Como si se tratara de soplar y hacer botellas, el ministro de Economía de Mendoza prometió comprar 15 millones de envases de vidrio para la industria vitivinícola. A más de dos meses del publicitado anuncio de Enrique Vaquié, y a escasos días del pico anual de consumo de vinos y espumantes, los bodegueros todavía esperan el arribo de un despacho desde Túnez con las primeras 500 mil botellas que adquirió el Gobierno. Errores no forzados, venta de humo, victimización y desconocimiento del comercio internacional de un sobreviviente político del estallido del 2001.
Por Negro Nasif
El 19 de setiembre pasado, un incendio en las instalaciones de la empresa Verallia de Guaymallén afectó severamente la producción de uno de los mayores fabricantes de botellas de nuestro país.
El siniestro agravó el déficit de envases en la industria vitivinícola local, en un contexto internacional de falta de vidrio, ocasionado por las restricciones de la pandemia y, al mismo tiempo, un auspicioso aumento de consumo de vino en la Argentina durante 2020, y crecimiento de las exportaciones en 2021, favorecidas por la eliminación y baja de retenciones a las pymes y la duplicación de los reintegros por ventas al exterior.
La desgracia de Verallia complicó un grave problema que se viene atravesando en los últimos años. “En 2019 se utilizaban en promedio 900 millones de botellas. En 2020, ese número fue de 1000 millones, mientras que la capacidad de producción es de 800 millones de envases”, explicó Diego Pulenta en declaraciones al diario el Cronista.
Ya en 2018, el freezer macrista de la economía, con caídas de exportaciones y ventas locales, había puesto en jaque a empresas del sector. Como Cattorini Hermanos, que en mayo de ese año despidió a más de 100 trabajadores y paró buena parte de los hornos de fusión de vidrio que producían la mitad de las botellas del país. Y la propia Verallia con más ganas de dejar el país que esperar los brotes verdes del crecimiento invisible.
La excusas son de nosotros, las culpas son ajenas
Con esos antecedentes y un horizonte crítico en la industria vitivinícola, que pronosticaba extenderse hasta finales de 2021, el Gobierno de Mendoza comenzó a hacer lo que mejor le sale: construir e instalar un relato mediático de victimización y poner la pelota en la cancha del presidente Alberto Fernández. La estrategia de vociferar un problema o una excusa para cada solución haría el resto.
Según reseña Los Andes, el ministro de Economía Enrique Vaquié le solicitó al ministro de Agricultura Julián Domínguez “que facilite la importación de botellas, o de lo contrario, estima que se vería afectada toda la cadena productiva de la provincia”.
Lo curioso es que en su pliego de soluciones “inmediatas”, el funcionario de Rodolfo Suarez pidió al Gobierno Nacional medidas innecesarias, autorizaciones ya adoptadas y modificaciones arancelarias de imposible realización en el corto plazo.
Vaquié propuso libertad de importación, lo que nunca fue impedido, y eliminación de aranceles que permitirían la compra de botellas en el exterior. Lo absurdo del reclamo es que en ese momento la adquisición de tales insumos, destinados a exportaciones temporarias, ya no contaban con gravámenes.
En la misma línea, el ministro mendocino pidió en vano la habilitación de permisos para importar botellas desde países extra o intra zona Mercosur, sin considerar que esa autorización estaba vigente. Además, planteó la reducción a cero de las alícuotas correspondientes a los aranceles y la tasa estadística para las importaciones de envases de vidrio provenientes de países fuera del bloque. Medida que –lo sabe cualquier estudiante de Comercio Exterior- es de imposible implementación en el breve lapso, en razón de que esto implicaría una serie de instancias diplomáticas para modificar acuerdos regionales que están lejos de realizarse de la noche a la mañana.
El proactivo Vaquié solicitó al ministro Domínguez que también evalúe subsidiar el costo de las importaciones extra zona, para amortiguar el incremento notable del flete marítimo registrado por los problemas logísticos en la pandemia. Mera expresión de deseos, al tratarse, claro está, de una problemática de proporción planetaria que, obviamente, excede los resortes macroeconómicos de cualquier Estado, sobre todo de una economía con pretensiones emergentes.
