Hoy: Sancio alla ricerca di sei personaggi

Por Manuel García
Foto: Ser Shanti

 

“El mundo se veía tan delgado entre mis huesos y mi piel. Allí había otra persona un poco sorprendida de estar cara a cara ante un mundo tan lleno de vida.

 De repente mis ojos se tornaron suaves y temblorosos.  Yo sabía qué era el dolor, pero el dolor ya no duele. Voy cayendo. (¿Ya te sentís abajo?) Nah. (¿Uh?) Voy cayendo justo en los brazos de la Venus de Milo.” Television

 

En principio fueron unas simples gotas que luego no pararon, y de un momento a otro se desató una tormenta brutal en toda la ciudad. Después se cortó la luz y las líneas telefónicas comenzaron a funcionar de forma defectuosa. Hace unos instantes logré comunicarme con Clara que me dijo que iba a quedarse a dormir en casa de su madre con el niño ya que las calles están anegadas y peligrosas, imposibles de transitar. Miro a Sancho en la penumbra de una vela sobre la mesa del comedor y miro las partículas que caen del techo lentamente. Intento mirarme a mí mismo sentado en la silla que se ubica al sur de la mesa y no lo logro. Enciendo un cigarrillo con el pabilo de la vela y quiero tener todo bajo control. No sé si mañana colocar un cartel en la puerta de calle que diga que somos católicos, para que los protestantes no nos molesten los domingos a las diez y media de la mañana tocando el timbre. Quiero hacer de todo en esta noche sin luz artificial. La palabra es un virus submicroscópico con el que hemos perdido la opción al silencio, al paraíso del olvido. La palabra es ley y seducción en un mismo movimiento. En la oscuridad reinante intento hablar de control, de Los límites del control, de William Burroughs, pero el perro quiere hablar de la obra de teatro italiana de la década del veinte Seis personajes en busca de un autor, de Luigi Pirandello, por eso camina como enjaulado por toda la casa en busca de seis personajes, en relación totalmente inversa a la pieza teatral, con esa loca ilusión como única metáfora de una realidad arbitraria. Entonces no hablamos. De alguna manera Sancho también quiere el control, ese que apunta a lograr más control, por eso cuando ya no hay oposición, el mismo se convierte en una proposición sin sentido, y qué sentido tiene en este momento hablar con el canino si no encuentro una lógica de escape y la concesión termina siendo una atadura. La lluvia ha vulnerado mi eficaz sistema de control, pienso. Renunciar al control por medio de la palabra es perder una posición de ventaja, pienso nuevamente. Sancho continúa en ascuas buscando sus seis personajes sin nombre ni pasado, que pueden definirse por sus discursos peculiares, como cuando cada instrumento aborda un solo en una canción de jazz. La voz también es un instrumento musical. Esas mismas vidas de personajes ficcionales que persiguen algo que el perro no conoce y de las que nadie ni nada, salvo ellos mismos, son responsables. Todos los sistemas de control están plagados de contradicciones. Cortar y pegar, desmontar el discurso de una forma casi lúdica puede ser un primer paso. No soy un robot, actúo como un robot que obedece al robot que emite las palabras, que cumple las funciones de esta casta sacerdotal dueña del monopolio del conocimiento y la verdad. Ahora bien, si el control sobre uno mismo es la facultad de seleccionar los pensamientos para convertir en actos solamente los convenientes, entonces el mundo aparece ante nosotros como un conjunto de imágenes que se imponen si remedio como un agente de deseo, como un agente de control. La verdad de la ficción, es aquella que sin salir de sí misma es capaz de modificar lo real, como el decálogo divino o la Constitución Nacional. Tenemos que atravesar los límites del control, ¿pero cómo? Mickey Mouse siempre va a ser Mickey Mouse, esa es una imagen que le puedo explicar a Sancho, la realidad y la ficción no pueden ser representadas es su totalidad, por eso es imposible la comunicación verdadera. La naturaleza de la ficción inmutable es opuesta a la de la realidad transformable, y el perro no entiende eso, por eso busca como un gran tonto sus seis personajes por todos los recovecos de la casa. Luego de unas horas finalmente volverá la luz, después Internet, y You Tube me va a indicar cuándo y cómo dormir. ¡Con lo que me cuesta dormir solo los días de tormenta! Estoy volviéndome loco, estoy perdiendo el control. Mi perro ha sido infectado con el virus de la palabra. Yo también he sido infectado. ¿Y si no hubiera sucedido así?, ¿viviría aún en estado de naturaleza, rodeado de arañas potencialmente peligrosas y tierra y aire libre de contaminación? ¿Sería acaso como Sancho que no usa pantalones y que no tiene que cumplir con el horario social ni generacional? Mañana la ciudad va a lucir tan medieval, los municipios más afectados por la contingencia climática van a repartir mantas, colchones y nylon, y los medios de comunicación locales van a mostrar la miseria de los afectados a más no poder (a veces el reflejo es mucho más real que la cosa reflejada), hasta que las fuerzas del diseño de las subjetividades instalen algún caso de corrupción política que borre como por arte de magia los desastres de la lluvia. Entretanto Sancho va a seguir en busca de sus seis personajes porque sabe que la palabra es un virus y es el control, por ello no me va a hablar por un par de días, solo un par.

 

+Sancho y todo lo demás