En el éter

Por Juan Pablo Barrera | Foto: Seba Heras

Desde que recuerdo, en la casa de mis viejos siempre estuvo esta Radio Carina de Noblex, ahí escuchábamos los partidos, así me llené de radio y transmisiones de fútbol. Mi viejo se iba los domingos a la tarde a dormir la siesta, esa costumbre mendocina que adoptó tan felizmente, con una “radiecita” más chiquita naranja y negra que se ponía debajo de la almohada. Así yo me llevaba la Carina la ponía debajo de mi almohada y escuchaba a Víctor Hugo, al ser hinchas de Central en Mendoza era medio complicado poder escuchar el partido de nuestro equipo entero, salvo que jugara contra River o Boca (el Tomba llego después a primera). Entonces era estar atento a las conexiones que había con el partido que jugaba Central con un tipo que solo decía tiempo y marcador.  Alguna vez viviendo en el barrio de la destilería me la llevaba a la canchita de futbol y la dejaba apoyada en palo del arco y me iban informando a los que lo tocaba atajar en el picado, y cuando ya quedaba poco para el final del partido yo me metía bajo los tres palos. La Radio AM tiene la capacidad de llegar mucho más lejos que la FM. Las noches en las que Central jugaba Libertadores, o en épocas que ya había partidos de viernes, salíamos al patio con mi viejo y tratábamos de sintonizar LT3 o LT2 de Rosario, la señal por momentos se iba, había un ruido que iba y venía, la interferencia agudizaba el oído, pero ahí estábamos bajo las estrellas tratando de a más de 900 km escuchar a nuestro equipo con la radio en la mano. Este fin de semana estuve en la casa de mi vieja, abrí una alacena y ahí estaba la radio, llena de voces, llena de fútbol, llena de recuerdos y no hizo ni falta prenderla.

 

Crónicas canallas #6