EL OTRO entrevistó, en su casa de Lavalle, a Nélida Rojas, líder de la organización barrial Túpac Amaru en Mendoza, acusada de ser “jefa de una asociación ilícita”. Tras 80 días de detención en el penal de Agua de Las Avispas, “la Nelly” habla por primera vez, cara a cara, con un medio de comunicación. “El delito que hemos cometido es hacer visible lo invisible”, asegura en esta primera parte de un extenso diálogo.

Fotos: Coco Yañez

“Mis vecinas me llaman India”

La entrevista comienza en el patio de la casa de Nélida Rojas. Una perra ovejera se acerca. La Nelly, como le dicen todos, la abraza. “Quedate quieta, India”, le dice, y espontáneamente empieza a contar la historia de su apodo y del nombre de su perra:

“Acá vivía mi abuelo, en esta casa. Nosotros vivíamos en un ranchito que se nos caía a pedazos. Estaba esta casa abandonada, pero a mí me parecía que era mejor que en donde estábamos. Entonces agarré, y empecé a acarrear en una carretilla los pocos muebles que teníamos. Me vine y me metí acá con mis hijos. Mi esposo el Ramón me decía: ‘Vos estás loca´. No teníamos ni luz, así que él se fue al otro día, cuando ya vio que me quedaba acá nomás”.

“Yo tenía la panza así (grafica un globo con sus brazos), porque estaba embarazada del Facundo. Cuando me veían con la panza así, carretilla, muebles y todo, mis vecinas me decían: ´Vos sos una india´.

Igual, cuando paría a uno de mis hijos (tiene ocho). Paría uno en la mañana y en la tarde pedía el alta voluntaria, y me venía caminando hasta acá. ‘India, sos una india, me decían´. Y bueno, cuando tuve esta perra le puse India, igual que yo” 

Como a Milagro

Mendoza, 8/4/11

La semana pasada ante la Justicia, dijo que cuando la fue a visitar a Milagro Sala a la cárcel de Alto Comedero, sintió que vendrían por usted…

Sí. Desde que se empezó con lo del programa Periodismo para todos, en noviembre del año pasado, el “gordo” Lanata nos pegó con todo. De ahí en más, en cada marcha en que salíamos, con la multisectorial, Ni Una Menos, nos llegaban al otro día las multas por los cortes de calle, e imputaron a Federico (su hijo) también.

Después, estábamos en la mañana o en la tarde y al rato me llamaba una delegada, porque había llegado un policía preguntando por la dirección y número de teléfono de otra delegada. Era como que ya estaban marcando quiénes eran los delegados, a los que había que perseguir.

Entonces, ¿qué hice yo? Inmediatamente agarré el teléfono y empecé a eliminar todos los grupos de WhatsApp y los contactos de compañeros. Si me pillaban no quería que descubrieran quiénes eran, para que no fueran por ellos.

Ya entonces presentía que eran los últimos días de libertad. Pero nunca me imaginé que venía por mis hijos también.

¿Pensaba que era inminente, que más temprano que tarde sucedería?

Sí, ya estaban dando señales. Yo sabía que venían. Y vos sabés que, cuando me llevaron, era el alivio decir: “bueno, ya está”. Porque estar todos los días con esa incertidumbre de “a qué hora llegan, a qué hora te golpean la puerta, a qué hora vienen y te hacen allanamientos, a qué hora te sacan con las esposas”.

Vos sabés que me quedaron las marcas de las esposas acá (se señala las muñecas), no se me van tan rápido. Pero eso es lo que yo decía: “¿en qué momento vienen?” Cuando ya me llevaron, era como “bueno, listo, ya está”.

¿Cómo reaccionó el 7 abril, cuando se enteró de que había posibilidades concretas de su detención? ¿Pensó en fugarse?

Cuando me entero de que podían venir a detenerme, gente cercana me sugirió “andate, hasta que más o menos veamos qué está pasando; mientras tanto danos tiempo de averiguar bien las cosas”.

