Tras la liberación de salidas dispuesta por el gobernador de Mendoza, las veredas de Capital se vieron pobladas este fin de semana. Uno de los símbolos de la “nueva normalidad” que propone Rodolfo Suarez fue la avenida Arístides Villanueva, donde el contacto estrecho y la ausencia de tapabocas representaron un concepto de libertad sin empatía ni responsabilidad social. EL OTRO dialogó con una licenciada en Enfermería del Hospital Notti quien aún padece las consecuencias del coronavirus. “Me da bronca, impotencia, dolor, me duele el alma”, expresó con estupor la profesional de la salud luego de ver los videos registrados por este diario.

Texto: Negro Nasif | Fotos: Cristian Martínez

Foto: Cristian Martínez

El miércoles pasado, en el momento más crítico de la pandemia de coronavirus en Mendoza, el gobernador Rodolfo Suarez autorizó un nuevo protocolo de flexibilizaciones comerciales, la libre circulación de personas los fines de semana y la vuelta de las reuniones familiares durante sábados, domingos y feriados, con algunas limitaciones.

En sentido opuesto, el presidente Alberto Fernández anunció el viernes restricciones a la circulación en departamentos de 18 provincias, entre ellas Mendoza, por el agravamiento de la curva de casos de Covid-19 y la saturación de las terapias intensivas.

Desde EL OTRO, en sucesivas notas hemos informado, en base a estadísticas del propio Gobierno de Mendoza, acerca de la grave crisis sanitaria que atraviesa nuestra provincia y que hoy es objeto de controversia social, mediática y política. Es por eso que en esta ocasión, apartándonos un poco de los datos duros, decidimos compartir un contraste social entre dos realidades del Gran Mendoza, donde se concentran más del 80% de los casos y la ocupación de camas de terapia intensiva supera el 90%.

Impunidad de rebaño

Foto: Cristian Martínez

Durante sábado y domingo, minutos antes de las 23 hs, cronistas de este diario recorrieron la avenida Arístides Villanueva para registrar de primera mano la respuesta de un sector socioeconómico ante las flexibilizaciones habilitadas por el gobierno de Suarez. Las imágenes hablan por sí solas, reflejan un microclima del departamento más rico de Mendoza donde la pandemia parece no existir: aglomeración de personas, tapabocas como excepción, música a altos decibeles que obliga a levantar la voz y, por lo tanto, la expansión de saliva entre quienes coparon las veredas.

Son muchas las sensaciones e interpretaciones que pueden despertar los videos y fotografías incluidas en esta nota. De hecho, una emisión en vivo que realizó EL OTRO durante la noche del sábado (ver aquí) alcanzó a más de 90 mil personas, y provocó una sucesión de opiniones que superó los 500 comentarios con miradas diversas, descontando las agresiones lisas y llanas que solo aportan a la propagación del odio, otro virus de circulación comunitaria.

“Me duele el alma”

Foto: Cristian Martínez

En ese cúmulo de reacciones y aportes de nuestras lectoras y lectores, que seguimos atentamente, nos encontramos con escasa preocupación respecto a un sector de trabajadores y trabajadoras claves en este momento. Son aquellos y aquellas que hace rato nadie aplaude. Incluso, como señala nuestra entrevistada (a quien llamaremos Mariela para resguardar su identidad), algunos ya se animan a decirles “Jodete por haber elegido esa profesión”. Se trata del personal de salud, paulatinamente invisibilizado y silenciado en la agenda política y mediática donde el centro de la disputa se encuentra en la falacia economía versus salud.

“Me da bronca, impotencia, dolor, me duele el alma, me duele el alma… Te juro que se me llenan los ojos de lágrimas, porque ni nos registran, me da tristeza en el alma. Tal vez levantemos la economía, pero con gente que piensa así estamos desbordando los hospitales, está muriendo más gente, cada vez más joven”, nos dice con voz quebrada Mariela del otro lado del teléfono, luego de ver los videos de bares y restoranes en la Arístides Villanueva.

Foto de archivo: Cristian Martínez

“Gente así piensa que es mejor enfermarse ahora y que después no va a tener la enfermedad, o piensan que a ellos no les va a pasar porque son sanos. Yo siendo sana, sin fumar, cuidándome con las comidas, haciendo ejercicios y todo, tuve tres días y medio con oxígeno. No me podía mover, no podía hablar porque empezaba a toser, no podía respirar”.

