelina nos relata que “no se quedará quieta hasta que detengan a los responsables de la muerte de su hijo”.

Tanto la tenacidad de su relato como la intensidad del reclamo comunitario se sustentan en la certeza respecto al origen del trágico desenlace.

Con indisimulable impotencia, la mamá de Lucas afirma que “dos o tres días después de que a mi hijo le pegan el tiro fui a poner la denuncia. Habían detenido a tres personas, entre los cuales estaba uno de los que yo acuso. Pero mientras yo hacía la denuncia los estaban soltando”.

Jaquelina logró detallar ante la justicia lo sucedido a partir de un lapso de lucidez de su hijo, que posibilitó la comunicación: “en el transcurso de la semana en la que a Lucas lo pasan a terapia intensiva, mi hijo se despierta consciente. Entonces le pregunté si me reconocía, si sabía quién era su padre. Me decía que sí, porque le pedí que cerrara los ojitos dos veces por sí y una vez por no”.

“Cuando le pregunto si conocía a quienes le habían tirado me dijo que sí. Entonces utilicé una cartilla con letras que hay en la sala de terapia y le pedí que me señalara las letras de quien le había disparado. Lo hizo, le pregunté de nuevo y me dijo que sí”, recuerda la mamá.

La investigación está a cargo del fiscal Gustavo Pirrello, que además de la declaración de la mamá de Lucas, cuenta con el testimonio de una persona que “estaba en ese momento y en el lugar donde le dispararon a mi hijo”.

La obstinación por justicia de Jaquelina se concentra en la actuación del fiscal, pues considera que “la policía de acá, del Barrio La Gloria, está pagada por ellos y la manejan a su antojo. Todo el tiempo se los ve robando con los fierros en la mano. Nos hemos cansado de llamar a la comisaría y nos dicen que no tienen movilidad para desplazarse”. Al tiempo que agrega que “no voy más a la comisaría, de ahora en más me dirijo a la fiscalía. Mi marido fue a avisarles que íbamos a hacer una concentración y le dijeron que nos iban a mandar a Gendarmería. Mientras los delincuentes estaban mirando”.

“El barrio estaba bastante tranquilo y se les han abierto las alas. Cuando hubo noticias por el ‘Rengo’ Aguilera, la Policía estaba en todas las esquinas y no pasaba nada, pero se terminaron yendo y ahora esto es tierra de nadie, es una locura. Hace unos dos años que no podemos vivir tranquilos, te agarran donde quieran”.

El temor a represalias es paralelo al pedido de justicia. La desconsolada mamá expresa que mientras esperan respuestas, “andan preguntando dónde vivía Luquitas. Para amenazarnos y que saque la denuncia”, y esperanzada asevera que “el fiscal me dijo que vamos a tener novedades pronto. Ojalá, porque yo voy a seguir peleándola. A mi hijo no me lo van a devolver y no quiero que le pase a otros lo que le pasó a Lucas”.

El hecho

Alrededor de las 22 horas del domingo 3 de junio, Lucas Morales salió de su casa para encontrarse “a la vuelta con unos amigos. Voy y vengo” avisó. Su mamá rememora que “estaba en lo de su novia, pero como llovía y anda en moto, volvió temprano a casa”.

Unos diez minutos pasaron del aviso de Lucas, cuando Jaquelina escuchó “unos tiros”.

“Ya me estaba acostando, pero salí a ver qué pasaba. Una sobrina venía corriendo y me dijo que le habían pegado al Lucas. Cuando llego al lugar encuentro a mi hijo tirado en el piso y mucha gente gritando”, relata la mamá.

La balacera también había afectado a otro chico, quien sobrevivió. “Un vecino saca el auto y cargamos a mi hijo y al otro chico, que tenía un tiro en el estómago. Los llevamos al hospital de Maipú (Paroissien)”, donde Lucas ingresó por la guardia con un paro cardiorrespiratorio.

Una vez estabilizado, fue trasladado al Hospital Central, donde informaron a la familia que el impacto de bala había ingresado por el hombro, se dirigió hasta la zona del tórax, perforó un pulmón. Terminando su recorrido con un daño en la médula.

El joven, de 19 años, permaneció un par de días en unidad coronaria con respiración artificial y diagnóstico crítico producto de una hemorragia en el pulmón afectado.

Una vez trasladado a cuidados intensivos, pudo comunicarse con sus familiares e identificar a su agresor.

Pero la gradual y esperada evolución fue interrumpida por una serie de complicaciones que desembocaron en una infección que sentenció tristemente  su deceso, tras pelear por su vida durante catorce días.

Pelea que hoy familiares, amigos y vecinos sostienen colectivamente en clave de Justicia.