ESPECIAL | MENDOZA: MEMORIAS DEL ESTALLIDO. A dos décadas de la pueblada contra el neoliberalismo.

Nota colaborativa de El Búho y EL OTRO Diario
Texto: Enrique Pfaab | Fotos: Coco Yañez

Un hueco. Ahí, donde estaba el ojo, hay un hueco. Un hueco lleno de memoria. Una cicatriz imborrable con las huellas de su drama y el de tantos otros. A 20 años del día en que perdió el ojo, hay dolores que no han cuajado totalmente. Dolores y 38 muertos.

Mariano Coria no quiere hablar de aquellos días en que su vida cambió. No lo ha hecho nunca, salvo frente a la Justicia. Pero tampoco los que estaban en las calles de San Martín (Mendoza) cerca de Coria el 19 de diciembre de 2001, quieren rememorar esos acontecimientos públicamente. En algunos, hay dolor. En otros, cierto pudor por el hambre. En los demás, miedo.

Poner los ojos (el ojo) en lo sucedido en este pueblo grande para recordar esos días, sirve para repasar caprichosamente solo uno de los tantos casos de aquellos días de angustia y represión. Recordar a las víctimas, varias de las cuales aún esperan justicia.

Eran días de epitafio (provisorio al menos) de 10 años de neoliberalismo salvaje, de un plan sistemático de sometimiento a la población obrera y que solo logró la empatía de la clase media cuando a esta le encerraron la billetera en el corralito. Recién ahí explotó todo.

Mariano Coria era un empleado de la tarjeta Nevada. Tenía trabajo aún. Pero muchos de sus vecinos de San Martín, municipio en manos de un gobierno demócrata, ya lo habían perdido hacía tiempo. Palmira, por ejemplo, hacía mucho que se hundía en la pobreza, sin ferrocarril y con fábricas cerradas y se multiplicaban las ollas populares.

“San Martín padecía una altísima tasa de desocupación, con bolsones de pobreza tremendos en las márgenes de la cabecera departamental y mayores aún en la ciudad de Palmira y alrededores. Mientras tanto, la única acción municipal había sido hasta entonces la tramitación de un crédito internacional de cinco millones de dólares que se destinaría a cambiar las baldosas y los papeleros de las veredas de las calles 9 de Julio y 25 de Mayo”, recuerda el periodista Javier Polvani, que le dio cubertura informativa a esos días en la zona.

 

 

El caso es que, mientras Fernando De la Rúa renunciaba a la presidencia y en distintos puntos del país la población más vulnerable se acercaba a los supermercados en procura de alimentos, algunos vecinos de los sectores excluidos de San Martín hacían lo mismo y comenzaban a organizarse para pedir alimentos, primero en la sucursal céntrica de la cadena VEA, ubicada en 9 de Julio y Alvear.

Leopoldo Orquín, ministro de Seguridad de la Provincia, en esos días gobernada por el radical Roberto Iglesias, le había dado la orden a la policía de actuar sin contemplaciones ante cualquier intento de levantamiento popular.

“Para colmo los cuatro jefes policiales de San Martín habían estado esa tarde en un asado y un policía me dijo: ‘Van a reprimir, porque los jefes estuvieron en un asado y están todos en pedo, exaltados’”, recuerda un hombre que era camarógrafo y realizó un completo registro de imágenes, lo que le costaría durante los años siguientes muchas presiones, amenazas y hasta el robo de su casa, situaciones que aún hoy le hacen pedir el anonimato.

Mariano Coria estaba cerca del grupo de vecinos que se habían convocado sobre la calle 9 de julio, pero no era parte de él. Estaba saliendo de su trabajo y solo era un observador.

El caso es que cuando la gente se comenzó a acercar al supermercado, la policía se lanzó contra ella. Coria pidió a los gritos que no golpearan a los vecinos. Eso solo sirvió para que un jefe policial vestido de civil, Julio Reyes, que era quien comandaba el operativo, tomara a Coria por la espalda y comenzara a golpearlo, especialmente en la cabeza y la cara. Coria perdió un ojo. El derecho.

La secuencia quedó registrada en video y, por exigencia judicial, el camarógrafo aportó esas imágenes, que permitieron condenar a Reyes en noviembre de 2004 a un año y medio de prisión en suspenso por el delito de vejaciones, fallo de la Cámara del Crimen de la Tercera Circunscripción Judicial, integrada en por Alejandro Piña, Roberto Martínez y Silvia Escobar.

Hubo ese día 19 situaciones similares en otros supermercados del departamento. En algunos los responsables de los locales entregaron bolsas con mercadería. En otros, como en el caso de la sucursal de la calle Perrupato del mismo supermercado VEA, el lugar fue saqueado totalmente antes de que llegara la policía.

Al día siguiente, estas situaciones se iban a replicar en otros puntos de la provincia de Mendoza y, claro, también en el país.

El saldo fue de 38 muertos, 16 de ellos menores de edad. Dos de las víctimas tenían 13 años y ni siquiera formaron parte de las protestas.

En la Provincia de Buenos Aires fueron ultimados Roberto Gramajo (19 años); Víctor Ariel Enrique (21 años); Cristian Eduardo Legembre (20 años); Damián Vicente Ramírez (14 años); Ariel Maximiliano Salas (30 años); Mariela Rosales (28 años); Julio Hernán Flores (15 años); José Vega (19 años); Carlos Manuel Spinelli (25 años); Pablo Marcelo Guías (23 años) y Diego Ávila (24 años).

En Santa Fe fueron ejecutados Miguel Pacini (15 años); Yanina García (18 años); Ricardo Villalba (16 años); Rubén Pereyra (20 años); Ricardo Alvarez Villalba (23 años); Walter Campos (17 años); Juan Alberto Delgado (17 años); Claudio Pocho Lepratti (35 años); Graciela Acosta (35 años); Graciela Machado (35 años).

En la Ciudad de Buenos Aires las víctimas fueron Carlos «Petete» Almirón (23 años); Rubén Aredes (24 años); Gustavo Ariel Benedetto (30 años); Diego Lamagna (26 años); Gastón Marcelo Riva (30 años); Alberto Márquez (57 años) y Jorge Cárdenas (52 años).

En Córdoba fallecieron David Ernesto Moreno (13 años); Sergio Pedernera (16 años) y Sergio Miguel Ferreira (20 años).

En Corrientes Juan Alberto Torres (21 años) y Ramón Alberto Arapi (22 años) y en Entre Ríos Rosa Eloísa Paniagua (13 años); Romina Iturain (15 años) y José Daniel Rodríguez (25 años).

En la ciudad de Cipolletti, en Río Negro, falleció Elvira Avaca (46 años) y en Tucumán murió Luis Alberto Fernández (27 años).

Además hubo centenares de heridos, algunos con secuelas permanentes como es el caso de Mariano Coria.

Hubo condenas por estos hechos pero todavía, a 20 años, hay causas que no tienen fallos definitivos.

Las cicatrices han quedado marcadas para siempre. Las del físico, pero también las de una sociedad que todavía sufre las secuelas de época de política neoliberal que pulverizó fuentes laborales y, especialmente, el concepto de organización como forma de reconstrucción social.

 

(Las fotos son del archivo personal del reportero gráfico Coco Yañez y corresponden a lo vivido esos días en Mendoza)

 

Mendoza: Memorias del estallido

 

 

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