En carne propia

Camas Covid para adultos habilitadas en setiembre en el Hospital Notti
Foto de archivo: Gobierno de Mendoza.

Mariela es licenciada en Enfermería, trabaja en el Hospital Notti de Guaymallén, centro asistencial pediátrico que hoy interna a los grupos familiares contagiados por Covid-19 que requieren atención especial.

“Soy profesional de la salud, estudié cinco años para tener el título que tengo y amar lo que hago, sacrificando el tiempo de mis hijos, porque cuando terminé la Licenciatura ya tenía dos niños. Trabajando medio día en dos lugares, para poder estudiar durante la otra mitad de la jornada. Eso la gente no lo ve, no lo reconoce, al contrario”, manifiesta la mujer, mientras se oyen de fondo las voces de sus hijos jugando.

A fines de agosto tuvo síntomas compatibles con coronavirus, el 27 de ese mes la hisoparon en la Obra Social de Empleados Públicos (OSEP), pero aún no le entregan los resultados, no obstante sus sucesivos reclamos que tampoco tuvieron respuesta. El 11 de setiembre la volvieron a hisopar y el informe dio negativo. Recién a comienzos de octubre obtuvo la prueba de anticuerpos que confirmó que padeció Covid-19.

Foto: Cristian Martínez

“Estuve aislada en mi casa, estuve muy mal, destruida literalmente, clínicamente con todos los síntomas, nunca tuve fiebre de más de 37,4, pero sí pérdida del gusto y el olfato, sentidos que todavía no recupero del todo. Hago broncoespasmos, cosa que anteriormente no tenía”, dice Mariela.

Coherente con sus convicciones, da cuenta con pesar de las consecuencias del virus en su vida pero, al mismo tiempo, se esperanza con ser donante de plasma para salvar las de los demás.

Empatía

Foto de archivo: Cristian Martínez

Mariela no se opone tajantemente a la autorización de las salidas, pero no deja de mostrar su decepción y dolor ante la evidencia de la impunidad con que se violan todas las recomendaciones sanitarias. “Yo no digo que no te vayas a tomar una cerveza, sí, fantástico, andá, salí y divertite. Pero en la Arístides no hubo distanciamiento social, no hubo tapabocas, fumar también puede provocar contagios, si fumo delante de otra persona es como si le estuviera escupiendo encima”.

“Por gente así es que estamos como estamos hoy en día, con las terapias y los hospitales desbordados. Yo, como la mayoría de mis colegas, amamos lo que hacemos, amamos el laburo, le ponemos pila, le ponemos el pecho, muchos se quedan en las guardias sin importar si se quedan recargados o dejan a sus familias. Por ellos, que son la mayoría, me saco el sombrero, son colegas que hacen su laburo por vocación, por los pacientes, no por lo que cobran”, reconoce la profesional de la salud.

Protesta de licenciados en Enfermería en Casa de Gobierno
Foto: Ampros | 1 de octubre de 2020

Además de cuestionar la irresponsabilidad social de algunos sectores, la licenciada en Enfermería del Notti critica a los funcionarios que sienten que “es fácil estar detrás de un escritorio y creer que están dirigiendo bien”. “Para saber lo que sienten los demás tenés que ponerte en su lugar”. Empatía propone Mariela, esa palabra tan de moda en los discursos y tan escasa en las políticas públicas.

A quienes carecen de ella les dirige un mensaje explícito: “El miércoles pasado nos manifestamos en Casa de Gobierno y nos cerraron las cortinas desde las oficinas. Nadie nos reconoce. Nos sacan el título, no nos pagan, nos deben el aguinaldo, nos sacan horas, nuestros jefes nos amenazan con que si hacemos paro nos descuentan el día”.

Ministra de Salud Ana María Nadal | Foto: Cristian Martínez

“Ojalá no tenga que decirle al gobernador o a la ministra de Salud que no hay lugar para atenderlos a ellos o a algún familiar. Ellos no deben haber perdido a nadie, no saben lo que es esperar que te den las cenizas sin tener la certeza de que sean las de quien amabas con el alma. Y tal vez, hasta te diría que tenés la esperanza de que se hayan equivocado y que sea el pariente de alguien más. Mi contacto estrecho fue un tío que ya no está”, concluyó Mariela aguantando el llanto.