Nos íbamos a ir a San Luis o a Chile. Empezamos a preparar bolsos y valijas, algo de ropa, y estábamos en eso de “buscame esto, buscame unas zapatillas…”, y entonces yo digo, cuando empecé a ver esa locura alrededor mío: “Eh no, pará, pará, ¿por qué nos estamos escapando? (se ríe). ¿De qué nos vamos a escapar, si no hemos hecho nada? Si nosotros no tenemos nada que ocultar. No, vamos a ver qué es lo que pasa”, les dije.

¿Sabía que iba a la cárcel?

No creía que iba a quedar detenida en ese momento. Pero me detuvieron con Carla, Leonela (sus hijas) y Ramón. Nos llevaron a ese gallinero que está en la comisaría de Las Heras. Estábamos tirados en un lugar con una tela enfrente, una pared de cemento atrás nuestro, y todo lo demás era tela.

Estábamos tirados en el suelo, y las chicas agarraban pedazos de cartón, que habían dejado otros detenidos, e improvisaban como una cama donde estábamos los cuatro. Sin una frazada, sin un colchón, nada. Había un olor a pis que era impresionante, porque probablemente la gente se cansa de pedir que le abran la puerta para ir al baño, y como no los dejan, hacen pis ahí. Insoportable el olor que había. Me tiré al piso a descansar. No daba más del dolor de columna.

Cárcel: causas y consecuencias

Nélida Rojas tiene 62 años y posee una incapacidad laboral del 76%, acreditada por ANSES, producto de una patología en su columna. Su diagnóstico se agravó por las condiciones de detención. El frío, y una cama de chapa con una colchoneta muy fina, provocaron que se agravaran los dolores que la acompañaron durante los 80 días de confinamiento en el penal de Agua de las Avispas, al pie de la cordillera mendocina.

En razón de su estado de salud, la jueza Cristina Pietrasanta dispuso la prisión domiciliara de Rojas, en carácter preventivo mientras avanza la causa, en la que ella y su familia se encuentran imputados por asociación ilícita, extorsión, y coacción agravada en concurso ideal con estafa.

¿Alguna vez estuvo detenida?

No, nunca. Con todas las cosas terribles que nos han pasado en la vida, las carencias, las necesidades de la pobreza, siempre hemos sido familias de trabajo. Somos medio raros, realmente somos como un clan: trabaja éste, trabajan los demás, vienen y dicen “Papi, acá tenés la plata”. De ahí se saca para pagar la luz de la Leo, de la Carla, la Natalia, qué es lo que necesitan, si necesitan zapatillas… Es como que todos trabajamos para todos, y priorizamos lo que necesita cada uno de nuestros hijos.

Yo he tenido muchas carencias en mi vida, y aun así nunca me llevaron a pensar que podría haberme dedicado a lo más fácil, que podría haberme dedicado a robar, a vender droga, o incluso ser una adicta a todas esas cosas para olvidar tanta tristeza, tantas cosas terribles que me tocaron.

Siempre elegí otra cosa: ser empleada doméstica, trabajar en las chacras. Yo tengo un hombro medio deformado (nos lo muestra y se observa una atrofia notable). Todos creen que tengo una hombrera propia, y esto no es una hombrera propia, es la seña de la cantidad de tachos de uva que me he acarreado. Si yo tengo huellas en mi cuerpo son de trabajo, y mi lesión en la columna es por el trabajo que he tenido.

Fiscales Gonzalo Nazar y Gabriela Chaves. Mendoza, 8/4/17

Sin embargo, la fiscal Gabriela Chaves dice que usted es jefa de una asociación ilícita, que ha cometido los delitos de extorsión, coacción y estafas. ¿Qué contesta a estas acusaciones?

Es muy raro lo que me pasa a mí. Yo siempre mantengo una paz interior y una paz que se manifiesta en todo lo que yo hago. No me preocupo. Yo duermo tranquila y he dormido tranquila. Yo no le robo nada a nadie, ni mi familia.

A nosotros no nos ha cambiado la vida. Cuando han venido a hacer el allanamiento, ¿qué pueden haber encontrado en el placar mío? Pensaban que iban a encontrar alhajas, oro, aunque sea un anillito, un arito de oro. Y encontraron la mitad de la ropa mía, porque la otra mitad la tenía yo en el penal.

