Durante los alegatos del Sexto Juicio por Delitos de Lesa Humanidad, el moisés del bebé de una secuestrada fue el símbolo que utilizó la abogada Viviana Beigel para narrar el genocidio en el Casino de Suboficiales del Ejército. Para la representante del MEDH, la última dictadura desplegó un plan sistemático que tuvo a la violencia patriarcal como uno de los pilares del terror de Estado.

Fotos: Coco Yañez

Vilma Rúpolo.

El viernes pasado se desarrolló la segunda audiencia de alegatos en el Sexto Juicio por Delitos de Lesa Humanidad, que se lleva a cabo en la sede de la Justicia Federal de Mendoza.

Frente al tribunal integrado por Daniel Alberto Cisneros, Walter Piña y Gretel Diamante, el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) continúo la acusación iniciada la semana previa.

Entre los alegatos de esa organización querellante, la abogada Viviana Beigel narró los aberrantes crímenes cometidos en el Casino de Suboficiales del Ejército contra mujeres secuestradas. Para hilar su relato, la letrada no solo se valió de una proyección visual, sino que además utilizó un objeto que estremeció a gran parte de las y los presentes en la sala.

Delante del banquillo de los acusados, del estrado de los jueces y las sillas de los fiscales y querellantes, Beigel colocó un moisés de mimbre que hace más de 40 años resguardó los primeros días de vida de Mariano, hijo de la bailarina, actriz y ex presa política Vilma Rúpolo.

“El primero de junio de 1976, Vilma es secuestrada en el domicilio de su madre, ubicado en el barrio Bombal, por una comisión militar armada, con armas largas de tipo Itaka, y la trasladan en camiones de grandes dimensiones, en medio de un gran operativo”, comenzó reseñando la doctora Beigel.

Los acusados.

De acuerdo con el relato, Rúpolo fue capturada a dos días de dar a luz a su hijo Mariano, separada de su bebé, y luego trasladada al Casino de Suboficiales, donde la torturaron una decena de veces. “Una vez casi me muero, me desvanecí porque me habían colocado una bolsa para asfixiarme, me golpeaban y me colgaban desnuda de unos alambres del techo, y en todos los interrogatorios me torturaban”, declaró durante el juicio la ex presa. En su testimonio, Vilma Rúpolo señaló a Armando Olimpo Carelli y Walter Tomás Eichhorn (prófugo y recientemente capturado) como autores de las torturas. Ambos se encontraban bajo el mando de Carlos Ledesma.

Terror y solidaridad

Mientras vivía el confinamiento y las vejaciones, en pleno inicio de su puerperio, “Vilma comenzó a pensar de qué manera estar junto al niño”, prosiguió Beigel en su alegato y precisó: “Amenazó con suicidarse si no le traían al niño. Fue así que en los primeros días de junio llegan dos soldados armados con Itakas y un moisés. Ahí venía Mariano, un recién nacido que no tenía más de diez días de vida”.

“Ese que está ahí es el moisés que estuvo en el centro clandestino de detención”, dijo Beigel en la audiencia, señalando la cuna, frente a los ojos impávidos de los acusados de los más graves delitos.

“¿Cuál sería la amenaza que representaba un niño de diez días, que venían dos oficiales armados trayéndolo a ese centro clandestino de detención?”, preguntó retóricamente la abogada del MEDH. Más allá del cinismo y la perversión de los genocidas, Beigel reivindicó el momento de alegría que vivieron las presas políticas con la recuperación de Mariano y recordó que ellas celebraron ese instante cantando la famosa “Canción con todos” de César Isella y Armando Tejada Gómez.

“A partir de ese momento, ese centro clandestino se transforma en un lugar en donde se conjuga el amor y el terror. Por un lado, las mujeres cuidando a ese bebé, asistiéndolo, sacándole leche a Vilma de su pecho para poder darle mientras a Vilma la llevaban a la tortura. (…) Ese es el amor y el terror, la solidaridad de estas mujeres, la contención cuando Vilma volvía y tenía que darle de mamar con sus pechos amoratados por la tortura, y el terror que desplegaron estos nefastos personajes que conducían ese lugar…” sintetizó con crudeza la querellante.

La abogada del MEDH, quien solicitó al tribunal que enmarque su sentencia en una perspectiva que ponga en relieve la especial situación de las mujeres víctimas del genocidio, pidió 25 años de prisión e inhabilitación perpetua para Carelli (coautor) y Ledesma (autor mediato) de los imprescriptibles delitos de lesa humanidad cometidos en el Casino de Suboficiales.

 


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