A 35 años

Por Juan Pablo Barrera | Foto: Cristian Martínez

Que Víctor Hugo Morales comience su relato del gol de Maradona a los ingleses con “Arranca por la derecha el genio del fútbol mundial…”, aún hoy me sigue generando un asombro inexplicable, los asombros suelen tener eso, son difíciles de explicar, como el amor, uno tampoco puede definir ese sentimiento.

Entiendo que probablemente exagere un poco pero, para mi generación, México 86 e Italia 90 significan en la actualidad volver de alguna forma extraña a la niñez y la adolescencia. Posiblemente para otros solo sean estadísticas, pero creo notar cierta nostalgia en algunos de nosotros de mucho más de lo que pasaba en lo deportivo.

Y hace unos días se cumplieron 35 años de ese gol y del título en México, entonces pasó otra vez eso de la sensación extraña y me acordé o imaginé, ya a esta altura el recuerdo se tiñe de muchas otras cosas, del momento del segundo gol de Maradona.

En junio del 86 vivíamos en un barrio de empleados de YPF pegado a la destilería de Luján de Cuyo. Teníamos un TV Phillips 14 pulgadas a color con botonera, que se había comprado para el mundial anterior, estaba en una mesita con rueditas que permitía que se transportará de la cocina al dormitorio. El partido empezó a las 15, el tele ya estaba en la pieza, no recuerdo mucho del antes, pero en el momento en que Maradona “arranca por la derecha” yo estaba sentado en la punta de la cama pegado a la pantalla, mi viejo acostado se iba incorporando mientras el 10 nuestro avanzaba, desparramaba ingleses y de golpe lo tengo al lado mío, no recuerdo donde estaban mis hermanos, ni mi vieja que apareció después del grito del gol desaforado, que venía desde la pieza, ahí estábamos los dos, yo seguía mirando la tele como hipnotizado y mi viejo arrancaba un segundo grito de gol con algunas lágrimas en los ojos. Se abrazaron y ahí aparecieron mis hermanos a mirar sin entender mucho.

Ese gol, tiene mucho más de lo que tiene, y tiene todo: la post guerra, el potrero, las historias, los miles de relatos, ahora la ausencia del autor, ese tipo tan imperfectamente destinado a lo increíble y más y cada año suma y sumará más significados. Nos sigue emocionando. Genera esa sensación inexplicable y a mí me sigue maravillando la habilidad futbolística de Maradona para esa obra de arte y asombrando que en la inmediatez del relato Víctor Hugo haya elegido esas palabras cual vidente de lo que venía. Y llevando en el tiempo a la casa 26 del barrio destilería donde fui feliz no solo por el mejor gol de todos los tiempos.

 

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