No soy una negra capitalista, como se dice, trato de buscar cosas que me hagan feliz, como poner un mantel en la mesa, cosas que yo hago como ama de casa, viendo las carencias que hemos tenido en la infancia. En mi casa no teníamos sillas, nosotros nos sentábamos en unos cajones. 

Ni broncas ni rencores

¿Cómo toma que sus propias compañeras de organización hayan denunciado que usted las extorsionaba, las coaccionaba para hacer determinadas cosas, como por ejemplo, participar en marchas?

Es exactamente lo mismo que pasó en Jujuy. Es la misma metodología, la misma forma, es exactamente el mismo discurso de los excompañeros que dijeron de Milagro (Sala) lo que dicen de mí.

Los mismos compañeros destruyeron lo que hizo la Túpac Amaru, el parque acuático, el lugar donde se hacía la ceremonia del Inti Raymi… La misma gente del barrio se encargó de destruirlo y saquear la fábrica textil, la bloquera. Como nos están haciendo a nosotros acá, nos saquearon el jardincito maternal, nos rompieron los vidrios del aula, ahora en la fábrica textil por segunda vez entran y roban. Y uno dice “¿quién es”.

Porque la metieron presa a Milagro y destruyeron todo, y a mí me meten presa y el jardincito que está, desde 2007, sin rejas ni telas alrededor y nadie robó, ¿por qué ahora lo destruyen?

¿Desecha absolutamente esas acusaciones?

Obviamente. Yo confío en la Justicia, si bien no confío en los jueces, pero sí confío en la Justicia. Nosotros tenemos las pruebas suficientes para demostrar nuestra inocencia y será por eso que estoy tranquila, y en mi ADN no hay rencor ni bronca contra los compañeros, porque ellos también son víctimas de los medios.

Más allá de la condena social que hay, porque vos ya quedás en la historia de tu vida, a los 62 años, sosteniendo un cartelito con el número de detenida. Porque es eso lo que te marca. Dicen que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario; en cambio, nosotros hemos sido tratados como culpables hasta que se demuestre lo contrario. Si sos inocente, ¿por qué te ponen esposas? ¿Por qué tengo una tobillera si soy inocente, si todavía no se demuestra que soy culpable?

Falta muy poco para demostrar nuestra inocencia. El delito que hemos cometido es hacer visible lo invisible. En nuestra infancia, los gobiernos nunca llegaron a golpearle la puerta a mi vieja para decirle que había un programa y que sus once hijos tenían derecho a la asignación universal. Mi vieja nunca pudo cobrar la jubilación de madre de siete hijos porque tenía que esperar a que se muriera una madre para, recién con el lugar vacante, probablemente en el sorteo salía una Felisa Montenegro. Y mi madre murió esperando eso, y renovando cada tanto la documentación que le pedían, y nunca llegó esa jubilación.

El maltrato, el abandono, el hambre de sentir que era costumbre no cenar. Por ahí vos veías el fuego pensando que mi madre iba a poder preparar algo de cena, ibas a buscar leña, ardía el fuego, se apagaba el fuego, le volvíamos a echar leña y no había ninguna olla arriba de eso. Cansados de jugar como niños, nos dormíamos arriba de la mesa y sentíamos que mi madre nos levantaba en brazos y nos llevaba a la cama, y después nos levantábamos a la noche, de hambre seguro, y pensábamos: “¿comimos o no comimos?”. 

Mujer, presa y militante

¿Cómo vivió los días de encarcelamiento en Agua de las Avispas?

Cuando me vine, la directora del penal me dice: “Vos tenés que ir a una psicóloga inmediatamente, porque jamás una detenida se ha ido llorando de pena o tristeza  porque abandona una penitenciaría”.

Yo salí llorando por lo que dejaba adentro. Porque son mujeres las que están ahí y cada una con diferentes situaciones, más terribles, o menos terribles. Son mujeres, y lo más sorprendente es que cada vez son más mayores, no tan sólo jóvenes.