Pronta entrega, por favor
Más allá de las inconsistencias y preocupantes desconocimientos expuestos por el conductor de la economía provincial, el escenario político-mediático ya estaba presentado. Y sobre este se montó la enésima operación de prensa: Mendoza se cortará sola y saldrá al mundo a buscar los envases que necesitamos. Emulando quizás las fallidas lecciones que Alfredo Cornejo le dio al presidente Fernández sobre la correcta importación de vacunas contra el covid-19.
Vaquié prometió facilitar la rápida importación de 14,5 millones de botellas desde una empresa española radicada en Túnez, para así abastecer la demanda crítica. Inmediatamente el coro de medios pautados se hizo eco de la buena nueva y, en forma sincronizada con el Ejecutivo, diarios, radios y canales de TV denunciaron la falta de políticas públicas del Gobierno Nacional para atender a nuestra industria madre y, en contraste, ponderaron la original idea del funcionario de Cambia Mendoza.
“El ministro de Economía, Enrique Vaquié, contó que un proveedor extranjero podría facilitar la pronta entrega de casi el 50% del déficit que prevén desde el sector. Sin embargo, las autoridades nacionales no han respondido a su pedido de eliminar aranceles a la importación”, se quejó diario Los Andes y, en contraposición a la supuesta discriminación de la Presidencia hacia Mendoza, destacó las gestiones internacionales realizadas por Vaquié, quien responsabilizó al Ministerio de Economía de la Nación por no destrabar la comercialización de los envases.
Pocas, demasiado tarde, demasiado caras
El sinuoso baile de la botella de Vaquié arrancó con grandilocuentes expectativas en la prensa, pero el choque con la realidad fue desinflando sus deseos, hasta convertirse en la nada misma.
El listón de 14,5 millones de botellas fijado en octubre descendió a menos de 500 mil unidades en los últimos días de noviembre, las que llegarán –con la ayuda de Dios- después de las esperadas ventas de Navidad, a un precio por encima de la industria local. O sea, pocas, demasiado tarde, demasiado caras…
La crónica del tarde, mal y nunca del ministro radical se activó el 10 de octubre cuando el Banco Central modificó una restricción que permitió a Mendoza adquirir un millón de botellas a la empresa española radicada en Túnez. Operación que se encaminó a través de una inversión de Mendoza Fiduciaria SA, calculada en 750 mil dólares. La idea puesta a rodar contemplaba la venta de los envases a las bodegas mediante ese ágil mecanismo de financiamiento, lo que aseguraría entregas en forma diaria durante ocho semanas, para que el fraccionamiento se anticipara a las fiestas de fin año y comienzos del siguiente, cuando se prevé el pico de mayor consumo anual.
Sin embargo, un mes y medio más tarde de los castillos en el aire de Vaquié, el gobierno provincial anunció que recién el 25 de noviembre se despacharían solo 524 mil botellas desde África con destino a Argentina, y que los primeros 17 contenedores de envases estaría aquí la semana previa a Navidad.
A pocos días de las festividades ni un milagro podrá asegurar que los descorches navideños sean de envases made in Túnez. Aun con libre mercado, y sin traba alguna del Estado nacional, vaya a saber en qué océanos estarán flotando las pocas botellas de Vaquié que todavía no arriban a Mendoza, al tiempo que las noticias de la exitosa gestión autónoma se disipan como humo sin vender.
A 20 años del estallido, ya sabemos que no se fueron todos. Muchos políticos se atornillaron a sus asientos o volvieron a ocupar los mismos sillones de privilegio. Entre ellos Enrique Vaquié, ministro de Hacienda del exgobernador Roberto Iglesias y actual jefe de la cartera de Economía de Suarez.
A esta altura de la historia, el experimentado sobreviviente de la Alianza ya estaría en condiciones de asumir que la política económica no se hace de pico, y que el comercio internacional es infinitamente más complejo que soplar y hacer botellas.
Memorias del estallido
Enrique Vaquié, ministro de Hacienda de Roberto Iglesias, fue quien condujo el plan de ajuste del FMI en Mendoza, durante el ascenso de la Alianza y tras la caída de Fernando de la Rúa. Diario UNO, 13 de abril de 2002 | Archivo de EL OTRO Diario.
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