Palabras contundentemente literarias.

Por Juan Pablo Barrera | Foto: Seba Heras

“No puedo escribir, no puedo, tal vez nunca lo hice realmente”. Suelo pensar y casi me grito en la cabeza en el ejercicio de autodestrucción que al fin y al cabo todos tenemos. Me levanto por enésima vez de la silla de mimbre que uso para escribir en la computadora. Camino por lo que había sido una casa, todo me parece ajeno, salvo ese rincón con la silla de mimbre y algunos libros que deja o dejaba entrar el sol de otoño.

 

En la hoja en blanco titila el cursor como un martillazo y yo sigo sosteniendo en mi cabeza que quiero usar palabras contundentemente literarias que suenen profundas, algo así como: – “El sosiego de la finitud en la angustia de la vida que nos lleva a la paradoja de la absurda inmediatez de tener que besarte ahora mismo ante la inmensidad universal de tu mirada, exhortando al encuentro necesariamente fugaz de los cuerpos por el concreto e inevitable final que todos encontraremos”. Y ahí estoy sintiendo que exagero una vez mas, para decir de otra manera la imperiosa necesidad de amar de las almas.

 

 –“¿Vos me entendes lo que te digo?”  Me dice el tipo del otro lado del espejo que se parece tanto a mí.

 

No sé, ando con la idea, estúpida o brillante, de creer que cierta complejidad en mis textos me harán un escritor y no un simple contador. Quizás no debería compartir más mis escritos en las redes… Dan la falsa sensación que lo que uno escribe gusta.

 

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