¿Y su condición de militante política cesó dentro de la cárcel?

No, ¡qué va a cesar!

La primera semana estuve cinco días en huelga de hambre porque nos quitaron el teléfono, hasta que logramos que nos pusieran un teléfono con tarjeta control. No teníamos otra forma de comunicación si no fuera por la huelga de hambre que hicimos. “Desafiemos esto, no bajemos los brazos”, decíamos, hasta que vinieron y nos trajeron el teléfono.

Después, como ser, se rompía el botón del baño y la misma penitenciaria te decía “Nelly, por qué no le decís a los maestros, o hablá con la directora para que nos arreglen el baño”. 

Hoy vienen por mí

Usted ha planteado desde el comienzo que hay razones políticas en su detención. ¿Por qué se considera una presa política, una perseguida?

Yo nunca fui candidata de ningún partido político, yo soy una referente social, pero sí trabajamos con el proyecto nacional y popular, porque fuimos parte de esa construcción del país.

Pero ellos mismos me pusieron “la referente kirchnerista”, me podrían haber puesto “la referente social”. Inmediatamente hablaron de la “organización kirchnerista”. Entonces, si te dicen kirchnerista, es política la cosa.

Usted dice que su condición de presa política la definen “ellos”. ¿Quiénes son puntualmente?

Y… el PRO, Cambiemos. Fue dicho por ellos en campaña, había que detener a Milagro Sala. Lo dijeron ellos en la campaña, que era lo primero que iban a hacer, y lo hicieron.

Son ellos los que vienen por nosotros, porque durante todos estos años pudimos demostrar lo que hemos hecho, hacer visible lo invisible, hacer cooperativas, recibir recursos del Estado y poder administrarlos. Le estábamos quitando una parte al empresariado. Nosotros entendíamos que podíamos compartir proyectos de vivienda con las empresas, pero estábamos compitiendo de alguna manera.

La contradicción del gobernador

Alfredo Cornejo y Mauricio Macri Mendoza, 10/5/17

¿El gobernador Alfredo Cornejo tiene responsabilidad política en su detención?

Sí, obviamente que sí. Yo sé, varias veces me lo han comentado, que quien da la orden de detenerme a mí fue Cornejo. Primero fue por (el ex intendente de Santa Rosa) Salgado, y como no se prueba la asociación ilícita iban por (el ex intendente de Guaymallén) Lobos, como con Lobos no sé lo que pasa, que aparentemente no lo quieren detener, bueno, la tercera era Nélida Rojas de la Túpac.

Vinieron por mí, Cornejo tiene que ser obediente a lo que dice Macri. Tenían que venir por mí. La cara de decepción de Chaves, cuando la jueza Pietrasanta decide darme la preventiva y domiciliaria, era como diciendo “ya no tiene sentido”. Porque la foto era tenerme a mí en el penal de Agua de Las Avispas.

Lavalle. Las obras se detuvieron con la llegada del nuevo gobierno.

Sin embargo, cuando Cornejo era intendente de Godoy Cruz, ustedes hicieron obras en ese municipio…

Sí, y trabajamos sin problemas. Cuando Cornejo era intendente y Damián Salomone, que hoy es presidente del IPV, era director de Vivienda de Godoy Cruz trabajamos en total tranquilidad, armonía. Ellos no nos molestaban a nosotros, nosotros no los molestábamos a ellos. Terminamos nuestro barrio y lo urbanizaron completamente.

¿Cuántas casas hicieron en Godoy Cruz?

Hicimos dieciséis, y nos quedaba otra etapa de dieciséis, pero después que asume el gobierno de Macri, en forma inmediata terminan con todas las viviendas sociales y las cooperativas de trabajo.

¿Mientras Cornejo fue intendente de Godoy Cruz autorizó todas las obras que ustedes hicieron?

Sí, sí. Y nunca tuvimos problemas. Cuando asume como gobernador de Mendoza, inmediatamente comenzaron a demorarnos los pagos por certificaciones de obras que ya habíamos realizado, y que el municipio y el IPV habían aprobado.